Los Buenos Pastores

Afortunadamente, la mayoría de Anarquistas son mucho más sensatos en sus tratos con los mortales. O bien son vagabundos que prácticamente no deben preocuparse por los vivos, o son excelentes navegantes urbanos que han aprendido cómo persuadir gentilmente a los mortales para que hagan lo que los Vástagos requieren de ellos. El truco es arreglar las cosas para que parezca que también es la mejor opción para los mortales. Enfrentados a un problema, me gustaría creer que la mayoría de Anarquistas optaría antes por encontrar a la persona adecuada a la que Dominar durante diez minutos que por crear un montón de Ghouls aduladores; y si puede hacerse sin dones de la Sangre, mejor. De otro modo parece demasiado parasitario, algo que haría un Antiguo de la Camarilla.

Cierto, nuestro método requiere más tiempo y paciencia, y, lo que es peor, más comprensión del “ganado”, pero lo encuentro mucho más efectivo al final y menos peligroso para la Mascarada (y en ese caso, menos proclive a desencadenar una guerra con los vivos, si nos descubren).

Algunos Anarquistas incluso crean una identidad alternativa que usan específicamente para ganarse la simpatía de los mortales, como músicos famosos, padrinos de vecindarios o lo que sea. Cuando llega el momento, emplean de buena gana ese capital social para su bienestar o el de la causa. Además, quienes son respetados por los vivos también se ganan cierto prestigio entre los no-muertos. Tendemos a estar más genuinamente interesados en la opinión pública de los mortales que los Vástagos de las demás Sectas.

A pesar de ello, nuestra primera preocupación es poder alimentarnos y esto ha supuesto la muerte de muchos sueños utópicos. La primera vez que la policía ha de ser silenciada o distraída es siempre un reto de supervivencia para un nuevo Estado Libre. A veces hay un conflicto sobre a quién le toca el trabajo sucio, en vez de una carrera para ver quién puede fanfarronear de haberse encargado de ello. Somos terribles en cuanto a cargar el muerto a quienes ya tienen poco estatus y carecen de amigos, ya sea por su Sangre, su historia o su personalidad. Algunos señalan justamente que esta práctica sólo perpetúa antiguas desigualdades y prejuicios, pero como suele hacerse por medios informales (presión social en vez de decretos legales) es difícil de combatir. De hecho, se puede decir quién está más abajo en la jerarquía de un dominio mirando quién se encarga de las tareas menos glamurosas, las “menos Anarquistas”: no sólo la cría de mortales o los asesinatos extrajudiciales, sino el trabajo de Barrendero de vigilar el dominio para descubrir a cualquier nuevo Vástago. Los inteligentes pueden convertir el manejo de esos deberes en un activo, pero deben ser extremadamente discretos si no quieren convertirse en cabezas de turco en el próximo escándalo político.