Kinyonyi (Tercera Edición)

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Leyendas

El Kinyonyi más grande que la mayoría de los miembros del Legado conocen es el legendario Wamukota (“El Zurdo”). Con su piel polvorienta y su cabello claro, obviamente debía haber venido de fuera del Reino de Ébano, pero adquirió gran fama entre los Laibon dándoles lo que querían. Cuando el magaji Uchenna le pidió que liberara a su chiquilla del malvado Setita que había cautivado su corazón, Wamukota la separó de la odiosa Víbora. Cuando la hermana de Sanjo arrojó su collar de conchas favorito al mar, Wamukota se tiró a las profundidades y preguntó a todos los peces hasta que encontró dónde estaba. Cuando los kholo de Senegal se enfrentaron entre ellos, Wamukota robó sus fetiches, uniéndolos en odio hacia él y obligándoles (al menos temporalmente) a hacer las paces entre ellos para capturar al ladrón de los fetiches.

Sin embargo, la mayor hazaña de Wamukota es una leyenda que rara vez ha sido escuchada fuera de los círculos de los Kinyonyi. Se dice que uno de los grandes reyes Guruhi (Nosferatu) de África quería poseer el sol y le pidió a Wamukota que se lo consiguiera. Wamukota no era estúpido –sabía que los Laibon no debían mirar al sol ni bañarse en sus rayos pero sabía que obtendría una gran recompensa del avaricioso rey. Al principio se excusó, diciendo que la tarea le parecía imposible, para elevar el precio. “Pero rey de reyes,” insistió Wamukota, “nuestra especie es incapaz de contemplar el sol, tal es el precio de nuestra maldición.” “No me importa, lo quiero.” Replicó el rey Guruhi. “Pero maestro de los magaji,” Wamukota respondió,”el resto del mundo sabrá enseguida que el sol ha sido robado.” “No me importa, lo quiero.” Replicó el rey Guruhi. “Pero gobernador de la noche,” Wamukota insistió, “sin el sol el resto del mundo caminará en la oscuridad.” “No me importa, lo quiero.” Replicó el rey Guruhi. Y así discutieron durante ciento una noches, hasta que el Guruhi finalmente le preguntó a Wamukota, “¿No puedes hacer esto, Wamukota?” Al oír esto, Wamukota el Zurdo replicó, “Por supuesto que puedo. Tendrás el sol cuando te levantes mañana por la noche.”

Al día siguiente, mientras el rey Guruhi dormía, Wamukota tomó prestado el manto de la luna para poder moverse durante el día. Acudió junto al sol y le dijo, “Sol, he descubierto una conspiración contra ti, y por una sola moneda te contaré todo.” El sol le dio la moneda a Wamukota y el Kinyonyi replicó que la siguiente persona que llevara la moneda sería el conspirador. Entonces regresó al palacio del rey Guruhi. Cuando el rey Guruhi despertó, Wamukota le dijo, “He capturado el sol para ti y aquí lo tienes”, y le dio la moneda del sol. “Pero nunca debes mostrarlo,” prosiguió Wamukota, “porque he colocado una joya falsa en su lugar y si revelas que tú eres el verdadero propietario del sol todos sabrán que han sido engañados y se pondrán muy furiosos.” El rey Guruhi aceptó, pero no tenía intención de guardar el secreto. Como propietario del sol, se consideraba el dueño de todo y podía destruir con facilidad a cualquiera que se enfureciese o se sintiese engañado. Un mes después decidió mostrar su tesoro ante la corte. Se levantó ante los Laibon reunidos y sacó la moneda del sol para que todos la vieran. “¡Mirad el sol que tengo en mi mano!” Gritó. “¡El sol que brilla en el cielo durante el día sólo es una joya que he colocado allí para que cumpla el cometido del verdadero!” La multitud se sorprendió… …y el sol, viendo al conspirador que llevaba su moneda a través del cielo de la noche, envió uno de sus rayos para golpear al vanidoso rey Guruhi, del que sólo quedaron cenizas. Wamukota movió apesadumbrado su cabeza y se marchó. Había recibido su pago, así que lo que había ocurrido no era culpa suya.

Trasfondo

Originalmente extraños, pero ahora con una posición peculiar en el Reino de Ébano, los Kinyonyi toman su nombre de la palabra Luanda para “pájaro”, y muy adecuadamente, ya que este Legado viaja con más frecuencia que ningún otro. Pero para muchos Laibon los Kinyonyi son algo más que viajeros –son los Laibon del Legado que más a menudo puede obtener cosas o realizar tareas para otros Laibon. Aunque tienen una peculiar organización separada del resto de la sociedad del Reino de Ébano, los Kinyonyi siempre están dispuestos a utilizar sus talentos para beneficiar a los demás a cambio de un pago adecuado. Los miembros del Legado lo suficientemente antiguos (o cuyos sires o ancestros se molestaron en contárselo) afirman que el Legado llegó al Reino de Ébano desde Oriente, aunque exactamente de dónde es un tema de especulación. Aunque algunos Kinyonyi afirman estar emparentados con los gitanos, el Legado ya se encontraba presente en África mucho tiempo antes de que esa cultura llegara. Algunas líneas trazan sus orígenes a figuras de dioses embaucadores como Anansi o Eshu, pero no hay forma de confirmar estas afirmaciones. De cualquier manera, la mayoría de los Kinyonyi tienen cosas más importantes de las que preocuparse. Como los Akunanse, los Kinyonyi son vagabundos, pero con un propósito diferente. Muchos Laibon sospechan que el Legado procede tribus nómadas.

Cualquiera que sea la verdad, a pesar de ser extraños los Kinyonyi han conseguido ser aceptados en una especie de neutralidad que les ha permitido actuar como mercenarios en los distintos dominios, haciendo trabajos para los magaji locales o de sus ambiciosos rivales. Dada su peculiar posición, los Kinyonyi a menudo ocupan las posiciones más bajas del orden social. Incluso los antiguos Kinyonyi que han conseguido establecerse disfrutan de una escasa estima, excepto entre los demás miembros de su Legado. Aunque su reputación les precede, a menudo es como una tormenta, que los Laibon locales se preparan para resistir cuando llegan noticias de su llegada. Aunque los Kinyonyi disponen de una amplia variedad de habilidades desperdigadas entre sus filas –de hecho, puede decirse que en algún lugar existe un Kinyonyi que puede hacer casi cualquier cosa que te puedas imaginar- muchos parecen gozar de una inherente habilidad para el sigilo y el engaño. Los Kinyonyi parecen capaces de poder evitar sin esfuerzo cámaras y sistemas de seguridad que pueden atrapar a los Shango.

Algunos Laibon murmuran que los Kinyonyi son herederos de una tradición mágica más antigua e incluso más poderosa que la de los Shango – Se dice que los Kinyonyi pueden conjurar objetos del aire, resistir enormes cantidades de daño e incluso invocar a sus ancestros o a los dioses en su ayuda. Cuando se les habla de esos rumores, un Kinyonyi normalmente sonríe y sugiere que el Legado simplemente ha tenido una formidable buena suerte. Los Kinyonyi son aceptados a regañadientes por los demás Laibon, pues son herramientas demasiado útiles que desean poco más que un pago justo por su trabajo. Sin embargo, los Kinyonyi también saben que los demás Laibon no se preocupan demasiado de las desapariciones de los “pájaros” o de los ataques “preventivos” ante su llegada.

Los Kinyonyi lo aceptan como el precio que tienen que pagar por ser aceptados aunque malamente dentro de la sociedad del Reino de Ébano. Se llevan bastante bien con los Akunanse, con los que intercambian historias, los Guruhi, que los utilizan más a menudo que ningún otro Legado, los Ishtarri, que también son extranjeros, e incluso con los Xi Dundu, cuyos planes no interesan a los Kinyonyi, mientras no intenten alcanzar el poder para revocar su posición. Los Kinyonyi a menudo tienen roces con los Osebo y los Shango, que algunas veces investigan las actividades de los mercenarios, y los Naglopers, que tienen poco interés en ellos salvo para alimentarse de su carne.

Apodo: Nómadas.

Apariencia: Como viajan a menudo, la mayoría de los Kinyonyi prefieren ropa práctica como vaqueros, pantalones cortos o telas resistentes. La ropa moderna impermeable o los tejidos reciclables son también comunes. Los Kinyonyi que llevan calzado normalmente utilizan botas o zapatos para largas caminatas.

Refugio: Los Kinyonyi tienen pocas exigencias en lo que se refiere a refugios. Los que pueden permitirse un lugar donde residir se basan en sus gustos mortales, pero los refugios móviles son también comunes entre los que viajan, como caravanas, autobuses, jeeps o incluso chozas o tiendas transportables en coche o carro. El principal elemento común de los refugios Kinyonyi, incluso los estacionarios, es que normalmente pueden ser montados y desmontados rápidamente si surge la necesidad.

Procedencia: Normalmente los Kinyonyi buscan personas independientes y autosuficientes para el Abrazo, pues su existencia viajera así lo requiere. Sin embargo, son más importantes las habilidades útiles, aunque lo que se considera “útil” varía de individuo en individuo, proporcionando una variedad ecléctica de habilidades. Aunque entre los Kinyonyi hay cazadores, matones a sueldo, mercenarios y similares, entre ellos también hay chamanes, empresarios, arqueólogos, científicos, psicólogos y Laibon de casi cualquier profesión o talento. Para un Legado que a menudo se encuentra en la posición de profesional asalariado, encontrar a alguien con un nuevo talento o habilidad es mucho más importante que si ellos se “ajustarán” porque las técnicas de supervivencia siempre pueden enseñarse después.

Creación del Personaje: Los Atributos Físicos son los más comunes entre los Primarios, con los Sociales secundarios, aunque también ocurre al contrario. Los Talentos y Técnicas normalmente son más importantes que los Conocimientos, pero dependiendo del concepto del personaje no siempre es así. La mayoría de los Kinyonyi tienen algo de puntuación en Callejeo, Supervivencia, Sigilo o Subterfugio –incluso un Kinyonyi erudito normalmente aprende un poco de supervivencia de su sire o de otros miembros del Legado.

Disciplinas del Legado: Animalismo, Fortaleza, Quimerismo

Debilidad: Los Kinyonyi son conocidos por su habilidad para hacer las cosas o para descubrirlas, pero también son conocidos por su falta de tacto. Nadie está seguro de por qué, pero parece que siempre que un Kinyonyi permanece en un dominio durante demasiado tiempo, inevitablemente terminará haciendo o diciendo algo que no debería y será expulsado por ello. Es posible que su posición como extraños disponibles les haga ver cosas que los demás Laibon no ven y sean incapaces de callarse en un momento dado. En cualquier caso, cada dos semanas un Kinyonyi que permanece en un dominio dado debe hacer una tirada de Autocontrol + Subterfugio (dificultad 8) para evitar mencionar o revelar algo desagradable –verdadero o falso, a propósito o inconscientemente- sobre algo importante del dominio. Por cada mes que permanezca, el Kinyonyi también recibe una penalización de un dado a esta tirada. Teniendo esto en cuenta, revela por qué los Kinyonyi viajan con tanta frecuencia.

Organización: Los Kinyonyi tienen una organización muy débil. No hay nadie “al cargo” pero toleran su compañía y saben como contactar unos con otros la mayor parte del tiempo. Generalmente se asume que si un Laibon deja que un Kinyonyi sepa lo que necesita, otro Kinyonyi aparecerá en las semanas siguientes que podrá cumplir la tarea si el primero no puede. El Legado tiene una red informal de correo electrónico y mundano y mensajeros animales y humanos para ayudar a sus clientes a encontrar Kinyonyi que puedan hacer determinados trabajos. De una forma semirregular el Legado celebrar reuniones, normalmente fuera de cualquier dominio establecido, para que los Kinyonyi cuenten sus historias y se ofrezcan negocios y consejos. Resulta interesante afirmar que recientemente ocurrió algo que destruyó la naturaleza informal de la sociedad Kinyonyi. Hace unos pocos años, una terrible sed de sangre se extendió por el Legado, provocando entre sus miembros paroxismos de diablerie y frenesí. Desde entonces los antiguos del Legado han sido reducidos y se les ha visto muy raramente, e incluso los jóvenes son mucho más escasos que de costumbre. A pocos fuera del Legado les preocupa, pero los que lo saben simplemente rezongan y aceptan esta extraña maldición como parte de su existencia –quizás debido al arquetípico carácter Kinyonyi.
 
Cita: "Vale, puedo conseguirte esas estatuas, no te preocupes. Sólo dame unas pocas semanas para preparar los detalles. Oh, y recuérdame cuál es el museo que ese tío necesita robar." 

Estereotipos

Akunanse: Ya lo sé, aunque odie admitirlo, pero merece la pena hablar con algunos de estos tíos. Aunque son condenadamente feos.
Guruhi: Monstruos horrorosos que les gusta pensar que están al cargo. Intentan aparentar que te importa lo que dicen cuando hables con ellos, sobre todo porque si la cagas, pueden aplastarte el cráneo con una mano. Independientemente de que te gusten o no, entre ellos encontramos un montón de trabajos.
Ishtarri: Sí, muy bien. Lo que me encanta de los Ishtarri es que casi siempre quieren algo. El único problema es que la mayoría de ellos intentarán al principio ofrecerte su sangre como pago.
Naglopers: ¿Qué coño les pasa a estos tíos? La mayoría de ellos creen que ser un vampiro es una excusa para convertirse en completos degenerados. Coge su dinero si quieren pagarte, pero nunca dejes que se te acerquen demasiado.
Osebo: Estos son los tíos que tienes que evitar si vas a un lugar o vas a hacer algo que podría hacértela cagar ante el magaji local. Afortunadamente la mayoría son lo bastante tontos como para tragarse cualquier excusa que les cuentes para salir del apuro.
Seguidores de Set: Nuestros principales competidores, si es que algo como eso existe. Mándalos a la mierda si intentan venderte algo.
Shango: Si hay un Legado al que hay que decir “por favor” y “gracias” al negociar con ellos, son los Shango. Haz lo que te piden y puede que te den hechizos mágicos a cambio; apuñálalos por la espalda y te freirán el culo antes de que puedas parpadear. Pero recuerda, pagan bien cuando quieren algo.
Xi Dundu: Estos tíos son condenadamente siniestros y considerando que ellos puede que te pidan cosas tan a menudo como los Naglopers, yo los evitaría a todos por completo. Cualquier cosa sin sombra no puede ser buena.
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