El Azote

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Algunos afirman que el puesto del azote es una reliquia de la época medieval, una forma más antigua de sheriff, mientras que otros creen que el cargo fue creando hace menos de una década (con un pedigrí recién acuñado). Dejando de lado el origen del azote, el cargo ahora forma parte del paisaje de muchas ciudades de la Camarilla. Desde Berna hasta Portland, los azotes llevan su autoridad a recorrer las fronteras y yermos de la metrópolis importantes. Sus objetivos son vampiros novatos creados sin permiso, anarquistas y esos vampiros impotentes de 14ª o 15ª generación. Los procedimientos del azote varían de una ciudad a otra. Algunos príncipes conceden a sus azotes el derecho a la eliminación para acelerar el proceso de la purga, mientras que otros príncipes exigen que el azote lleve a las “capturas” de esa noche al Elíseo para juzgarlos. Esto último es por algunos rumores recientes de azotes demasiado entusiastas que atacan y matan vampiros que habían seguido el protocolo y eran conocidos en la ciudad, pero resultaron estar en el lugar equivocado en el instante incorrecto.

La historia que circula actualmente por el Elíseo describe a un feroz azote Gangrel que se encontró a tres Vástagos en un edificio abandonado en los yermos de Milwakee. Como se le había otorgado autoridad absoluta para destruir a cualquier Vástago que no reconociera, el azote se libró rápidamente del trío, que no pudieron presentar mucha resistencia. Se llevó los trofeos de su trabajo, para consternación del primogénito Tremere, que reconoció los efectos personales de tres neonatos recientemente reconocidos; aparentemente habían ido a buscar un lugar privado para realizar un ritual. El príncipe inicialmente se negó a cesar al azote, pero el escándalo organizado por la primogenitura y la ira de todo el clan Tremere le obligaron a volvérselo a pensar. No todos los príncipes emplean un azote, de hecho, varios príncipes (habitualmente de ciudades más pequeñas o menos “prestigiosas”) lo ven como un cargo peligroso e innecesario. La legalidad del azote sigue debatiéndose en diferentes círculos, particularmente acerca de la concesión del derecho a la eliminación a estos gendarmes. Muchos sheriffs ven al azote como una amenaza para su poder, y por eso pueden ser los mayores obstáculos para un príncipe o primogenitura que quiere introducir un azote en una ciudad. Por otro lado, algunos sheriffs ven que los azotes se ocupan de un problema que les lleva gran parte de su tiempo cuando podrían estar encargándose de muchos otros temas, como las incursiones del Sabbat o los cazadores pertinaces. Varios vampiros, sobre todo los que visitan los yermos con cierta asiduidad, y una cantidad sorprendente de vampiros de “salón” también ven al azote como una amenaza potencial; un azote corrupto o trabajando para el enemigo podría ser mortal, especialmente si el príncipe da carta blanca al azote en sus encuentros con los de sangre diluida. En general, los azotes no son los vampiros más populares.

La mayoría son solitarios, y si inicialmente no lo son, las exigencias del puesto pronto hacen que lo sean. Pocos Vástagos se sienten a gusto junto al azote de la zona, e incluso los príncipes mantienen a sus exterminadores a distancia. Amargados y aislados, la mayoría de los azotes enseguida desdeñan la compañía de los Vástagos, renunciando a los Elíseos a favor del “trabajo”. Unos pocos Vástagos previsores (habitualmente aquellos que tienen algún trabajo psicológico en sus trasfondos) tratan continuamente de recuperar a los azotes de su zona para la vida social de los Vástagos, temiendo que se conviertan por la falta de contactos sociales en asesinos autómatas incapaces de diferenciar entre amigos y enemigos. Tales esfuerzos no han conseguido resultados muy brillantes. Algunos azotes desprecian esos esfuerzos “filantrópicos” por confundir su mente, mientras que otros piensan que la alegría forzada sólo enfatiza la distancia entre ellos y los demás Vástagos.

Destino Tentador
 
La mayoría de los Vástagos que se relacionan con la humanidad lo hacen cuidándose de proteger la Mascarada. Dichos vampiros entienden el riesgo que corren a cada instante y ponen mucho cuidado en no, amenazar el velo que les protege de la ira mortal. Y luego están los arrojados. Los vampiros de esta clase, por alguna razón, normalmente el aburrimiento aun que se suele echar la culpa a su “simpatía latente hacia el Sabbat” les gusta ver lo cerca que pueden estar de romper la Mascarada sin hacerlo. Este tipo de juego puede durar años hasta que los jugadores finalmente se descuidan, y cada vez quedan más cerca del límite. Si los participantes tienen suerte, sus artimañas llaman la atención del sheriff, que hace lo necesario para que no se produzca ningún daño importante. Si no, la Mascarada sufre lo que se conoce coloquialmente por una “Cagada”, y se arma la gorda. Huelga decir que los vampiros responsables de la ruptura nunca sobreviven a la limpieza.
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