Islas

Con esto no nos referimos a islas literales, sino a dominios Anarquistas rodeados por territorios de otras Sectas. Sea cual sea su estructura, deben calcular todo lo que hacen teniendo en cuenta a sus poderosos vecinos. Con frecuencia, se convierten en estados clientes de un dominio vecino más poderoso que les puede conceder un cierto autogobierno o tan sólo la apariencia del mismo. Incluso si evitan ese destino, deben embarcarse en negociaciones constantes y firmar montones de tratados sólo para mantener su soberanía. Por otro lado, su posición especial puede otorgarles ciertas ventajas. Pueden convertirse en una especie de Elíseo ad hoc donde pueden llevarse a cabo negocios o diplomacia entre Sectas y grandes estados Anarquistas. Pueden servir como un refugio para personas no gratas cuyas ofensas no son lo bastante graves como para merecer una Caza de Sangre o ser un lugar dónde Vástagos respetables de otras Sectas pueden operar fuera de sus leyes habituales. Los líderes de islas juiciosos aprenden a promover este comercio “turístico” y pueden asegurarse así una considerable influencia a lo largo del espectro político.

Pero deben andarse con cuidado, pues en el momento en que se conviertan más en una molestia que en una ayuda, serán fácilmente aplastados. Estos dominios son tolerados por el Movimiento como males necesarios, pero sus ciudadanos suelen ser tratados como colaboracionistas cuando se aventuran en cualquier otro territorio Anarquista (he tenido que rescatar embajadores salpicados de Sangre en más de una ocasión).