Hong Kong - Gaki

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Lo siguiente fue recuperado de un Disquete encontrado en Tokio.

Es una cosa de dios la batería de la computadora, no puedo conectarla, en Japón hay 240 voltios de corriente. Al menos mi recargador seguirá funcionando.

Me registré en el Hostal a las 8:30 pm hora de Tokio, que son las 13:30 pm hora de San Francisco: después del largo vuelo mi cabeza dijo que era hora de acostarse. Me desperté a las 3 de la mañana, muerto de hambre, me vestí y salí a buscar algo para comer.

Los restaurantes estaban todos cerrados, pero vi una fila de máquinas expendedoras, todas bien etiquetadas en japonés. Tenía un montón de monedas de cien yenes, así que jugué en tres de ellas, el resultado fue una botella de sake, una botella de jugo de mango y una lata de café helado con crema y azúcar. Dije “gracias a los dioses del azar” y me bebí los tres.

Entonces oí una voz detrás de mí decir: “¿Quizás necesitas ayuda? ¿Estás perdido?” me di la vuelta y vi a un chico japonés con un Kimono negro. Le conté mi historia y me dijo que conocía un lugar donde podía desayunar. Me llevo por las estaciones de metro, nos bajamos en una parada más tarde, entramos en ese edificio grande tomando un ascensor hasta el piso 13. Dije algo sobre la suerte y él se río diciéndome que en Japón los números desafortunados son el 4 y el 9.

No me sorprendió demasiado cuando el lugar del desayuno resultó ser su apartamento, o incluso cuando el desayuno resultó ser huevos revueltos, una hamburguesa y arroz blanco, acompañado de un té verde.

En el momento en que había terminado de comer, le había contado de cómo mis padres murieron en un accidente de avión y de cómo había decidido gastar el dinero del seguro viajando un rato antes de conseguir un aburrido trabajo de programador de computadoras. Me dijo su nombre, pero mi lengua seguía tropezando con las sílabas, así que me dijo que podía llamarle “Hey tu”. Aun así, lo anoté y lo escribiré aquí ahora: Su nombre es Heike Yusuke Saburo.

Luego me rodeó con el brazo acercándose y sentí sus calientes labios en mi cuello, nublándose mi mente completamente. Después de eso, comencé clases de idioma mientras él bebía lentamente mi sangre. La palabra japonesa para lord es daimyo, nombre grande. La palabra inglesa para alguien que está muerto, pero todavía vive al beber sangre es vampiro. Le pregunte cual era la palabra japonesa para vampiro.

“Los estudiosos los llaman Jiki-Ketsu-Gaki” luego dijo “aunque la mayoría de las personas solo les dicen Gaki, que significa los muertos hambrientos, aunque también significa niños mimados, ¿Te ha gustado el desayuno?”

“Es el desayuno más emocionante en el que he estado.” Le dije.

Un poco antes del amanecer, llamo un taxi para mí. Bajé al primer piso, seguía siendo un edificio demasiado alto como en Inglaterra. Allá conducen por el lado izquierdo de la carretera, en Japón también. El conductor tiene un botón en el salpicadero que abre la puerta de la acera, luego me subí al taxi y le dije que me llevara a Ginza. Intente darle propina, pero él me dijo que era todo a través de una factura.

Pasé la mayor parte del día haciendo compras. Los kimonos de seda son trajes muy expresivos. Tengo uno de todos modos. Temprano en la noche tome un taxi negro hasta el hostal para guardar mis nuevas compras. Luego salí a cenar antes de que el restaurant cerrara, mi Spaghetti venía acompañado de arroz blanco.

Luego fui a un pequeño parque en la calle, la luna llena era lo suficientemente brillante como para escribir, así que me fui al Hostal y recogí mi computadora. Había escrito la primera página de este diario cuando note a una mujer de pie junto a mí. Tenía el pelo corto y negro, llevaba una blusa blanca con una chaqueta y falda gris, sus ojos brillaban. Ella miraba mi computadora, rápidamente guardé el archivo y puse uno de los juegos que tenía, mientras ella me veía jugar. Cada vez que mataba a uno de los malos dentro del juego, ella soltaba uno de sus botones, luego empezó a soltar mis botones, después de todo, apagué la computadora y nos metimos entre las sombras, ella me sostuvo en sus brazos, su pelo era suave y su piel muy cálida, sus labios eran aún más calientes.

Ya no podía ver la luna, solo sus ojos, no podía sentir la hierba debajo de mí, sólo sus manos sobre mi piel, el mundo empezó a alejarse y mis pensamientos no mantuvieron juntos a más de una o dos frases. Estaba demasiado cansado para hacer algo, sólo me quede allí, sintiendo sus labios besarme.
Luego vino.

Ella le gruñó. Él se río y sacó una espada, que brillaba a la luz de la luna. Ella se agacho en cuatro patas, siseando en señal de desafío, luego salió corriendo, sinuosamente elegante, moviendo su larga cola.

“Los gatos son de mala suerte” me dijo. “Especialmente de cola larga”. Me puso de pie colocando un brazo alrededor de mí, me dijo algo sobre la computadora y la recogió por mí, en el camino me conto sobre los gatos.

Los japoneses creen que el gato es el animal más ingrato de todos. “Fue el único que no vino a decirle adiós a Buda cuando estaba moribundo, era demasiado duro de corazón y egoísta, no llegaría hasta que hubiese terminado de lavar su piel, cuando finalmente llego, Buda ya había muerto.”

Los japoneses creen que el gato debe tener su cola cortada, cuando aún es un gatito. De lo contrario no morirá de vejez; solo envejece y envejece hasta que un día descubra como transformarse en un ser humano. Me dijo “A veces eligen la forma de una hermosa mujer” continúo diciendo “A veces toman la forma de alguien que han estudiado: tu mejor amigo, tu abuela o incluso tu jefe, les gusta tener sexo y también les gusta dar órdenes”. Pero transformarse en un ser humano tiene un precio, ellos usan su fuerza vital, su ki, para hacerlo. Recargan su ki succionándolo de alguna víctima, como yo.

Cuando terminó, regresamos a su departamento. No había parecido tan cerca la noche anterior, el tiempo no parecía moverse al mismo ritmo ahora, miré mi reloj mientras tomábamos el ascensor y eran las 9 de la noche, lo miré por segunda vez y eran las 2 de la mañana…

Esa mañana cuando me fui, me dio un libro con un mapa en el que muestra el edificio con su apartamento y su dirección en japonés, antes de irme me dijo “Si vuelves esta noche, trae todo lo que no quieras perder”.

Salí ese día he hice turismo, un poco antes de la puesta del sol volví al hostal, pagué mi factura y me entregaron mis maletas, tome otro taxi y le mostré el libro con el mapa al conductor, y él me llevo al edificio de apartamentos, he traído el computador y escribo en el vestíbulo, cuando termine subiré al piso 13.

No sé lo que sucederá a partir de entonces, pero sé que no será aburrido.
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