Teurgia

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Uno de los temas más debatidos en la Sociedad de Leopoldo es el uso de la Teurgia. Estrictamente hablando, la Teurgia es el uso de la magia gracias a la ayuda (o el control) de buenos espíritus. La práctica de la Teurgia fue introducida en la Sociedad durante el Renacimiento, cuando las “antiguas artes” de la alquimia y la magia estaban siendo redescubiertas por los estudiosos cristianos (varios de los cuales, por cierto, fueron quemados por herejía). Algunos alegan que un repentino declinar de la fe había debilitado a la Iglesia en general, y a la Sociedad en particular. Era una época de paradigmas en conflicto, con la Iglesia perdiendo su hegemonía filosófica. En 1523, Augusto Gracián, un franciscano español, sugirió en un Concilio privado que la Sociedad considerase aceptar la Teurgia. Esta propuesta dio pie a un debate que incluyó, entre otras cosas, sugerencias de que Augusto fuese enviado a la hoguera. Los argumentos a favor y en contra de la Teurgia eran muchos, extraídos de la filosofía y la de historia de la Iglesia.

Augusto, en un elocuente discurso, proclamó que la Iglesia y la Sociedad estaban en una nueva época, en la que los avances y conocimiento de las sociedades paganas podrían ser usados para gloria de la Iglesia. Este debate no hizo sino reflejar la discusión acerca de magia “espiritual” o “demoníaca” que se estaba dando en círculos eclesiásticos e intelectuales de toda Europa. Augusto persuadió a unos pocos Inquisidores, el más importante de ellos el Inquisidor General del momento, también franciscano. En un documento oficial, éste autorizó “el uso y práctica de la Teurgia, para la mayor gloria de Dios y la Iglesia y en defensa de la humanidad contra los soldados del Enemigo”. Augusto, habiendo estudiado en secreto las artes Teúrgicas con los judíos de España, comenzó el proceso de enseñárselas a unos pocos discípulos escogidos.

Muchos miembros de la Sociedad siguen teniendo una visión muy difusa de la Teurgia, que no parece muy distinta de la Goecia (magia que invoca a los espíritus malignos) o de cualquier otra práctica taumatúrgica. La magia, sencillamente, es magia, y la magia es maligna. Incluso el empleo de magia “buena” abre la puerta a la tentación y la condena, y algunos creen que simplemente la Sociedad no tiene sitio para la Teurgia en su seno. Los detractores de la Teurgia llaman abiertamente a sus practicantes “Faustos”, en la creencia de que han vendido sus almas, o “Simonitas”, por el mago al que derrotó San Pedro: en algunas ocasiones, incluso han llegado a negarse a operar en cenáculos que incluyan a un practicante de esas artes,

Para sus defensores, la Teurgia es sencillamente otra forma de invocar la ayuda del Cielo: aunque es verdaderamente una forma de magia, se trata de una variedad santificada. La magia que procede de Dios debe ser buena. Si se les fuerza a discutir, ciertos Teurgos insinuarán que los mismos sacramentos de la Iglesia son poco más que invocaciones teúrgicas.

Así pues, tomad la armadura de Dios... Manteneos firmes, habiendo protegido vuestros torsos con la verdad, y la coraza de la justicia... embrazad el escudo de la fe, que os permitirá detener los fieros dardos del Maligno. Y tomad. Cuando Jesús niño tenía cinco años, estaba jugando junto a un arrollo... Hizo barro y moldeó doce gorriones. Jesús dió una palmada y gritó “Marchad”, y los gorriones se fueron volando entre gorjeos.

—El Evangelio de Infancia de Tomás 

Sistema

La Teurgia, a efectos operativos, es simplemente magia vulgar. Sus efectos reproducen frecuentemente los resultados de otras formas de magia vulgar; el Teurgo cristiano no actúa de forma muy distinta a un satanista, un ocultista menor o un hechicero gitano. No obstante, la suya es una magia vulgar revestida de liturgia cristiana y metáforas sagradas. Las operaciones de Teurgia requieren al menos una breve invocación, usualmente del nombre de Dios; otras veces, la invocación será en prolongados rituales. Hay diversos Caminos de Teurgia, similares a las Sendas de Magia Vulgar. Algunos se centran en la curación, otros en la destrucción. Algunos Teurgos se comunican con los muertos, y otros con el mundo espiritual. Los Caminos que detallamos aquí representan más comunes. Hay otros, pero son más raros. Se anima a Jugadores y Narradores a crear más Caminos en sus crónicas. Ten esto presente en cuanto a la Teurgia:


• El nivel en el Camino determina lo que puede hacer el Teurgo.

• Debe celebrarse algún tipo de ritual o usarse un foco. Los rituales pueden llevar un turno por nivel del Camino y requerir varios éxitos. Algunos Caminos cuestan un punto de Fuerza de Voluntad.

• Debe hacerse una tirada de Atributo + Habilidad, normalmente Inteligencia + Ocultismo. La dificultad es normalmente el nivel del Camino +4.

Cada Camino debe ser aprendido por separado. Adquirir Caminos de Teurgia durante la creación del personaje cuesta siete “puntos gratuitos” por nivel. Cada punto en el Camino incluye además un ritual de ese nivel. Los Rituales adicionales cuestan tres puntos gratuitos cada uno, o el nivel del Camino x3 en puntos de experiencia. Es decir, que aumentar el nivel en Teurgia de dos a tres, costaría catorce puntos de experiencia, y otorgaría además un Ritual de nivel tres; un Ritual adicional costaría nueve puntos.

Teúrgia (Cazadores Cazados 2)

¿Es maligna toda la hechicería? ¿O existe una magia proporcionada por la ayuda de los buenos espíritus? Este debate resuena por los salones de la Sociedad de Leopoldo, como lo ha hecho durante siglos. Entre quienes participan en el debate algunos han continuado con el fuego y las estacas. Se dice que la práctica de la Teúrgia llegó a la Sociedad durante el Renacimiento, cuando los eruditos cristianos redescubrieron las viejas artes de la alquimia y la magia. Sin embargo, sus raíces se remontan al misticismo judío y las enseñanzas del cristianismo esotérico (aumentar la propia naturaleza espiritual, hablar con el yo superior, o con el Dios interior, para poder comprender mejor los deseos de Dios) para ver, oír y hablar de los misterios que el oído de carne, el ojo gelatinoso y la lengua de barro no podrían. Aun así, muchos Inquisidores mirarán con recelo la Teúrgia, asegurando que no es diferente a la Goecia (magia que invoca espíritus malignos).

Argumentan que contemplar la noción de magia “buena” es comenzar a descender la resbaladiza pendiente de la tentación. Estos críticos llaman a los teúrgos “Simonitas” en referencia al mago que derrotó San Pedro. Los defensores de la Teúrgia aseguran que no es más que otro medio de invocar al Cielo. Los teúrgos suelen invocar el nombre del Arcángel Raziel, “El Guardián de los Secretos”, “El Ángel de los Misterios”, quien, está escrito, permanece junto al trono de Dios y anota en un libro todos los secretos del universo. Se rumorea que algunos fragmentos de su tomo, el famoso Sefer Raziel HaMalach, se encuentran bajo llave en las cámaras del Vaticano.

Un Inquisidor podría referirse a cualquier Numen con adornos cristianos como “Teúrgia”, aunque la Sociedad tiene sus propios nombres para las Sendas. Por ejemplo, la Senda de la Sanación, la de la Adivinación y la Piroquinesis son conocidas como Via Medicamenti, Via Oraculi y Via Ignis, respectivamente. Cuando se usa la Proyección Astral, un Inquisidor podría rezar a Raziel y sentir que, de hecho, el ángel descorre el manto de los mayores misterios.

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