Parte 05: Epílogo

La década de los 70 dejó al Sudeste Asiático en una posición precaria ya que sus diferentes naciones trataban de recuperarse de la destrucción de sus campos y la masacre de su población. Poco a poco cada país comenzó a salir adelante. A pesar del temor de que el comunismo se extendiera por la región desde la caída de la Unión Soviética, Vietnam, Laos y Tailandia recibieron inversiones extranjeras para estimular sus economías, aunque en la zona sigue existiendo una gran animadversión hacia los occidentales. Aunque el destino de los Jemeres Rojos está en duda, las medidas adoptadas en Camboya para su erradicación prometen ser casi tan violentas como las políticas de Pol Pot. Indonesia ha sufrido tres décadas de precaria unidad bajo una "democracia" que se ha hecho más dictatorial con el paso de los años.

Malasia alberga fuertes sentimientos antioccidentales (producto de los fundamentalismos islámicos), lo que ha dejado al gobierno en precaria posición de tener que contentar a su población sin enfrentar a los extranjeros. Los Kuei-jin han fomentado muchas de estas protestas, ayudando a Jemeres y a otros grupos nacionalistas.

Aunque el Sudeste Asiático sigue siendo campo abandonado para las inversiones extranjeras, su tierra y sus gentes se encuentran en una rápida decadencia. Las defoliaciones masivas durante la Guerra de Vietnam ha alterado el equilibrio natural del Chi y las atrocidades mortales y las barbaridades de los Jemeres Rojos desgarraron el tejido místico de muchas de estas naciones. Mientras tratan de reconstruirse aceptando dinero extranjero, sus gentes se pierden en los antros del vicio de Bangkok, los callejones de Singapur, las peligrosas calles de Saigón y los valles desolados de Laos. El Sudeste Asiático sigue siendo una región fronteriza del Reino Medio, un lugar de tierras diezmadas sin desarrollar, capitales corruptas, pobreza rampante, crueldad sin límites y justicia arbitraria. El fatalismo que impregna todas las Cortes Doradas hace que la zona oscile como un péndulo en la Quinta Edad... un péndulo que no tardará en caer definitivamente.