Al principio, Dios diseñó los grandes engranajes del Cielo
para regular el cosmos. La órbita de cada estrella y planeta ocupaba el radio de una rueda dentada, un volante celestial que unía
otros mecanismos para configurar un dispositivo enorme e interdependiente. Los firmamentos se dividían en una intricada
tracería de órbitas, elipses, períodos y constantes, un
diseño imposiblemente vasto que desafiaba la comprensión absoluta.
Los videntes capitaneaban estas grandes órbitas y circuitos. Sabían cuándo y dónde estaría
todo, ya fuera dentro de un día o a mil años vista. Regulaban los medios según los cuales afectaría el Cielo a la Tierra, dirigiendo las mareas
gracias a las fases de la luna y girando la Tierra
para provocar el cambio de estación. De todos
los ángeles, no obstante, ellos se contaban entre
los más alejados de la humanidad. Amaban a sus
hermanos y hermanas de barro, pero era su deber
residir lejos del Edén e interactuar con los mortales
por medio de misterios tejidos en la bóveda estelar.
Cuando llegó la rebelión, un factor principal dividió a los videntes. Fue uno de los suyos, un vidente
llamado Ahrimal el que previó antes que nadie los
ominosos presagios que habrían de desembocar en
la Caída. En un principio, Ahrimal y sus compañeros creyeron que el inminente desastre ocurriría si
los ángeles rehusaban intervenir, por lo que fueron
los portavoces más fervientes de la rebelión. En
realidad, la Caída era la raíz de la catástrofe que
había previsto Ahrimal, y no hay un solo Perverso
que no siga torturado hasta la fecha por las consecuencias del error colectivo de su Casa.
Lucifer apreciaba a los Perversos como consejeros y estrategas, pues su capacidad para adivinar el futuro le había conseguido varias victorias rápidas. La guerra resultó costosa a la larga,
no obstante, dado que los Perversos no habían
anticipado su carácter destructivo. Era indicativo
de su desmesurado orgullo el hecho de que consideraran
que el gran designio no se vería alterado por sus actos.
Por último, Dios expulsó al Abismo a los rebeldes
condenados, arrojando a los Perversos a un infierno especial para ellos.
Antes habían sido criaturas del orden
y de la existencia regulada, pero el Abismo no podía ser
codificado, cartografiado ni dirigido. Sin los grandes mecanismos del Cielo para proporcionar una rutina mesurada, enloquecieron.
Cuando la Vorágine resquebrajó las paredes del Abismo, los
Perversos intuyeron de nuevo la obra de los grandes motores y
creyeron que las grietas conducían a la libertad. Sin embargo, al
emerger, encontraron los cielos abandonados y a la deriva, mientras que el gran engranaje actuaba errático y herrumbroso. Los
Perversos habían recuperado su piedra angular, pero estaba rota y
gastada, quizá sin arreglo. Lo mismo podía decirse de ellos.
Facciones: Los Perversos valoran sobre todo la
búsqueda del conocimiento. En sus pechos rotos
yace la genuina necesidad de recuperar aquella absoluta claridad cuando el universos no guardaba
secretos para ellos. Hay quienes dicen que su búsqueda de esos fragmentos de congruencia es una
mera distracción de la inevitable auscultación
interior que convierte a muchos Perversos en
Voraces. Casi ningún Perverso, no obstante,
cree que destruir los grandes engranajes de la
Creación vaya a conseguir más que condenar a
todos los caídos a un olvido más oscuro aún que el
Abismo. Por razones obvias, muchos Perversos prefieren
a los Crípticos y su búsqueda de la verdad.
Pocos Perversos se sienten atraídos por los Reconciliadores, aunque sólo sea porque los Perversos siempre estuvieron
lejos del Edén antes de la guerra. El Paraíso nunca fue su verdadero hogar, de modo que ¿por qué añorar algo que nunca
se tuvo? En vez de eso, la segunda facción más popular entre los Perversos es la de los Luciferinos. Quizá sea porque
Lucifer protegió a los Perversos de toda recriminación en
los peores momentos de la contienda. Los Perversos más
antiguos, empero, dicen que el destino de Lucifer no está
sellado todavía, aunque ninguno abunda en los motivos.
Por último, hay algunos Perversos que se ven
atraídos por los Fáusticos. Creen que controlar el destino de la humanidad no es más que otra forma de ser
trazado y dirigido. Otros ven la humanidad moderna
como un organismo sumamente complejo igual al propio cosmos, digno heredero de sus habilidades.
Preludio: Los Perversos poseen cierta afinidad por los
pacientes buscadores del conocimiento, aquellos que, al igual
que ellos, cuestionan el universos sondeándolo con valor, ensuciándose las manos, deambulando en la oscuridad sin grandes
recompensas para el cuerpo ni el alma. Ya se trate de un reportero que sacrifique sus lazos familiares y afectivos en aras de la
Gran Historia o de un ocultista que se abra voluntariamente a
los espíritus del más allá, los Perversos serán individuos devotos que canjean su alma a cambio de iluminación. La verdad
que importa al Perverso no es la pregunta en sí, sino la búsqueda de la respuesta y la lucha por obtenerla. Cuanto más se esfuerce alguien
por descubrir saberes perdidos o misteriosos —y cuanto más alto sea el precio
personal que esté dispuesto a pagar— más seductor será para los Perversos.
Fe: Todo el mundo se hace preguntas, pero pocas personas están dispuestas a buscar las respuestas. Los Perversos confían en esta dualidad para
alimentarse. En realidad, dado que los Perversos pasan por atentos oyentes,
a la gente le resulta sencillo confiar en ellos, sobre todo dado que suelen
colocarse en posiciones de autoridad y conocimiento.
Muchos Perversos con un bajo nivel de Tormento fomentan la búsqueda del conocimiento antes que su adquisición. Se concentran en los
buscadores de iluminación, haciéndose pasar por tornavoces de ideas, formulando las suficientes preguntas para empujar al mortal en la dirección
adecuada. Cuando se granjean la confianza del mortal, ofrecen pactos para
incitar al viaje antes que limitarse sencillamente a satisfacer el objetivo.
Del mismo modo, los Perversos desprecian a aquellos mortales que
busquen solamente respuestas sencillas en la vida. A menudo siegan la Fe
de estos mortales, mostrándoles esbozos de los horribles destinos que los
aguardan. Siegan para alimentarse tanto como para castigar, pero se arriesgan a abrirse a su Tormento cuando conjuran estas espantosas ilusiones.
Por el contrario, los Perversos con un elevado nivel de Tormento,
confían en estos mismos mortales despreocupados para forjar sus pactos.
Se valen de ilusiones para corromper a los mortales y les prometen ventajas materiales, distinguiendo entre quienes prefieren algo físico y quinees
buscan metas más esotéricas. Extienden su siega también a los buscadores
sinceros, torturándolos con verdades a medias y falacias, hiriendo su cordura con secretos obscenos que más valdría no desvelar.
Creación del personaje: Los Perversos creen que saber es poder, por
lo que prefieren altas puntuaciones en Atributos Mentales. Otros confían
en controlar a los demás por medio de su visión de futuro, lo que hace que
los Atributos Sociales sean su opción principal.
Cuando hablamos de Habilidades, los Perversos valoran los Conocimientos más que ninguna otra cosa, con Investigación, Academicismo y
Religión como intereses principales. También están versados en los misterios de la Lingüística, el Ocultismo y la Documentación.
A la hora de escoger Trasfondos, las dos opciones principales son
Aliados y Contactos. La búsqueda de conocimiento de un mortal implica
que haya establecido una red de afiliados mortales para facilitar su viaje.
Tampoco es inusitado que el Perverso disponga de mentores humanos si su
huésped era un estudioso del ocultismo.
Tormento inicial: 3
Saberes de la casa: Saber de la Luz, Saber de los Patrones, Saber de
los Portales
Debilidades: La curiosidad quizá sea el principal talón de Aquiles de
los Perversos. Fue su interés por lo desconocido lo que desencadenó su
caída, y es la necesidad de investigar misterios cuando se enfrentan a un
dilema, lo que los aflige ahora. Esta curiosidad suele derivarse de una cadena imprevista de sucesos que surge durante el transcurso de sus acciones.
Alguien podría decir o hacer algo significativo que escape a la concatenación de sucesos que con tanto cuidado trazara el Perverso. Lo mayoría
de los Perversos querrá saber por qué ha ocurrido esto, concentrando sus
talentos en encontrar la fuente de la anomalía, olvidando así la labor que
tuvieran entre manos.
Cita: “Tienes preguntas, mi buen amigo, pero ¿estás preparado para las respuestas?”
Estereotipos
Azotes: Los Perversos envidian en secreto a los Azotes y su
estrecho lazo con la humanidad, la facilidad con que se relacionan
con los mortales, pero rara vez manifiestan abiertamente estos celos.
Corruptores: Los untuosos y sibilinos Corruptores confunden
a los Perversos casi tanto como desconciertan los Perversos a los
Corruptores. Encuentran a los Corruptores demasiado transitorios y
orientados al “ahora” para conservar su interés.
Devoradores: Los Perversos respetan a los Devoradores por su
lealtad a Lucifer y sus dotes bélicas, pero los Devoradores son demasiado estrechos de miras. Necesitan una guía, pero los Perversos no
quieren asumir ese frustrante papel.
Diablos: Los Perversos saben que, aunque poseen visión, los
Diablos son los mejor preparados para convertir esa visión en realidad. Los Perversos también sienten afinidad por aquellos Diablos
que comprenden la importancia de la planificación y los objetivos
a largo plazo.
Malefactores: Los Perversos culpan a los Malefactores por haber inoculado conocimientos ponzoñosos a la humanidad, veneno
que se ha propagado y ahora asola la Tierra. Les cuesta perdonar a
esta Casa, salvo a los pocos Reconciliadores que intentan enmendar
los errores del pasado.
Verdugos: Los Perversos aprecian la paciencia de los Verdugos,
y frecuentemente les piden consejo y ayuda. Un puñado de Perversos
cree que los Ángeles de la Muerte serán cruciales para la eventual
redención de los caídos, y se esfuerzan por estrechar lazos entre ambas Casas.
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