El mercado negro de Shanghái es de especial interés para los combatientes sobrenaturales de la ciudad. Allí se vende información, armas e incluso personas. Las estrictas leyes chinas sobre el control de la población impiden tener más de un hijo por familia y este límite se cumple con métodos siempre desagradables. Los abortos financiados por el estado, los orfanatos e incluso la explotación infantil son algunas de las medidas adoptadas para controlar a esta "población ilegal".
El mercado negro también emplea a estos proscritos como mercancía. Los Kuei-jin de Shanghái compran a los niños "sobrantes", enviándolos a centros especiales de acogida donde son puestos a la venta para los Vástagos y los Catayanos que busquen una fuente fiable de vitae o Chi.
Los Mandarines Silenciosos son conscientes de esta práctica, pero no han hecho nada por detenerla. Los efectos de este mercado humano han sido desastrosos para la ciudad. Algunos barrios se han quedado sin niños y la policía ha comenzado a realizar arrestos arbitrarios y a ejecutar a los sospechosos de traficar con niñas (se cree que son vendidas en el mercado de tratas blancas). La situación ha alcanzado proporciones de epidemia tanto entre los mortales como entre los Kuei-jin, alimentando un fuego ya de por sí peligroso.
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