es tan culpable como el hijo que las desatiende.
-Kung Fu-tzu (Confucio)
Aunque los Kuei-jin exigen ser reconocidos como los únicos inmortales de Asia, no son los únicos herederos del poder de la no vida. Su maldición, extendida por todas las tierras del Reino Medio, es un legado que oculta a los demás shen que rondan por las noches. Mientras todos los Kuei-jin se aferran a sus cortes y a sus herencias, los proscritos de la sociedad Catayana aguardan en los extrarradios, envueltos en sus propios juegos y maquinaciones. Estos pretendientes son generalmente rechazados, e incluso algunas veces no llegan a ser considerados más que un rumor caprichoso. Por supuesto, tal imagen permite a los otros shen esperar el momento propicio, trabajando en los rincones ocultos donde incluso los Kuei-jin "civilizados" temen adentrarse.
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