La Camarilla es la mejor esperanza para todos los
Vástagos. Nunca lo olvides. Las acciones de los Anarquistas, alardeando ante el ganado e involucrándose en
demasía en sus luchas ideológicas, empujan a nuestra
especie a la extinción. Lo sabemos porque esto ha
pasado antes y casi nos destruye, cuando los Sires de
nuestros Sires eran simples Retoños. En el período
que recordamos como el Tiempo de las Hogueras, la
Revuelta Anarquista y la Inquisición llegaron a ser
grandes amenazas para nosotros al nutrirse una a la
otra y alimentarse de nuestra carne y Vitae.
A los Anarquistas actuales les gusta decir que nos
arriesgábamos a la destrucción absoluta debido a que
nuestros Antiguos nos arrojaban a guerras sin cuidado
alguno. Pero no fue así. Nos volvimos vulnerables debido a la deslealtad, imbecilidad y egocéntrica rebelión
de los Anarquistas.
La Camarilla es aún una organización joven comparada con algunos de nuestros Antiguos, quienes, en su
longeva sabiduría, fundaron nuestra Secta al reconocer
que la mejor forma de sobrevivir al progreso de la cultura humana era convertirse en un depredador civilizado.
Tuvimos que abandonar la idea de actuar como leones
o lobos y proclamar nuestra fuerza a los cuatro vientos
para retirarnos a las sombras como serpientes o arañas y
vigilar y conducir a nuestra presa sin su conocimiento ni
dejar apenas rastro de nuestra presencia.
El orgullo hizo que algunos no estuvieran de acuerdo. Los Anarquistas y sus aliados creyeron que éramos
unos cobardes. Para ellos, el poder no era suficiente,
también debían ser adorados. Cuán alejados estaban
de la realidad, cuán infantiles fueron.
Los comienzos del Movimiento
Los comienzos del Movimiento
La Sire del Sire de mi Sire era la Príncipe de un dominio crucial llamado Fráncfort, en lo que hoy en día
es Alemania. De la época que llamamos Edad Oscura
hasta el tiempo de la Revuelta a principios del siglo
xv, gobernó la ciudad con guante de terciopelo. Su
estilo de gobierno se debía a una comprensión decente
de la humanidad y era al tiempo suave y firme, pero
todo el mundo obedecía a Julia Antasia, pues ése era su
nombre, y ella condujo su dominio a una era de prosperidad como ningún otro disfrutaba en su región.
Pero mientras la familia antasiana intentaba
gobernar con moderación, alentando el trato justo y
compasivo del ganado al tiempo que mantenía en mente
su papel en nuestras largas no-vidas, algunos Vástagos
sintieron que eso no era bastante. Estas vanidosas sanguijuelas querían gobernar sobre los mortales, torturarlos,
ser sus héroes y, en algunos casos, convertirse en sus
dioses. Quizás vale la pena destacar que en esto, junto a
Tzimisce, Lasombra y Brujah, también estaban los Hijos
de Haqim.
Estos Clanes mangonearon al ganado sin
piedad, presentándose ante ellos como dotados herejes,
demonios, brujas e impíos tiranos. Jugaron con la fe de
los humanos, dirigiendo su furia y su miedo al convertirse tanto en líderes como en objetivos de muchedumbres
histéricas de granjeros y levantamientos locales desorganizados. Aun así, supimos que eran problemáticos
pero no una amenaza real. Fue así hasta que la cruzada
albigense lo cambió todo. No lo sabíamos entonces, pero
lo que comenzó como una guerra contra los señores cosmopolitas de Languedoc liberó una fiebre, una obsesión,
una llama que casi nos termina consumiendo.
Como todas las guerras santas, el conflicto se basaba en realpolitik. La tolerancia de los nobles occitanos
con los judíos, musulmanes y demás herejes les había
hecho ricos gracias al comercio y eran la envidia de los
hombres inferiores de Île-de-France. Envalentonados
por los éxitos en Tierra Santa, los señores norteños suplicaron a Roma permiso para lanzar una guerra santa
contra sus hermanos sureños y lo recibieron. La guerra
de décadas que prosiguió aniquiló la herejía cátara y
casi destruyó la lengua y cultura occitanas, pero esa
tragedia es bastante irrelevante para nuestra especie. Lo que importa es que los inquisidores enviados
para arrancar de raíz la herejía cátara tras la cruzada
encontraron algo mucho peor que los fanáticos ascetas
gnósticos.
Nos encontraron a nosotros.
Ocultos entre las filas de los cátaros, Vástagos herejes afirmaban ser ángeles y Perfectos que habían trascendido la carne. Arnaldo Amalric, el legado papal, los
estudió y envió detallados protocolos de sus debilidades
a Roma, y, en respuesta, Inocencio III fundó y financió
la Inquisición en la Sombra y, por extensión, la Sociedad
de Leopoldo. Sus agentes, liderados por el infame cardenal Marzone, se extendieron poco a poco, en secreto,
desde Carcasona y Roma para erradicarnos allá donde
nos encontrásemos. Durante dos siglos nos cazaron bajo
la pretensión de combatir la herejía, aliados con los
victimizados campesinos de toda Europa.
Cuando la rebelión Anarquista comenzó en serio
a finales del siglo xiv, rápidamente perdió el control y
desencadenó la más mortífera caza de brujas religiosa
que el mundo ha conocido. Inquisidores y turbas nos
atacaban durante el día, cuando dormíamos. Quemaron
dominios enteros de Vástagos ancianos. Este ganado,
tan fortalecido, declaró que el tiempo de los monstruos
había de acabar. ¿Y qué hicieron los Anarquistas? ¡Lo
celebraron! Cantaron hosannas por su éxito a la hora de
destruir el sistema establecido, un sistema que funcionaba. Bailaron sobre las cenizas de nuestros ancestros
mientras el mundo ardía a su alrededor.
A comienzos del siglo xv, nuestros Chiquillos
perdidos finalmente decidieron no sólo atacar a sus
Sires y a los Sires de éstos, sino a los Fundadores de
sus Clanes. En esto, debo decir en su favor, los Hijos
de Haqim se abstuvieron. Los Tzimisce, Lasombra y la
Familia Giovanni trataron de destruir a sus progenitores Antediluvianos. Si estas venerables criaturas eran
verdaderamente los primeros de sus linajes o sólo Antiguos inconmensurablemente ancianos no está claro,
pero no les importó mucho a sus ingratos Chiquillos,
que estaban ansiosos por liberarse de todo lo que había
habido antes que ellos.
Esta gran traición sembró el caos entre todos los
participantes. La Inquisición que habían provocado
puso su mirada en el ya imposible de controlar Movimiento Anarquista. Miles de piras se encendieron por
toda Europa conforme la Inquisición envolvía todo el
mundo medieval tardío. Los siglos de lucha que habían
precedido no eran nada en comparación con la escala de
destrucción provocada por Torquemada y sus contemporáneos. Y, súbitamente, los chillones y delirantes Brujah y sus parientes acudieron a Clanes como el nuestro,
pidiendo humildemente salvación y un método mejor.
Formamos la Camarilla como respuesta. Deberíamos haber aplastado a los Anarquistas por completo,
pero, en muchos sentidos, los veíamos como a nuestros
Chiquillos. Nos habían empujado hasta el borde de
la Muerte Definitiva y aun así les abrimos nuestros
brazos cuando estuvieron listos para volver a nosotros
en busca de guía y protección, y porque personalidades
como Rafael de Corazón y Hardestadt aconsejaron
moderación.
La Sire del Sire de mi Sire, la maravillosa y generosa
Julia, cayó en Letargo como resultado de las acciones
Anarquistas y nunca ha despertado. Estoy segura de que
habría estado de acuerdo con las afirmaciones de los
fundadores de la Camarilla, ya que siempre fue piadosa.
Pero ahora el Tiempo de las Hogueras regresa, liderado
por inquisidores armados con artefactos de detección
y lanzallamas y provocado por el orgullo Anarquista.
Claramente, deberíamos haber eliminado a nuestros
enemigos mientras tuvimos la oportunidad.
– Hardestadt El Joven
¿Por qué debemos
deshacernos
de la amenaza
Anarquista?
Por Karl Schrekt, Cabeza de la Casa
Tremere y el más Antiguo de su linaje
Los Clanes de la Camarilla mantuvieron la actividad Anarquista a
raya durante muchos siglos tras la
Convención de Thorns y debería
consolarnos el hecho de que todo
lo que sufrimos nos fortaleció
como Secta. Sin embargo, en 2012,
nos separamos finalmente del
último de nuestros aliados Anarquistas.
Muchos culpan a Gavrilo Princip de comenzar la Primera Guerra
Mundial al asesinar al archiduque
Franz Ferdinand, arrastrando al Imperio austrohúngaro a un conflicto
con Serbia. Pero la Gran Guerra
no fue provocada simplemente por
un hombre y tampoco lo ha sido
nuestra situación actual. Había
signos del regreso de un Tiempo
de las Hogueras provocado por los
Anarquistas y del ascenso de una
Segunda Inquisición mucho antes
del incidente de Praga.
En 2002, la guerra contra el
terrorismo de los mortales estaba
en marcha y el Círculo Interior decidió usarla en su beneficio contra
el Sabbat y poner fin a la guerra por
América de una vez por todas para
debilitar su enloquecida Cruzada de
la Gehenna. Al principio la táctica
fue un éxito y sus ciudades cayeron
en nuestro favor una a una. Pero en
algún momento en torno a 2006,
la Inquisición comenzó a tener
objetivos propios. ¿Cómo ocurrió
esto? ¿Quién les dio la información
que les condujo a Viena? Claramente los Anarquistas.
Fue entonces
cuando los Justicar decidieron que
era demasiado tarde para recular.
Sutilmente añadieron grupos y
dominios Anarquistas a la lista de
objetivos. Fue un movimiento poco
amistoso, pero se lo merecían.
Conforme los Anarquistas
fueron conscientes de la estratagema,
comenzaron a alzar la voz podando la cabeza de varios Príncipes
notables y enviándoselas por correo
a los Justicar. Ay, pobre Voorhies de
Ámsterdam. Yo estaba con el Justicar
Carfax cuando recibimos su calavera.
Uno podría presenciar esta serie
de eventos y decir que la Camarilla
había traicionado a los Anarquistas,
pero es que ellos habían llegado
demasiado lejos. No contentos con
atacarnos directamente, atacaron la
propia Mascarada rompiéndola de
manera prominente (y quiero decir
prominente, mira las grabaciones)
en Glasgow, Marrakech, Dallas y
Nueva York y llevaron a la Segunda
Inquisición a nuestra puerta.
En ese
momento teníamos que eliminarlos
de nuestra Secta.
Tal formalidad puede parecer
inconsecuente si se compara con
otros destinos, pero era toda una
declaración de intenciones. Significaba que los Anarquistas ya no se
beneficiarían de la protección de
la Camarilla ni tendrían acceso a
nuestras ciudades, rebaños, Elíseos
o recursos. Quedaron abandonados
en sus pequeños e insignificantes
dominios, aislados y destartalados
faros en el mar de la noche.
Y éste es su destino ahora,
abandonados al fin a su suerte con
los monstruos que han despertado. Pronto volverán a nosotros,
lloriqueando y pidiendo ayuda,
pero se la negaremos. Mientras
las antorchas avancen hacia ellos,
observaremos desde las sombras,
unidos y fuertes, pero inmóviles.
Nosotros, que lo respetamos y
protegemos, merecemos el don de
la inmortalidad, no ellos.
Cómo hablar
sobre Anarquistas
Tras el Cónclave de Praga y los recientes y desafortunados eventos de
Berlín, el Movimiento Anarquista se
ha convertido en tema de discusión
en los Elíseos de la Camarilla de
todo el mundo. Éste es un momento
histórico delicado, así que es importante hablar de los Anarquistas de
forma que apoye los principios
de la Camarilla, especialmente
cuando tus Chiquillos u otros Vástagos jóvenes pregunten sobre ellos.
1. Los Anarquistas son incompetentes, y esta incompetencia caracteriza todo lo que hacen. La
juventud Anarquista contrasta
con la experiencia de la Camarilla. Incluso cuando no son
violentos, los Anarquistas son
chapuceros, fallan a la hora de
planificar y corren riesgos sin
considerar las consecuencias.
2. Los Anarquistas derriban, nunca construyen. Son famosos por
destruir, amotinarse y asesinar,
pero cuando se trata de establecer cualquier clase de
orden propio, fracasan. Esto es
por lo que los Estados Libres
Anarquistas de California
no han logrado establecer un
conjunto de leyes o un sistema
de gobierno claros.
3. Los Anarquistas no saben qué
quieren. Muchos hablan del cambio, pero no tienen una visión
coherente ni exigencias claras.
Esto hace imposible negociar
con ellos, ya que su ideología es
demasiado incoherente como
para producir una posición negociadora. Esto empeora por su perenne incapacidad para producir
líderes con los que hablar.
4. Los Anarquistas son hipócritas.
Pese a toda su verborrea sobre
libertad e igualdad, aún usan a
los humanos de la misma forma
que cualquier otro Vástago.
Predican el derecho de los
Vástagos a vivir como quieren,
pero se oponen al deseo de los
Vástagos de la Camarilla a vivir
en la Camarilla.
5. Los Anarquistas deberían estar
agradecidos, pero en su lugar
están motivados por la envidia.
Sin la Camarilla y sus Tradiciones, los mortales habrían
erradicado a los Vástagos hace
mucho tiempo. Los Anarquistas no entienden esto. En su
lugar, envidian el poder que han
acumulado los Antiguos de la
Camarilla. Quieren ese poder
para sí mismos, pero no tienen
la paciencia para trabajar por él.
6. Las áreas Anarquistas no son
seguras. La falta de un Príncipe
o Sheriff significa que las ciudades Anarquistas son lugares
peligrosos y violentos donde los
Vástagos pueden ser asesinados
por cualquier razón (o sin razón
alguna). Sin leyes ni autoridad,
la sociedad vampírica está
gobernada por los más poderosos y brutales, que toman de los
demás lo que quieren.
7. Los Anarquistas hacen peligrar
la Mascarada. Dado que han rechazado las Tradiciones, crían
como conejos. Cada ciudad
Anarquista está sobrepoblada
de Vástagos. Esto significa que,
aunque los Anarquistas tuvieran la habilidad de mantener la
Mascarada, surgirían rupturas.
8. Los Anarquistas colaboran
con la Segunda Inquisición.
Muchos de ellos nunca han
desarrollado una identidad
vampírica clara. Aún se ven
como parte de sus comunidades mortales y, por ello,
colaboran con la Segunda
Inquisición para atacar a toda
nuestra especie.
9. Y por último y más importante, recuerda que nada de lo
que los Anarquistas quieren es
realista. No quieren entender
cómo funciona el mundo y sus
ideas no son prácticas. Sí, pueden sonar bonitas y justas, pero
no sobreviven al contacto con
la realidad. Por eso, la Camarilla es la mejor y única opción.
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