Parte 2 - La Segunda Edad

La Edad de la Belleza fue un tiempo de Creación y gran gozo. La Augusta Personalidad de Jade dividió el Ying del Yang e hizo que el universo engendrara a la Reina Escarlata y el Dragón de Ébano. Estos dos, nuestros mayores ancestros, insuflaron vida a las energías nacientes que les rodeaban. El universo pasó de un aliento contenido a las primeras brumas de la realidad. La Reina y el Dragón engendraron a todas las criaturas pensantes en la Edad de la Belleza, de manera que los fragmentos de creación pudiesen apreciar mejor el esplendor de las Diez Mil Cosas. Dioses, espíritus, Hsien, Xiong Ren, dragones y toda la Burocracia Celestial descendieron de los cielos. El Emperador Celestial creó a continuación a los humanos mortales, a los que no se encomendó ninguna tarea particular dentro de la Burocracia.

Algunos miembros de la Burocracia Celestial abandonaron su trabajo y se escabulleron egoístamente a sus propios reinos. Al desprenderse deliberadamente de estas estructuras de brillantez del cielo, se degradaron y se volvieron horribles. Ahora los conocemos como los Reyes Yama. Por supuesto, estos no tenían siervos propios, por lo que se vieron obligados a reclutar o esclavizar a los mortales y a otros espíritus.

El abuso hacia los mortales y los espíritus llamó la atención del Emperador Celestial sobre los Reyes Yama, pero decidió no destruirlos por razones propias, En lugar de eso, creó a los Wan Xian elevando a 10.000 mortales a un estado de inmortalidad bendita y de gran poder. Los Wan Xian no eran dioses, pero eran  más fuertes que cualquier otro mortal, y eran capaces de realizar hazañas con las que sus descendientes sólo pueden soñar.. Los Wan Xian pusieron fin a la actividad predatoria de los Reyes Yama.

Muchos de nuestros historiadores cuentan relatos de las hazañas que realizaban los mortales para unirse a los Wan Xian. En estas historias aparecen temas corrientes. Los mortales tenían que alcanzar los mundos espirituales y volver sanos y salvos a casa, tarea que resultaba mucho más fácil en aquél tiempo. El Drágon y la Reina no sólo querían a los mortales más fuertes e inteligentes, sino también a los más sabios y de mejor moralidad. Los desafíos a los que se enfrentaban los mortales ponían a prueba no solo su resolución y resistencia, sino también su capacidad de sacrificio y su habilidad para reaccionar rápidamente. Algunos humanos se embarcaron deliberadamente en una cruzada para alcanzar la inmortalidad, mientras que otros más humildes pasaron las pruebas casi accidentalmente.