Cuando se les deja a su capricho, la Manada se hunde en sus deseos más básicos, robando niños de sus cunas, secuestrando hombres de sus hogares, matando sin necesidad y dejando que sus morales se degraden a medida que la Bestia toma el control. A menudo apoyan a los Guruhi, pues su orden es el dominante en el Reino de Ébano, aunque un Osebo que busque una figura de autoridad puede sentir a gusto prácticamente con cualquier individuo –Laibon u otros- que demuestre suficiente fuerza de personalidad. No es que los Osebo deseen que alguien les dé órdenes, y cualquiera que así lo asuma probablemente terminará con su sangre en las fauces de la Manada. Sin embargo, los Osebo saben que no pueden controlarse, así que buscan a alguien que los defienda de sí mismos. De esta manera, los Osebo son bienvenidos en la mayoría de los dominios de los Guruhi. Pocos de los Reyes tienen cortes en las que no esté presente al menos un guerrero Osebo. En algunos casos se han convertido en campeones de los Magaji. En otros, son matones carentes de escrúpulos, Abrazados entre las filas de psicópatas y criminales mortales que han encontrado en la muerte la excusa para continuar actuando como en vida. La ambición no es un rasgo común de los Osebo, y la mayoría están satisfechos con participar del régimen establecido y conseguir recompensas mediante su esfuerzo. Si quisieran podrían enfrentarse físicamente a los Osebo y posiblemente incluso a los Xi Dundu unidos –pero no quieren.
Es más fácil dejar que alguien se encargue de las labores de gobierno, sobre todo si ese alguien lo quiere y parece mejor capacitado. Esto no quiere decir que los Osebo sean conformistas. Sólo que no quieren el liderazgo de los dominios. Muchos Osebo crean sociedades secretas u organizaciones criminales, ocultándose dentro de cultos religiosos y apoyando a dictadores y revolucionarios –o a dos bandos de un mismo conflicto. De hecho, los Osebo tienen dificultades para controlarse, y a menudo prosperan en dominios donde existe una fuerte autoridad, que sirve para mantenerles a raya. Irónicamente la sociedad Liabon les ayuda a trabajar para fines más constructivos. Según la leyenda los Osebo llegaron después de los Guruhi cuando recibieron el Reino de Ébano de los dioses, y han sido parte de África desde que los Laibon pueden recordar. De hecho, algunos sospechan que los Osebo ya habitaban el Reino de Ébano antes de la llegada de los Guruhi y simplemente se dieron cuenta de que los Guruhi estaban mejor capacitados para gobernar los dominios. Cuando se sugiere esto los Osebo típicamente dan dos respuestas. Los que confían en su poder la rechazan y harán una demostración física de que nadie está mejor preparado que ellos para hacer nada.
Sin embargo, la respuesta más típica es un simple encogimiento de hombros. A la mayoría de los Osebo no les importan cosas como gobernar dominios e interpretar los Mandatos. De vez en cuando aparece un Osebo antiguo de entre las sombras, sobre todo en los dominios del norte, afirmando que el linaje formó parte de una utópica ciudad que existió hace milenios. A menudo estos Osebo se parecen poco a sus parientes del Reino de Ébano, poseyendo dones diferentes a los de Cagn y con una fuerte personalidad. De hecho, pocos de estos antiguos se asocian con los Osebo y algunos afirman que ni siquiera pertenecen al Legado. A menudo se sienten frustrados rápidamente y se marchan, aparentemente porque los dominios del Reino de Ébano no se ajustan a su antigua utopía. En ocasiones se han instalado en algunos dominios y se han proclamado magaji, obligando a los Guruhi a reconocerles, pero la mayoría se marchan no mucho después. Los Osebo mantienen fuertes relaciones con los Guruhi, pero raramente frecuentan a los Shango, pues no confían en su magia. Consideran a los demás Laibon como problemas potenciales –y muchos no dejan de recordarles el poder que los Guruhi les han otorgado. Aunque pocos confían en los Xi Dundu se rumorea que todo un linaje Abrazado entre los Masai se ha unido a ellos, y está recibiendo entrenamiento en secreto.
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