11 - El Estado Libre Anarquista

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Con la restauración del dominio Toreador sobre Francia, muchos anarquistas se vieron obligados a huir hacia los Estados Unidos, una nación relativamente libre de la influencia de la Camarilla en esa época. Un gran número de los antiguos de la Camarilla pensaba que Estados Unidos era una zona salvaje y algunos llegaron a considerarlo como un “destino” útil para los Cainitas descontentos. El Sabbat tenía cierta presencia en Estados Unidos, pero las disensiones internas habían interferido con sus esfuerzos para asegurar su dominio sobre el nuevo mundo.

A pesar de este vacío de poder, los anarquistas fracasaron en la misión de crear un dominio propio a gran escala. Muchos de los anarquistas que llegaron a Estados Unidos huían de los arcontes de la Camarilla, desconocían en quién confiar y carecían de organización interna a la que dirigirse. En general, sólo estaban interesados en hallar un territorio de caza tranquilo y proseguir con su existencia. Con el paso del tiempo la Camarilla acabó llegando a Estados Unidos reclamando dominios en las principales ciudades de la costa este. Los enfrentamientos resultantes entre los anarquistas residentes y los Vástagos de la Camarilla o del Sabbat no fueron violentos. No necesitaban serlo. La ciudad en la que vivían los anarquistas iba incrementando su tamaño hasta que llegaba el momento en que las antiguas zonas de caza anarquistas eran reclamadas por el príncipe y su cuadrilla. Los usurpadores le indicaban con educación que ahora se encontraba en una ciudad Camarilla y que quizá podría encontrar mejores zonas de caza al oeste. Aunque este proceso fue lento, también fue inexorable. Alrededor del 1900, un elevado número de anarquistas había sido expulsado hasta la costa oeste americana, concentrándose en ciudades como San Francisco y en un pequeño pueblo portuario conocido por el peculiar nombre de El Pueblo de Nuestra Señora la Reina de Los Ángeles de Porcioncula, mejor conocido por Los Ángeles.

A principios del siglo XX, el pueblo de Los Ángeles ya estaba experimentando el milagroso crecimiento que lo transformaría de un pequeño pueblo de 10.000 habitantes hasta una de las mayores ciudades del mundo en un período de 100 años. La Camarilla reconoció la necesidad de establecer una presencia en esa importante ciudad, por lo que en 1924, nombró príncipe al antiguo alcalde español Don Sebastián Juan Domínguez, con la misión de hacer algo para solucionar el problema anarquista. Pero para desgracia de la Camarilla, esta había sobrestimado al español. Don Sebastián era una criatura vana e indolente cuya idea de sociedad era rodearse de Toreador como él y dejar que el resto hiciera lo que quisiera. Esta actitud favoreció a los anarquistas, ya que por fin disponían de un lugar en el que el príncipe no se preocupaba por lo que hacían siempre que se mantuvieran alejados de su camino. Cientos de anarquistas comenzaron el éxodo hacia la ciudad de Los Ángeles y los pueblos que la rodeaban.

Uno de los anarquistas que se desplazaron hasta la zona de Los Ángeles fue un Brujah llamado Jeremy MacNeil. MacNeil fue Abrazado en 1657, casi dos siglos más tarde de la Revuelta Anarquistas, aunque James, su sire, había formado parte de la rebelión de los campesinos que acompañó a Tyler en 1381 y había luchado en el bando anarquista en España e Italia. Había enseñado a Jeremy a amar la libertad y a luchar contra la opresión, por lo que Jeremy peleó contra los opresores británicos en Escocia, Irlanda y Estados Unidos. Los príncipes de todas las ciudades norteamericanas le consideraban persona non grata, por lo que acabó emigrando a Los Ángeles en 1943. Aquí, MacNeil se encontró con un barril de pólvora listo para estallar. Más y más anarquistas llegaban a una zona repleta de visionarios anarquistas como Salvador García, Marguerite Foccart y el famoso Smiling Jack. Poco a poco, todos los Vástagos de Los Ángeles iban mostrándose en desacuerdo con los caprichos de Don Sebastián, uno de los cuales era variar radicalmente su comportamiento desde la libertad más absoluta hasta la represión más absurda.

Pero los anarquistas estaban familiarizados con ello; aunque pocos habían sido testigos de la Revuelta Anarquista, muchos sabían que los anarquistas del pasado se rebelaron contra sus antiguos y casi consiguieron fundar una sociedad donde los Vástagos no fueran valorados por su generación o bienes, sino por su valía como individuo. Sabían que los líderes anarquistas habían traicionado este sueño y que los Vástagos de la Camarilla hicieron acopio del poder para uso propio. Los nuevos anarquistas llegaron a la conclusión de que California les ofrecía una nueva oportunidad para hacer realidad una utopía que demostraría a todos los Vástagos que los Cainitas eran capaces de convivir en armonía sin la presencia de un príncipe o un primogénito. Esta sociedad de iguales actuaría como símbolo para los anarquistas de todo el mundo que anunciaría que había llegado el momento para retomar el camino de la revolución contra todos aquellos que les habían despojado de su libertad y voluntad propia.

En 1944, los rumores del descontento de los Vástagos locales llegaron a oídos de Don Sebastián, por lo que tomó las medidas necesarias para solventar el problema. Ordenó que Jeremy MacNeil fuera detenido y apaleado, creyendo que con esta medida pondría punto y final a cualquier deseo de rebelión por parte de esos estúpidos revolucionarios. A pesar de que Salvador y otros anarquistas desearon utilizar el apaleamiento ‘como punto de partida de la revuelta, MacNeil les aconsejó que tuvieran paciencia y estuvieran preparados, por lo que los anarquistas estudiaron al príncipe y a los primogénitos durante seis semanas, localizando sus refugios y descubriendo sus defensas.

Finalmente, el 21 de diciembre de 1944, dio comienzo la Segunda Revuelta Anarquista. Antes del amanecer, varias partidas compuestas por anarquistas fuertemente armados atacaron a los antiguos en sus refugios. Aunque no todas las partidas tuvieron éxito, una amplia mayoría se alzó con el triunfo, por lo que aquellos Vástagos que pudieron escapar huyeron de la ciudad lo más rápido que pudieron. El propio Don Sebastián fue asesinado por Salvador García en un fiero combate que acabó con el incendio de su rancho. Tras su éxito inicial en Los Ángeles, los anarquistas se desplazaron hacia el sur y “liberaron” San Diego, dirigiéndose acto seguido hacia el norte con la intención de hacer lo mismo en San Francisco. Pero allí no tuvieron éxito, ya que Vannevar Thomas, el príncipe de la ciudad, organizó una férrea defensa que consiguió detenerlos. Pero a pesar de esta derrota, los anarquistas habían conseguido una gran gesta en tan sólo tres meses.. El Estado Libre Anarquista, nombre que adoptó la coalición, se extendía desde la frontera mejicana hasta San José, conformando un territorio sin príncipe, sin primogénitos... sin cuerpo “gubernamental” (en el sentido de la Camarilla). El Consejo Revolucionario, que había sido fundado para coordinar los esfuerzos militares de los anarquistas, decidió adoptar una serie de medidas de autogobierno antes de disolverse, creando lo que se llamó “El Status Perfectus”.

Aunque estaba basado en filosofías anarquistas del pasado, el Status Perfectus constituyó un documento revolucionario, el primero en reflejar el sueño anarquista de forma clara e inequívoca en los tiempos modernos. Hacía un llamamiento a los anarquistas de todo el mundo para que se apoyaran entre ellos sin importar la afiliación de clan con el fin de librarse de las ataduras del Lextalionis, prometiendo una nación libre de la opresión política y de los perjuicios de los antiguos y jurando hacer extensiva esa libertad a todos los Vástagos del mundo.

La consecuencia inmediata de la Segunda Revuelta Anarquista sorprendió a todo los Vástagos, y en especial a los anarquistas. En vez de unirse en una hermandad gloriosa, los Vástagos formaron pequeñas cuadrillas y bandas híbridas que se adueñaron de determinadas zonas geográficas (a las que llamaron baronías), prohibiendo a los extraños que cazaran allí. Fue como si con la ausencia de la Camarilla para crear y mantener príncipes y feudos, los anarquistas hubieran decidido reinventarlos.

Estas acciones actuaron como un gran golpe filosófico para aquellos anarquistas que se dedicaron a estudiar el Estado Libre Anarquista con la esperanza de ver como sus ideales eran puestos en práctica. Lo que acabaron encontrando fueron manadas de Vástagos que se abalanzaban con demasiada frecuencia sobre las gargantas de sus iguales. Los eruditos comenzaron a filosofar sobre si esta incapacidad de crear una sociedad perfecta era resultado de la Bestia que mora en el interior de cada Vástago o se trataba de una mera fase de transición que el Status Perfectus debía sufrir en su camino para formar una sociedad igualitaria unificada.

Por desgracia, los anarquistas nunca tuvieron la oportunidad de averiguarlo. El Estado Libre demostró ser extremadamente resistente, ya que consiguió sobrevivir a un ataque directo del Sabbat en 1965 y a una guerra civil entre los Vástagos y una banda mortal en 1992, pero acabó mostrando su debilidad durante la invasión Catayana de 1998. Los anarquistas llegaron a ocupar San Francisco durante un breve período de tiempo, aunque fueron expulsados por los Vástagos Catayanos a mediados de 1998. También perdieron San Diego cuando Tara, el “barón” de la ciudad, se unió a la Camarilla a cambio de su nombramiento como príncipe. Pero lo que acabó significando el fin de la Segunda Revuelta Anarquista fueron las intrigas externas y las disensiones internas. El Quincunx de los Catayanos, al verse obligado a reconocer que no era económicamente factible invadir el Estado Libre Anarquista por la fuerza, puso en marcha una estrategia de “divide y vencerás”.

Los invasores ofrecieron a Salvador García, líder de la banda de la Hermandad, ayuda en el conflicto que mantenía contra los Hijos de la Cripta, liderada por Mohammed al-Muthlim. Aunque nadie ha logrado entender los motivos que impulsaron a un veterano guerrillero como Salvador a aceptar ayuda de un bando que había atacado con anterioridad a su querido Estado Libre Anarquista, lo hizo; y este movimiento constituyó el principio del fin para el estado libre. En unos pocos meses, los anarquistas más importantes de todo el dominio acabaron aceptando cargos importantes en las fuerzas Catayanas. El Quincunx vendió a los anarquistas su imagen de portadores de paz y defensores del sueño igualitario. Bajo el “Mandarinato de la Nueva Promesa”, los Vástagos cualificados ascenderían hasta las posiciones de poder y el fuerte no prosperaría a expensas del débil. Para una facción de anarquistas cansada de luchas internas, la propuesta era demasiado apetitosa para resistirse. A comienzos del año 2000, Los Ángeles había pasado a formar parte del dominio del Mandarinato de la Nueva Promesa.
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