Adoración a los Antediluvianos

Para los inocentes, adorar al Fundador de un Clan es sólo otra forma de adoración a los ancestros. Sin embargo, la probable existencia de los Antediluvianos (actual o previa) no lleva confirmada mucho tiempo y la adoración de estas criaturas tradicionalmente se asemeja más a la de un concepto que a la de un individuo. No enciendes una vela y le cuentas tus penas a la belleza o el arte como lo harías al Sire del Sire de tu Sire. Por esta razón es raro encontrar una fe formal en torno a un Antediluviano, con la única excepción de Set, debido a la antigua jerarquía de hierofantes que hablaban en nombre del Fundador del Clan. Los cultos de los Antediluvianos suelen ser sinónimo de cultos de la Gehenna, pero están más asentados en esta década desde que la idea de la catástrofe global sacudió nuestra sociedad por primera vez.

Se puede decir que un Vástago que desee revivir a su Fundador, ser el esclavo jefe y dar paso a un período en el que Haqim, por ejemplo, gobierne a toda la Estirpe es nihilista en el mejor de los casos. Y trastornado y homicida en el peor. La única verdad que sabemos sobre los Fundadores son rumores y especulaciones. Pero si lo que pasó en Bangladés a finales del siglo xx tuvo algo que ver con ellos, no presagia nada bueno. Y aun así, son nuestro más prometedor vínculo con el génesis de todos los vampiros, y el Libro de Nod, los Fragmentos de Erciyes y otros textos legendarios pueden ser de ayuda para explicar nuestro verdadero origen. ¿Conoció alguno de ellos a Caín? ¿Fue él real? Con todas estas cuestiones y su estatus divino no es sorprendente que muchos caigan en esta clase de fe. Algunos afirman que la religión fue el primer intento vacilante de filosofía por parte de la humanidad. “El mundo es lo que es porque los dioses así lo quieren”. Es tentador pensar lo que podríamos acercarnos a la verdad si los dioses pudieran respondernos. Aun así, sería inteligente recordar que nuestros mitos los han modelado a nuestra imagen: puede que no sean lo que imaginamos o siquiera tener nuestras respuestas, sin contar que podrían querer iluminarnos tanto como prendernos fuego.