Aunque muchos Anarquistas reniegan de Caín o incluso de Dios, la libertad de creencias fue un principio fundamental de la Segunda Revuelta Anarquista. Como resultado, nos hemos convertido en un refugio para fanáticos de religiones tanto mortales como vampíricas. Es probable que la mayoría de nuestros Cultos sean Nodistas y no pocos de ellos fueron en sus orígenes escisiones de la Camarilla o del Sabbat, pero sus formas de liderato son muy variadas. Mientras que algunos son dirigidos como Comunas, otros dejan los más pequeños detalles de su existencia a un sumo sacerdote o concilio clerical y algunos afirman no tener ningún tipo de orden codificado. Todos los aspectos de la sociedad pueden basarse en una fuente histórica y puedes oír que a los oficiales se los llama ensi o sanga o gudu u otras cursilerías anticuadas.
No es necesario decir que en esos dominios la separación entre la iglesia y el estado es desconocida y que, si permiten la presencia de no creyentes entre ellos, éstos deben aceptar una posición de segunda clase. Los estados cultistas suelen durar poco, incluso para los estándares Anarquistas (si los cismas internos no los condenan, su extremismo tarde o temprano molestará a algún Vástago poderoso), pero siempre hay excepciones, particularmente entre aquellos cultos que también practican artes u oficios que los hacen útiles para otros dominios.
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