Anarquistas Liberados

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Hacia el cambio de milenio, tal vez la mayoría de los Ancillae occidentales y, sin duda alguna, una apabullante mayoría de los Neonatos, tenían al menos una mínima presencia en Internet, aunque una compatible con la Mascarada. De hecho, algunos Vástagos progresistas sostenían que no mantener ningún tipo de presencia en Internet constituía, de por sí, una ruptura menor de la Mascarada. Después de todo, cualquier Vástago que interactúe con la cultura americana contemporánea pero no pueda proporcionar un correo electrónico o una cuenta de Facebook parece cada vez más sospechoso.

Cierto, es terriblemente peligroso hablar de asuntos vampíricos por e-mail y absolutamente criminal escribir sobre ello en redes sociales al alcance de los mortales, pero mientras los Vástagos se daban cuenta de que todo lo que decían online existía como información en alguna parte, el creciente número de vampiros jóvenes en Internet no se vio inicialmente como problemático. Después de todo, no es que los vampiros puedan afectarse unos a otros con Disciplinas a través de Internet.

La tolerancia benévola de la Camarilla hacia Internet fue desafiada por primera vez en 2004, cuando el tratado político Anarquistas liberados, un nuevo manifiesto para la era digital apareció en las bandejas de entrada de vampiros desafectos de la Camarilla por todo el mundo. Un manifiesto mucho más largo y más sofisticado políticamente que el Manifiesto Anarquista original (y planteado abiertamente como una respuesta a éste), Anarquistas liberados intentó sintetizar una gran variedad de teorías filosóficas sobre individualismo, colectivismo, libre albedrío contra autoritarismo, socioeconomía e incluso post-humanismo, a partir de pensadores que abarcaban desde Rousseau a Descartes, desde Marx a Adam Smith, desde Saul Alinsky a Ayn Rand, aplicando todas ellas a la condición vampírica. Los Vástagos filósofos podían debatir hasta qué punto el autor (o los autores, pues el manifiesto estaba escrito en primera persona del plural) había integrado coherentemente a estos pensadores tan radicalmente distintos en un único ethos vampírico. Pero la mayoría de sus destinatarios no eran filósofos. Eran vampiros jóvenes y enfadados, resentidos con sus Sires opresores y que eran particularmente receptivos a la pregunta de tres palabras que se repetía por todo el trata- do: «¿POR QUÉ OBEDECES?». Constantemente, siempre que aparecía la pregunta en el texto, el color de la fuente cambiaba a un rojo sangre intenso y, aunque el tratado se había publicado anónimamente, el misterioso autor (o autores) pasó a ser conocido como la “Pregunta Roja”.

Es de destacar que los destinatarios de Anarquistas liberados raramente eran potenciales terroristas. Por el contrario, la Pregunta Roja eligió a vampiros conocidos por su carisma personal, dotes informáticas o, por encima de todo, un talento innovador con ciertas Disciplinas. Un objetivo inicial importante fue una coterie Tremere de Washington D.C. que era pionera en la Senda taumatúrgica conocida como Tecnomancia. Pese a todo su diligente trabajo en desarrollar la nueva Senda tecnológica para el Clan Tremere, la coterie era continuamente maltratada por los Antiguos de la Capilla, que consideraban sus innovaciones como una curiosidad en el mejor de los casos y como un insulto hacia las raíces herméticas del Clan en el peor. No fue de ayuda que, con el tiempo, los jóvenes alborotadores se hubieran ganado una reputación de simpatizantes de los Anarquistas.

Para esos Tremere, el mensaje implícito de Anarquistas liberados era incluso más importante que su simple lenguaje: “Hay Vástagos que son como tú. Podemos verte, escucharte y hablarte de formas que tus Antiguos jamás entenderán”. Tras meses de acaloradas discusiones internas y furiosos intercambios de e-mails, toda la coterie desapareció de la Capilla de Washington D.C. y desertó en masa a los Estados Libres Anarquistas. En menos de seis meses, publicaron instrucciones para un nuevo ritual llamado irreverentemente “Fangbook”, que permitía al ritualista colgar mensajes e incluso fotos en una cuenta normal de Facebook que parecerían a los no iniciados frívolos memes de Internet, pero que eran claramente legibles para cualquiera con Auspex. Fangbook fue el primer ritual conocido diseñado específicamente para usarse en Internet, pero no sería el último.
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