Después de que la Iglesia perdiera el poder universal, 
el siguiente gran objeto de la adoración humana no era 
la religión, sino el concepto del Estado nación. Aquí 
es donde encontramos nuestra verdadera fuerza como 
unión: nuestros principios feudales, nuestra jerarquía, nuestro linaje e ideales. Nos convertimos en una 
hermandad universal de Vástagos, una unión global de 
ciudades Estado. En la enmarañada red de sociedades 
secretas y extraños grupos religiosos que cubrían la 
temprana América, nosotros estábamos en todas partes. Los conspiranoicos que busquen las huellas de “los 
Illuminati” en la historia temprana de Estados Unidos 
sólo encontrarán rastros de guerras nocturnas y alianzas entre criaturas inimaginables para sus limitadas 
facultades. Aun así, sus esfuerzos son inestimables para 
la Mascarada, así que bendito sea su asqueroso corazoncillo con tendencia al sesgo de confirmación.
Fue durante este tiempo de cambio cuando la 
humanidad surgió como nuestra ideología central. 
El compromiso de la Secta con esta idea radical (al 
adherirnos a lo que creemos en vida, nos apartamos de 
la Bestia) lo cambió todo. Nos cuestionábamos a nosotros mismos y a nuestros impulsos. Templamos nuestro 
sentido de superioridad con humildad y encontramos 
una forma de instruir a los Neonatos descreídos en la 
conducta apropiada sin recurrir a los argumentos de la 
condenación.
Los cínicos aseveran que nuestra obsesión con 
comportarnos como humanos es sólo una forma de 
sustentar la Mascarada. Yo digo que no importa en 
absoluto si lo es. La pretensión nos hace mejores y nos 
ayuda a ocultarnos. Ésta es la razón por la que mi recomendación siempre es hacer de la humanidad tu guía 
y la creencia, tu fuerza. Estúdiala, sigue sus modas, entiende hacia dónde va a nivel moral y ajusta tus viejos 
ideales para encajar en el estado del mundo actual.  
No te pido que te traiciones ni que traiciones a tu fe ni 
a quien fuiste, simplemente que encuentres un nicho 
moral y político en el que habitar cómodamente sin 
riesgo de parecer arcaico.
Y sin duda vimos en el humanismo, el deísmo y el 
ascenso del método empírico la visión de un mundo en 
el que los mortales serían incapaces de creer en nosotros. Pero aprovechamos la oportunidad para ayudar 
a construir un mundo sin dioses ni demonios que se 
ajustaba a nuestra reciente mentalidad protestante. 
Dios como moral, no como orden social. Ni ritos, ni 
clero, sólo tú y tu convicción contra el ansia de pecar.
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