El significado de esta Tradición ha cambiado en la era moderna. En tiempos Dominio significaba territorio, simple y llanamente. Eso era así en las noches en las que los Vástagos eran pocos y cada uno podía reclamar una ciudad como suya, pero las cosas han cambiado. Ahora las ciudades albergan, en los casos más extremos, hasta a un centenar de Vástagos. Las metrópolis modernas han crecido más allá de la capacidad de control directo de un vampiro. Y debido a esto, el significado de dominio se ha visto obligado a cambiar para encajar con los retos a los que se enfrenta la Camarilla moderna. En teoría, el príncipe sigue dominando toda su ciudad. Luego tiene la opción de parcelar zonas de control, desde manzanas a barriadas o municipios enteros, para que los controlen los Vástagos elegidos por él. Aunque el príncipe sigue conservando la autoridad máxima, estas zonas menores son una combinación de feudo y reserva de caza para los vampiros que tienen la suerte de recibirlas. Por supuesto, esos Vástagos también son responsables de hacer cumplir las leyes de la ciudad dentro de sus dominios, con lo que el dominio lleva aparejada una cierta responsabilidad además de la correspondiente autoridad.
El concepto de dominio, no obstante, es uno de los más incomprendidos de la Camarilla. Vampiros viejos y poderosos a menudo reclaman sus propios dominios, y a menos que el príncipe esté dispuesto a provocar una guerra para desalojarles, tales reclamaciones se permiten a cambio de ciertos favores. Los neonatos y anarquistas exigen sus refugios y las áreas que los rodean como dominio, cuando lo único que tienen son derechos de ocupación. Habitualmente un príncipe suele pasar por alto estas reivindicaciones poco importantes e ignora el asunto. Después de todo, no les merece la pena emplear tiempo y energía en perseguir a cada gilipollas anarquista por abusar de su suerte. Así el príncipe mantiene el control de toda la ciudad, concede dominios menores a sus siervos de confianza o a aliados potenciales, y acepta las exigencias de todos aquellos que sean lo bastante poderosos como para obtenerlas o demasiado débiles como para preocuparse por ellos.
Recientemente, el concepto de dominio ha sufrido una especie de modificación. El término se usaba para referirse estrictamente a los bienes raíces, pero durante los últimos cien años la palabra “dominio” se ha aplicado también a las industrias. Cientos de Vástagos reclaman como dominio empresas de software, altos hornos, fábricas, negocios de exportación y otros, estableciéndose para dirigir tanto las instalaciones físicas que poseen las empresas como sus transacciones comerciales. Se experimentó con un concepto similar durante las noches de los estados mercantes italianos, pero finalmente fracasó. Desde los comienzos de los 90, se ha resucitado la idea y parece estar ganando fuerza. Ahora, un ambicioso joven Ventrue presiona al príncipe para controlar las industrias locales de telecomunicaciones o informática, y no un territorio de una docena de manzanas en la zona norte de la ciudad. La mayoría de los antiguos se contentan con dejar que los chiquillos persigan los bienes efímeros, pero unos pocos se preocupan acerca del poder que pueden acumular en realidad los Vástagos más jóvenes.
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