La no vida de un Catayano está marcada por la presión de tener que atender las necesidades personales y las del grupo; no un destino envidiable.
Grupos e Individuos
La maldición de un Catayano es personal, pero son muchos los que buscan la compañía de otros, tanto por la necesidad de protección (si fallan esta vez serán expulsados para siempre del Ciclo) como por la necesidad de compartir el pesar de otros desheredados. En cualquier caso los Kuei-jin, como los mortales, son personas independientes con opiniones totalmente propias. La no vida en un wu no es ni mucho menos idílica, ya que sus miembros son monstruos regresados del Infierno para compensar sus fallos mortales. Por supuesto, cada uno tendrá motivos radicalmente distintos para haber regresado de la tumba, muchos de los cuales no coincidirán con sus motivaciones.
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