Dhampira Desamparada

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Preludio: A pesar de rebañar en lo más profundo de tus recuerdos más tempranos, no eres capaz de recordar nada sobre tu madre. Papá siempre te decía que ella murió de SIDA. Entonces le tocó a él. Tuviste suerte (VIH negativo), pero los trabajadores sociales que entraron a tu vida te trataron como si fueses una apestada igualmente. Nadie quiso adoptar a una larguirucha desdentada, mestiza de ocho años de edad. Fuiste trasladada del orfanato a la casa de acogida y vuelta atrás, más veces de las que puedes recordar. En el colegio te las apañaste para suspender todas las asignaturas, pero tuviste la suficiente fuerza de voluntad y cabezonería para que tus profesores te pasasen de curso para perderte de vista. Aunque rápidamente te labraste una fama de camorrista en todos los colegios donde estudiaste, lo cierto es que más de la mitad de la veces lo único que hacías era defenderte. Todos aquellos chavales se extrañaban cuando se encontraron con que tú pegabas más duro de lo que ellos podrían responder. Bah. La próxima vez se lo pensarían dos veces. Un bonito día tu tía vino para recogerte. Dijo que te había estado buscando durante años, pero que tu padre se había mudado tantas veces que le había perdido la pista. Ella y tu tío fueron bastante buenos contigo, casi te sentiste mal cuando le cogiste aquellos cinco pavos del monedero. Te alimentaron y hasta te llevaron al dentista para ponerte el corrector, pero nunca pudieron darte lo que más deseabas: información sorbe tu mamá muerta. No sabían nada de ella, decían. Era una perdida que tu padre recogió en la carretera. No quisiste creerle y empezaste a rebuscar entre sus cosas cuando estaban ausentes. Guardado bajo llave en uno de los escritorios de tu tío encontraste al fin lo que buscabas: cartas de tu papá dirigidas a tu tío. Había escrito sobre el maravilloso encuentro con aquella belleza, una mujer angelical que le amaba e iba a ayudarle a dejar las drogas y la bebida. Incluso le enviaba fotos de ella, una barata Polaroid. Era pálida como la leche, como siempre habías imaginado que sería, mejillas hundidas y una línea de pecas rodeando su nariz. Aún retenía un retazo de belleza desgastada.

Las cartas se fueron tomando más tristes y escuetas. Le dieron positivo. No podría desempeñar ningún trabajo. Ella se sentía desdichada. No, se quedó embarazada. Una y otra vez las cartas solicitaban dinero. Tu nacimiento fue descrito en una seca sentencia y el siguiente párrafo contenía una terrible realidad: mamá no murió, se largó. Te abandonó con diez días, dejándote con tu destrozado papá. ¿Dónde había ido? Él lo desconocía; ella solía decir que tenía familia en Chicago. Sabías lo que tenías que hacer. Con tu mejor caligrafía, le dejaste una nota a tus tíos explicándoles dónde te ibas y por qué. Nunca olvidarías que te mintieron. Entonces, con la foto entre tus manos cogiste el siguiente autobús.

Concepto: No tienes ni idea de tu linaje sobrenatural. Los poderes que posees fueron desarrollados por instinto y generalmente los usas solo en peleas y otras situaciones estresantes. Sigues aprendiendo rápidamente. De hecho, unas cuantas cosas extrañas que te contó tu padre en sus últimas etapas de demencia te vuelven ahora a la memoria, estimulándote a proseguir tu investigación en una nueva dirección. A pesar de no darte cuenta y debido a tu deficiente educación, te estás convirtiendo en una pequeña detective. El problema es que probablemente tropieces con algo para lo que aún no estés preparada.

Consejos de interpretación: Con trece años, aún no has perdido ese aire infantil. Los adultos te echan una mirada y ven tus trenzas y tus rechonchos carrillos. Piensan que eres una criatura inocente. De muchas maneras lo sigues siendo; pero también encierras demasiada pena y dolor para tan corta existencia, y has cuidado de ti misma desde que tienes uso de razón. Juega con los adultos, toda miel y azúcar hasta que te decepcionen. Entonces aprieta la mandíbula, cruza tus fuertes brazos y demuéstrales con qué pequeño demonio están tratando.

Equipo: Retrato fotográfico, alegre mochila llena de registros de la administración, radiocasete portátil, peligrosa navaja, número de teléfono de tu tía (¡qué te busca frenéticamente!)

Cita: "Ésta es su foto. Es preciosa ¿verdad? Papá solía decir que tengo sus ojos... Oh, no voy a ningún sitio con extraños. ¿De veras? Bueno, si está usted seguro de haberla visto por allí".


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