Los hijos suponen una inversión importante. Un padre que desee mantener la buena economía de su familia durante la siguiente generación para asegurar de este modo su posteridad, debe ser capaz de distinguir a los descendientes capacitados de los incapaces de tener éxito. En una familia con éxito, los que tienen mayor potencial reciben la enseñanza de los clásicos necesaria para parar las pruebas de servicio civil y convertirse en funcionarios de alto nivel. A los no tan dotados pasan a ocuparse del negocio familiar se dedican al comercio. A los que carecen de potencial alguno se les manda a convertirse en soldados o funcionarios de segunda o, si la familia puede permitírselo, se les mantiene. Las familias pobres tienen menos opciones y pueden hacer poco más que quejarse de su infortunio cuando el cielo les castiga algún pecado otorgándoles un descendiente inútil.
El jugador que interpreta al padre debe hacer una tirada de Percepción + Empatía de dificultad 9 para juzgar la valía del hijo con precisión. Esta tirada suele hacerse cuando éste comienza a madurar, entre los 13 y los 15 años para los niños y un poco antes para las niñas. Un éxito permite al padre hacerse una idea generalizada de los puntos fuertes y débiles del hijo, y con suerte, protegerlo de las tentaciones que pueden afectar a su desarrollo. Con cinco éxitos, el padre es capaz de darse cuenta realmente de cómo es el hijo, lo que le permite saber exactamente qué grado de atención darle para que se convierta en una persona ejemplar.
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