El Imán

El líder espiritual de cualquier comunidad Ashirra recibe el nombre de imán, protege a los fieles, asegurando la seguridad y prosperidad de la comunidad y hace cumplir las leyes del islam. Además de estas responsabilidades, el imán también se encarga del mantenimiento de la mezquita para los Ashirra de la ciudad, que es tanto el corazón espiritual de la comunidad como un santuario donde cualquier Cainita puede entrar en paz y hacer oír sus penas. En cuestiones de ley Ashirra, el imán es el último mediador que dicta las sentencias de los criminales y tiene la última palabra en las disputas entre miembros de la secta. Finalmente, el imán, como prescribe la ley chiíta, es el responsable de reunir el zakat, el impuesto obligatorio, de entre los Cainitas de la ciudad.

Obviamente, la autoridad del imán se solapa a la del sultán local, y las relaciones entre ambos cargos son la fuente de algunas de las principales tensiones en el mundo islámico Cainita. En algunos casos, el sultán es el imán, por lo que se unen el control político y espiritual, por lo que el vampiro obtiene mucha autoridad pero se conviene en objeto de crítica.

La situación más estable es cuando el sultán es fuerte y el imán débil, o viceversa. El líder fuerte puede emplear a su colega débil como escudo contra sus enemigos. Recoja quien recoja el zakat, el líder fuerte será quien lo controle. La situación más común, algo menos estable, es cuando ningún bando es especialmente débil. El imán supuestamente proporciona orientación moral al sultán en estos casos, pero ambos suelen enfrentarse. Lo tradicional es que los 'ulama locales nominen al imán y la umma lo elija. Esta elección suele ser mas bien un formalismo para reconocer al líder más sobresaliente y carismático de la comunidad religiosa. En algunas casos, se trata de la imposición a la fuera de la voluntad de un antiguo, y en otros, del resultado de décadas de intriga y contactos.