Este poder le permite a un Kuei-jin realizar algunos trucos con la misma materia de la que está hecha la realidad, haciendo que algunas cosas parezcan otras. Lo que resulta son potentes ilusiones, que pueden ser incluso olidas, sentidas y saboreadas.
Sistema: el jugador gasta un punto de Yang y describe la ilusión que su personaje quiere crear. Por lo general las mejores son las mas soterradas, ya que una ilusión de varios soldados que cargan colina abajo puede ser poco creíble si hace unos segundos no había ninguno allí. Tirará Manipulación + Ocultismo (dificultad 8) y cada éxito sumará uno a la dificultad de darse cuenta de que las ilusiones son solo eso, ilusiones. El Narrador puede modificar aún más la dificultad (hacia arriba o hacia abajo) para reflejar la credibilidad del engaño; aquellos Kuei-jin que crean artísticamente sus ilusiones, o las escojan con cuidado pensando en la naturaleza de sus víctimas, suelen ser más efectivos.
La víctima puede tirar Percepción (con una dificultad base de 6. modificada como se indica arriba) para percibir que han puesto el Velo de Maya sobre sus ojos; puede volver a tirar cada turno si es necesario. Si falla, interactuará con las ilusiones como si estas fueran reales, podrá percibirlas con todos los sentidos e incluso sentir dolor o caer inconsciente por las acciones de éstas, pero nunca podrá ser asesinado por ellas o sufrir verdaderos daños a menso que, por ejemplo, esos "fantasmas" le hagan tirarse por un precipicio o cortarse con un cuchillo real. A pesar de todo, utilizar esas ilusiones para hacer que alguien se haga daño suele resultar más complicado: la dificultad para percibir la mentira se reducirá en dos o más en tales circunstancias. Las ilusiones sirven mejor para persuadir a alguien para que de información valiosa, o para alcanzar algún tipo de ventaja estratégica en un juego de poder mayor, que para causar daño físico.
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