Sistema: El practicante debe marcar físicamente a la víctima o su residencia con una mezcla de aceite de hueso (ver Beso de Aceite de Hueso), tierra de una tumba y cenizas de una denuncia de los crímenes de la víctima escritos cuidadosamente. Este rito se tarda en celebrar una media hora, y debe tener lugar en presencia de la víctima o en su residencia. Afortunadamente, es una ceremonia lenta y lo suficientemente sutil corno para poder llevarse a cabo bajo el cobijo del Sudario de la Noche (Prana Yin).
Los efectos reales dependen del tipo de espectros y kuei que atraiga la víctima, pero ser el objeto de los ataques de varios Wan Kuei nunca es agradable. Mediante oraciones y magia se puede mantener alejados a los fantasmas de la zona, pero esto sólo sirve para enfurecerles. La marca permanece, incluso en la muerte, y si la víctima muere y va a las Fuentes Amarillas, su existencia se verá perturbada eternamente por los ataques de los espíritus Yin malvados. La única forma de borrar la marca es pagar por el mal cometido, cuya naturaleza general puede adivinarse con la ayuda de cualquier médium o exorcista (si no por los insultos horripilantes de los fantasmas malvados que rodean a la víctima). De lo contrario, el sujeto sufrirá el mal sobrenatural durante el resto (probablemente muy acortado) de su vida.
Nivel 06 - La Caza Justa [Chi]
Los Bailarines de Hueso, al igual que las Grullas Resplandecientes, salvaguardan la santidad de sus ancestros. Sin embargo, a diferencia de estas, no suelen actuar de forma directa contra los que desprecian o ignoran a los difuntos. En lugar de esto, dejan que los espíritus del Mundo Yin se ocupen personalmente de estos asuntos de falta de respeto.
Esta ceremonia marca el objetivo para la atención de los kuei, los fantasmas malvados y otros espíritus Yin impuros. Los efectos exactos varían, pero pueden ser desde enfermedades devastadoras a pesadillas que amenazan la
cordura o simplemente una muerte horrible e inexplicable a manos de un brutal asaltante invisible. Los Bailarines de Hueso no infligen este castigo a la ligera, sino que sólo lo reservan para los que cometen lo que consideran actos serios de maldad, como profanar un cementerio o un santuario ancestral o quemar bibliotecas y perseguir a eruditos legítimos y buscadores de sabiduría.
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