La Dirección Norte

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Desde su posición entre las sombras, el magistrado escuchó desinteresadamente los ruegos sollozantes del intruso. Sus pétreos ojos sobrepasaron las lágrimas del trasgresor y sus promesas de jamás volver a displacer a la Corte. Finalmente, cuando el idiota acabó su soliloquio, el magistrado cambió su posición sobre la silla esculpida en la piedra. Seguro ya de la finalización de las representaciones dramáticas habló, y su voz suave recorrió toda la sala.

"Realmente ha sido una brillante interpretación. No me presenta a menudo la oportunidad de apreciar el buen teatro. Tienes una capacidad que sería envidiada con igual fuerza que añorada". El magistrado no realizó movimiento algunos; sus palabras hicieron eco en el suelo de piedra como el sonido de monedas que cayesen.

La cabeza del acusado se sacudió con fuerza ante la última palabra.

"¿Sorprendido? Dime... ¿Qué destino esperabas por tus trasgresiones? No sólo has deshonrado a la Corte, sino que también no has comprometido con todos tus tratos ante los torpes Kin-jin. Eso sólo habría bastado para asegurar tu muerte, pero esta desagradable debilidad final, esta exhibición de cobardía... No hay aquí lugar para ti". El magistrado se levantó y los ribetes de su negra túnica se instalaron silentes en el suelo. "Si hubieras pensado tanto en tus acciones como en tus disculpas, tal vez hubiera habido otro mañana. Ahora puedes sollozar a tus ancestros".

Habiendo suministrado el juicio, el magistrado dejó la sala. Los guardias se llevaron al trasgresor, para que otros se encargaran de su ejecución. Sus llantos hacían eco en la enorme habitación. El magistrado dejó que los gritos apagados suavizaran sus pensamientos, llevándoselos lejos del deshonroso espectáculo que había dado aquel bobo ignominioso. Con su juicio, había colocado todo en su orden adecuado, el Cielo de las Cortes a la condenación del Infierno.


El viento que sopla del norte es frío, amargo: aguijonea profundamente y marca con un sostenido la carne debilitada. El agua se transforma en hielo y la tierra se torna dura para evitar su beso. Los Kuei-jin de esta Dirección son estudiantes inquebrantables de la ley y el orden: impermeables ante las emociones, son capaces de soportar las debilidades ajenas del espíritu, pero nunca de aceptarlas: medran ante la adversidad. Tozudos y persistentes, el norte no acepta la derrota. Las metas de los Muertos Famélicos que siguen esta Dirección son altas y llegan a ellas con honor y precisión. Alguien que pasó la mayor parte de su vida mortal renegando de la autoridad puede encontrarse en el Segundo Aliento no sólo apoyando las leyes, sino manteniéndolas incluso si tiene que aprenderlo todo.

La Dirección Norte es angosta y recta, no acepta desviaciones de su propósito. Es escarpada y no perdona por lo que sus hijos deben ser fuertes también; sin embargo, esto es algo solitario. El mundo teme a los Catayanos del norte: recluidos en sus creencias y en la tradición, ven el cambio como una amenaza. El Honor es algo supremo, la Justicia es Dios, las Leyes deben ser obedecidas. Aquellos que rompen estos preceptos deben ser castigados. Debe haber orden.

Se espera de ellos que carguen con los deberes judiciales de las Cortes. Desde el humilde Mayordomo de la Niebla Serpiente al respetado Ministro de Jade Blanco de Medianoche, todos los Kuei-jin alineados al Norte deben ser imparciales en sus naturalezas inmutables. Las emociones no pueden interferir en sus decisiones, incluso cuando estén sentenciando a otro Catayano a la Muerte Definitiva. Para los demás pueden parecer desapasionados e insensibles, pero en realidad se quedan con sus emociones para ellos, tras fachadas austeras y oficiosas. Honran las Cortes con su decisión y sienten amor profundo y duradero por la tradición. El fracaso es deshonroso y esta Dirección nunca lo perdona; sólo sobreponiéndose ante la adversidad puede uno reforzarse para la iluminación. Es en el Norte donde los antiguos de las Cortes ponen su confianza.

El color favorecido por el Norte es el negro. El negro es sólido y estable, no casual. Es el signo de la seriedad y una figura vestida de ese color adquiere respeto e importancia. No hay nada divertido en llevarlo, no hay orgullo. Es la ausencia de todos los demás colores y, por todo esto, las ropas del oficio siempre lo lucen. Con su pasión por la ley y gusto por el orden, los Catayanos de esta Dirección tienen poco uso para la coloración llamativa o frívola.

El número seis simboliza a los Kuei-jin del Norte. Su significado es el de la sexta casa del zodiaco, el número seis apunta a la serpiente, que está afiliada con la elasticidad, la voluntad y una focalización enérgica: a través de sus estrellas fluyen poderes enigmáticos y conciliación. También corresponde numismáticamente a un poderoso sentido de la responsabilidad. Estas connotaciones recuerdan sus deberes a los Kuei-jin que siguen este camino: raro es aquél de entre ellos que elude su lugar en la sociedad o titubea en sus asignaciones.

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