La Mascarada

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La Mascarada es el sine qua non de la Camarilla, el único hilo que mantiene unido el tejido de la secta. En pocas palabras, la Mascarada es la norma de ocultar a los mortales la existencia de los vampiros. Una política tan drástica necesita un cumplimiento draconiano, y la Camarilla no se arriesga lo más mínimo ante las rupturas potenciales de la Mascarada. Basta con una confesión sentida de un neonato enamorado o una entrevista concedida por un vampiro desesperado por la fama para hacer público todo, y la Camarilla se niega a permitir riesgos. A los neonatos se les enseña a preservar la Mascarada desde el momento de su Abrazo, todos los vampiros tienen la responsabilidad de mantenerla, y los sheriffs y azotes cuentan con el poder de matar para hacerla cumplir.

¿Por Qué la Mascarada?


Se podría pensar que los Vástagos, con múltiples poderes sobrenaturales a su disposición, no tienen por qué esconderse de la humanidad. En lugar de eso, gracias a sus poderes superiores, los Vástagos deberían gobernar, y hacerlo abiertamente. ¿Por qué deben ocultarse los vampiros, los depredadores máximos, del ganado humano? La respuesta a esa pregunta es sencilla: Porque hay un montón de ganado humano. Las mejores estimaciones disponibles en la Camarilla actualmente calculan que la proporción entre humanos y vampiros es de 100.000 humanos por cada Vástago. Esos son muchos humanos, y si las cosas se ponen feas no todos los Vástagos pueden con 100.000 mortales. Como consecuencia de esto, el disimulo en la mejor política para los Vástagos. Iniciada en los días cuando la Inquisición demostraba un marcado talento por poner al descubierto y exterminar vampiros, la Mascarada sirve para mantener a la humanidad en su ignorancia. Los recursos del ganado son muchos, y si se dirigieran a destruir a los Vástagos, pocos vampiros sobrevivirían a la purga. Es infinitamente más seguro para los Vástagos gobernar desde las sombras, dirigir sutilmente en vez de hacerlo abiertamente. Si no, corren él riesgo de una guerra con los rebaños de los que dependen, una guerra que no pueden ganar en modo alguno.

Métodos

Hay unas normas de etiqueta básica que deben seguir todos y cada uno de los Vástagos para preservar la Mascarada. En pocas palabras, la norma es “Sin testigos”. No saques tus colmillos o garras delante de mortales, no dejes que te vean alimentándote o librándote de un cadáver, o recibas una ráfaga de balas en el estómago y dejes que el tirador huya para vender su historia a la prensa amarilla, no dejes que tu recipiente viva sin hacer algo para ocultar sus recuerdos de tu alimentación, en otras palabras, no seas estúpido. Recordar estos consejos, no obstante es más difícil de lo que podría pensarse, especialmente en el caso de los Vástagos más jóvenes. Suelen emocionarse o aturdirse, o perder el control durante la comida y, por tanto, cometen errores. Los ancillas y los vampiros más viejos casi nunca provocan rupturas accidentales de la Mascarada, y cuando lo hacen, se encargan de solucionar sus problemas. Sin embargo, hay accidentes y descuidos. Hay testigos, incluso testigos fiables, que observan ataques o usos de Disciplinas. Por suerte para la Camarilla, la otra mitad de la política de la secta para la preservación de la Mascarada lleva instaurada mucho tiempo. La secta, además de tratar de evitar las rupturas activas, también mantiene una enorme campaña de desinformación diseñada para hacer pensar a los mortales que los vampiros no pueden existir. Ayudados por Polidori, le Fanu y Stoker, la Camarilla ha usado relatos e imágenes para cimentar la noción del vampiro en la consciencia popular como una ficción. Cada serie B acerca de vampiros, cada mala novela con un vampiro hundiendo sus colmillos en una mujer núbil en la portada, cada “documental” evidentemente absurdo con falacias claras hasta para un niño refuerza la idea de que el vampirismo es sólo un tropo cultural conveniente, bueno para un número infinito de variaciones ficticias pero para poco más. Así que cuando los ciudadanos anteriormente de toda confianza llegan chillando a su cadena de televisión local con un vídeo que han filmado de un vampiro alimentándose en un club nocturno, el vídeo se rechaza por ser una película casera. Las marcas de pinchazos dejadas en una joven por un cazador descuidado son de un asesino imitador con “modus operandi vampírico”. Los cadáveres sin una gota de sangre son obra de cultos satánicos, como se puede ver en los “reality shows”. La civilización occidental ya no quiere creer. Los mortales que lo hacen son ridiculizados por ingenuos o crédulos, incluso ante las evidencias más obvias dejadas por los Vástagos poco atentos. Y de esta manera se mantiene la Mascarada.

Rupturas

A pesar de los esfuerzos de la Camarilla, se producen rupturas en la Mascarada. Cuando llega la catástrofe, los trabajos de limpieza de la secta son intensos e inmediatos. Los Vástagos con influencia en los medios de comunicación se apoyan en sus amigos o ghouls para eliminar o silenciar cualquier historia incriminatoria. Los testigos pierden sus recuerdos, o su vida. Las evidencias físicas son manipuladas o robadas; la película sin revelar es particularmente fácil de corromper. Se ataca de inmediato la credibilidad de cualquiera que esté dispuesto a testificar acerca de vampiros; los príncipes inteligentes cuentan con “expertos” y psiquiatras que pueden ser usados para destruir en cuestión de minutos la credibilidad de un testigo. Se hacen llegar a los medios de comunicación explicaciones alternativas para las pruebas incontrovertibles. Resumiendo, se hace todo lo posible por tapar el asunto. Los esfuerzos de los Vástagos de la ciudad se dirigen hacia ese objetivo, unificándolos momentáneamente en una defensa desesperada de la Mascarada. Después de todo, las peleas por ver quién es el látigo de los Ventrue no tienen mucho sentido si una ciudad de 12 millones de personajes se transforma de repente en una turba armada con antorchas. ¿Y los instigadores de toda esta labor? ¿Y las pobres almas que rompieron la Mascarada y desencadenaron el encubrimiento? Si tienen suerte, les pasarán por la estaca. Si no, las cosas se pueden poner feas. Se sabe de algunos príncipes que han expuesto a los infractores más notorios a la luz del sol, un centímetro cada vez, durante un periodo de meses o años. Los tormentos de los Vástagos pueden durar mucho tiempo, para aquellos que lo merecen.

En teoría, la Mascarada se extiende a todos los vampiros, con lo que los miembros de la secta emplean bastante tiempo tapando rupturas producidas por vampiros independientes o del Sabbat. Curiosamente, sin embargo, incluso aquellos vampiros que afirman odiar a la Mascarada y todo lo que representa rara vez hacen demasiado ruido entre los mortales. Qué raro...
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