Bandas

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Cuando formaba parte de los Condenados, no me amilanaba ante nadie. Éramos 20 en la banda y el doble de ghouls y futuros miembros. Contábamos con tipos provenientes de toda la Costa Oeste y el noroeste de los Estados Unidos. Es probable que la mitad del equipo fueran tarados defensores de la supremacía de la raza blanca. Una especie de Clase VIP, si entiendes a lo que me refiero. Cada uno de nosotros tenía una Harley, nada de esas motos de diseño de hoy en día. Teníamos un par de ghouls que se encargaban de conducir un camión lleno de recambios suficientes para reparar una división mecanizada, y así evitar que alguien pudiera pararnos. Los Condenados eran capaces de hacer que cualquier príncpe se escondiera debajo de la cama cuando se presentaban en una ciudad. Cualquier manada Sabbat que se interpusiera en nuestro camino acababa siendo reducida a un montón de carne sanguinolenta que manchaba ligeramente nuestras ruedas cuando nuestras motos pasaban por encima. Sobrevivimos diez años antes de que fueran a por nuestro jefe. En ese momento teníamos bajo nuestro control un par de operaciones de contrabando de drogas y armas para hacer que el dinero fluyera e incluso nos introducimos algo en el tráfico de emigrantes. Un puñado de miembros de la banda tenía conexiones con el norte de Idaho y llegaron a la conclusión de intentar llevar a cabo algo grande. Diablos, nadie podía decir no a semejante oferta, ya que nos figuramos que íbamos a tomar Idaho, Montana y el oeste de Washington como territorio propio para formar una especie de Estado Libre Anarquista Septentrional. En ese momento supimos que los antiguos de la Camarilla no eran tan débiles como parecían. Los antiguos eran suficientemente inteligentes como para intentar hacernos frente, aunque hubieran acabado ganando, el follón habría sido considerable. En vez de ello, movieron algunas cuerdas e hicieron que el FBI nos incluyera en la lista de “movimientos separatistas violentos” y la mitad del gobierno federal cayó sobre nosotros como una tonelada de ladrillos. Golpearon durante el día, y sólo yo y otros dos miembros pudimos sobrevivir. Nadie ha oído hablar del incidente porque coincidió con el conflicto de los davidianos de Waco. Mientras que todo el mundo miraba hacia el sur, lo verdaderamente importante se cocía en la otra punta del país y estuvo acabado casi en el momento de comenzar. No hubo ninguna filtración. Ahora me mantengo alejado de las multitudes.

—Brutch Harfield, anarquista y antiguo miembro de los Condenados

Nos encontramos ante un estereotipo desafortunado, la banda de moteros anarquistas. Es una visión que quedó obsoleta hace 20 años y no se sostiene por ningún lado si te paras a pensar sobre ella. Por si no fuera difícil que nosotros andemos por ahí en Harleys, imagínate el número de donantes que serían necesarios para alimentar una banda de tamaño mediano. Empequeñece cualquier plaga destructiva. A finales de la década de los 70 esta idea tomó fuerza principalmente porque un puñado de niñatos vio una sesión de medianoche de Easy Rider. En un par de años, todas las bandas menos una veintena habían desaparecido en un remolino de cenizas y polvo. De las que quedaban, la mayoría estaban confinadas en el Estado Libre Anarquista. En la actualidad sólo tengo noticia de una banda en activo: los  Resucitados. Suelen concentrar sus actividades en la zona suroeste y patrullan por la frontera mejicana la mayor parte del tiempo, o al menos eso es lo que hacían la última vez  que tuve noticias de ellos. Malos tipos que no se involucraban demasiado en algo que no estuviera de acuerdo con sus  propios intereses.

Supongo que es posible montar una banda de pequeño tamaño, pero no debe estar compuesta por más de cinco o seis miembros. Un número mayor hace que sea demasiado inestable y que su existencia sea demasiado limitada. Aunque es mejor que lleves una existencia solitaria, si no puedes soportar la idea, al menos toma la precaución de adquirir un refugio móvil. Incluso puede servir para ocultar vuestras motos si las cosas se ponen feas. Y debes estar preparado, porque cada uno de los aspectos que he mencionado: dinero, sigilo, movimiento, alimentos y todo lo demás, se vuelve más problemático cuando formas un grupo.

La única ventaja que soy capaz de vislumbrar radica en la potencia de fuego. Si tú y tus compañeros llegáis a la conclusión de que queréis liberar un dominio de manos de una manada Sabbat o de algún antiguo de la Camarilla a punta de pistola, es probable que esta sea la solución adecuada, aunque deberás estar preparados para soportar una derrota seria cuando el antiguo señor venga acompañado por sus amigos.
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