En la Guarida del Demonio

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Mediante una combinación de tácticas intimidatorias, asesinatos y una cierta influencia limitada, el Sabbat extiende su control brutal sobre los territorios que conquista. Los jóvenes ejercitan su libertad de modo sangriento y desconocido entre los "Vástagos" de la Camarilla; los antiguos de la secta confían en su poder innato más que en la influencia que puedan lograr entre los humanos. Evidentemente, en ausencia de las estrictas regulaciones impuestas por otros gobernantes más tiránicos, las ciudades del Sabbat son lugares excitantes... si eres vampiro.

Para que el Narrador construya una ciudad controlada por esta secta es vital que tenga en cuenta la peculiar, perspectiva que la misma tiene de los mortales. Después de todo, las hordas de humanos deben seguir ignorando a los vampiros que moran en su seno (aunque éstos se crean los justos y auténticos gobernantes), y con los jóvenes rebeldes dedicándose a pasatiempos como la "Locura Mossberg" y las persecuciones de coches (con Celeridad y Potencia), el Sabbat se ve obligado a adoptar algún tipo de política sobre la influencia mortal.

En teoría la secta desdeña a los humanos, a los que considera poco más que comida y carne de cañón, pero en la práctica, los antiguos y las familias de aparecidos del Sabbat ejercen control sobre las zonas que son cruciales para la seguridad y prosperidad de la organización. Del mismo modo, la increíble falta de moralidad humana entre los Sabbat conduce a inquietantes tendencias en las sociedades que manipulan. Sin más consideración por sus rebaños, estos vampiros suelen permitir condiciones execrables que nunca se tolerarían en ciudades de la Camarilla, o en aquellas sin influencia de los vampiros (si es que existe un lugar así). Las ciudades del Sabbat son infernales, se sepa o no que son Cainitas los que manipulan los acontecimientos desde las sombras.

Las relaciones entre el Sabbat y la Camarilla también afectan al desarrollo de estas ciudades. El primero se ve como un ejército en guerra; por tanto, sus ciudades son baluartes, puntos fuertes y zonas de control. Mientras que los decadentes vampiros de la Camarilla pueden contentarse con utilizar a sus lacayos mortales para acumular dinero, arte y sangre, el Sabbat siempre vigila la seguridad interna y la expansión externa. Como resultado de esta política mantiene numerosos refugios auxiliares (para la defensa, el acantonamiento y la protección de las manadas nómadas), y a menudo tiene una política de "puertas abiertas" que facilita la entrada en las ciudades, algo que muchos príncipes de la Camarilla consideran impensable, pero con lo que los Sabbat se sienten cómodos, debido al uso de señales de reconocimiento y ritae. Estas y otras diferencias deberían ser percibidas rápidamente por cualquiera familiarizado con las condiciones en las urbes dominadas por otras sectas. De hecho, una ciudad del Sabbat puede ser evaluada a menudo por su adhesión a algunas de las políticas más comunes de la secta.

Como ocurre con cualquier otra crónica, crear,una ciudad es un asunto de preparación. Sin embargo, la presentación difiere de la de las ciudades independientes o de la Camarilla. El Narrador debe tener cuidado en preparar el ambiente y las localizaciones adecuadas. Después de todo, cuando los jugadores empiecen a preguntar por refugios comunales y cementerios rituales, el Narrador deberá conocer la información. Seguir las guías de este capítulo es un buen modo de crear lugares interesantes, completos y creíbles.

(Este capítulo es para uso exclusivo del Narrador.)

Semántica

Una palabra normalmente asociada con la influencia vampírica en una ciudad es control, lo que requiere de una pequeña aclaración. Los vampiros no suelen ser señores feudales modernos que dominan a sus plebeyos desde un trono dorado (aunque algunos Tzimisce en el Viejo Continente...). Los vampiros de hoy en día ejercen una influencia (o dominio) sutil sobre aspectos de la cultura actual. Son depredadores inalterables que siguen las tendencias sociales, pero que no las crean.

De hecho, es poco probable que cualquier vampiro, no importa su poder, pueda controlar realmente una ciudad moderna. Sus enemigos lo asediarían y lo derrocarían en cuestión de noches si fuera tan burdo. Los Cainitas prefieren ocultar su presencia bajo numerosas capas de secreto y engaño.

Esta técnica puede parecer extraña para el Sabbat, debido a su actitud estridente y descarada. Sin embargo, a pesar de los fallos de la secta, sus líderes no son idiotas. Si se dedicaran a la destrucción callejera todas las noches, volando la cabeza de los dependientes y aplastando instituciones políticas, no hubieran sobrevivido hasta alcanzar el éxito del que disfrutan ahora. De hecho, bajo los ritae y la abierta depravación no hay mucha diferencia entre el Sabbat y los vampiros de las demás sectas. Como ocurre en el mundo mortal, ¿qué diferencia la vida de un canadiense medio de la de un estadounidense a la hora de comer? La ideología siempre se hace a un lado ante los requisitos básicos de la vida.., o la no-vida. Ante todo, los vampiros sufren la Maldición de Caín; todo lo demás es, como poco, secundario.

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