Casi todos los Kuei-jin desprecian a los Akuma: aunque los Catayanos han caído de su posición kármica, muchos recuerdan que una de sus misiones originales era proteger a la humanidad de las maquinaciones de los Reyes Yama. Los vampiros que sirven al enemigo ancestral se convierten voluntariamente en los peores traidores, maldiciendo eternamente al wu y a la Corte a la que pertenecieron.
En la Quinta Edad, un Kuei-jin puede ser declarado Akuma por otros motivos, como la desobediencia de las reglas de una Corte, la desviación del Gran Principio o la libre cooperación con los Kin-jin.
En la Quinta Edad, un Kuei-jin puede ser declarado Akuma por otros motivos, como la desobediencia de las reglas de una Corte, la desviación del Gran Principio o la libre cooperación con los Kin-jin.
Ser marcado como Akuma de este modo suele ser considerado el castigo más humillante que se pueden infligir a un Kuei-jin; indica que el vampiro ya no forma parte de la comunidad, que ha abandonado su búsqueda de la unidad con el Gran Ciclo y que ha realizado actos imperdonables a ojos de todos los Kuei-jin. Debido a estas implicaciones, el pronunciamiento como Akuma se ha empleado muy pocas veces a lo largo de la historia. Casi todas las Cortes y Ancestros hacen lo posible por evitar tener que recurrir a esta solución, aunque en los últimos doscientos años, especialmente con la llegada de los clanes occidentales, se han creado más Akuma de lo que a cualquier anciano le gustaría. Aún más desagradables son ciertas costumbres. Los vampiros del Quincunx tienden a verse a sí mismos y a la propia China como el "centro de la existencia Kuei-jin".
Todos aquellos que residen en la periferia del Reino Medio, como las cortes uji de Japón o las Cortes Doradas del Sudeste Asiático, suelen ser tachadas de Akuma por sus costumbres ortodoxas. El hecho de que esta declaración proporcione una excusa para atacar a estas provincias limítrofes en busca de su Chi y su jade suele olvidarse convenientemente. Los Akuma tienden a atraer a los suyos. Los Seguidores de los Reyes Yama veneran con regularidad a temibles fuerzas demoníacas mientras tratan de cumplir los deseos de sus maestros en el plano material. Por tanto, hasta el Dharma del Tigre Diablo los desprecia; el papel de un Catayano es ser un demonio, no humillarse ante otro. A pesar de esta existencia, los Akuma se extienden por todo el Reino Medio; algunos han llegado a conseguir hacerse pasar por personas respetables, superar los Tres Diálogos con la ayuda de los Reyes Yama y llegar a Ancestros en ciudades importantes.
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