Asuntos Sociales

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Como todos los Vástagos, los anarquistas buscan la compañía de otros, aunque sea para pretender que no son unos monstruos nocturnos chupadores de sangre durante algunas horas o para hacer y recibir elogios. Suelen tener las mismas instituciones que la Camarilla, con algunas diferencias. Algunas comunidades anarquistas han instaurado la tradición de un “elíseo anarquista” en el que todos los anarquistas pueden reunirse sin temor a represalias violentas (normalmente como resultado de ciertos ideales políticos o como consecuencia de una venganza).

Aquellos miembros de cualquier otra secta que visiten el Elíseo anarquista no están protegidos por él, y unos cuantos han llegado como invitados de una manada para acabar huyendo de las garras de otra. Aunque este hecho suele poner cierta presión sobre las facciones anarquistas de muchas ciudades (la designación de un Vástago con suficiente capacidad como para actuar como Guardián del Elíseo aleja un elemento valioso de las líneas de choque), permite que los anarquistas demuestren hasta donde han llegado. Los detractores del Elíseo anarquista son bastante numerosos. En su opinión, el propósito del anarquismo no es imitar las costumbres de la Camarilla, sino reconstruir modelos que funcionen. Esta idea es popular en el interior del Movimiento Anarquista, por lo que los Elíseos no son comunes y están alejados, ya que sólo pueden existir en aquellas ciudades donde exista un barón (o un dirigente capaz) que pueda mantenerlo.

Otro convencionalismo que los anarquistas han adaptado de la existencia de la Camarilla es el salón, convertido en el foro preferido de los anarquistas más ideológicos. Estas reuniones se llevan a cabo en cualquier lugar del que disponga el anfitrión (un hotel, una mansión, un almacén abandonado), a la que acuden los Vástagos para opinar sobre filosofías de toda clase. Cabe decir que se pone menos énfasis en vestir a la moda que en los salones de la Camarilla y que la mayor parte de la pompa está ausente. Los anarquistas que gustan de esta clase de reuniones se ven más como filósofos que como mecenas adinerados.

Aunque no son adustos, los salones anarquistas ‘van al grano” desde el principio hasta el fin, motivo por el que suelen estar frecuentados por antiguos e idealistas en vez de por aquellos anarquistas con un comportamiento más agitador. Se conocen casos en los que algún asistente es un Vástago leal a la Camarilla que acude por el mero placer de la discusión intelectual. Aunque no son tan secos como los jóvenes anarquistas piensan, los salones anarquistas suelen ser más sobrios y cerebrales que los de la Camarilla. Es importante recalcar que la palabra clave es suelen; los Vástagos de la Camarilla son perfectamente capaces de organizar salones que son algo más que meros escapárates para que los asistentes muestren sus joyas, y más de un salón anarquista que ha comenzado con un debate sobre la interpretación neomarxista de las Tradiciones de la Camarilla ha acabado en un homicidio en masa de proporciones legendarias.

Los anarquistas han tomado prestado de los Brujah lo que se conocen como griteríos. Los griteríos son algo similar a los salones, pero su puesta en escena es distinta. La diferencia principal radica en que un salón consiste en una pequeña reunión de anarquistas con el propósito de debatir acerca de una nueva idea, una filosofía política o una teoría embrionaria. Un griterío, por otro lado, es algo más parecido a un “escenario público” en territorio anarquista. Cualquiera (no sólo los anarquistas) puede venir y expresar su opinión sobre cualquier tema. La única formalidad es que se trata de un concurso de popularidad. Los que exponen ideas poco populares pueden ver como son insultados o agredidos desde el gentío mientras que los defensores de ideas más populares pueden verse animados a seguir e incluso a improvisar bajo pena de agresiones. Como es obvio, estas reuniones son algo más brutales que los salones, por lo que suelen ser los lugares escogidos por los anarquistas incendiarios para agitar a la multitud. También sirven para que los barones provean a los anarquistas locales de una oportunidad para desfogarse con algo de discusión sincera. Como ocurre en los salones, las cosas pueden ponerse feas si el organizador no los vigila.  No es raro que los barones tengan a mano bandas mortales o de ghouls para el caso de que los anarquistas dejen que su pasión escape de su control, aunque incluso estas medidas pueden ser insuficientes. Debido a que sólo las mayores ciudades cuentan con comunidades anarquistas capaces de crear incidentes importantes, la situación es segura, pero más vale ponerlos sobre aviso.

Otra tradición adoptada de los Brujah es la del raye. Los rayes constituyen el principal motivo por el que los anarquistas son vistos como unos seres violentos. Los rayes anarquistas son fiestas muy parecidas a las de los Brujah, y tienen las mismas probabilidades en acabar generando un daño significante a la propiedad y a las personas, aunque los anarquistas van un paso más allá. Ya se trate de un toque irónico o sea adrede, cada raye anarquista está basado en alguna causa en particular. Es decir, los anarquistas pueden organizar una colecta, realizar una fiesta de liberación, o un con- cierto benéfico o cualquier otra excusa válida para patear, relajarse, enzarzarse en una o dos peleas de buen rollo y bailar como si el mundo acabara mañana. Estos eventos suelen estar abiertos a todos los Vástagos, ya que representan una oportunidad excelente para que los vampiros de distintos lugares se relacionen entre ellos. Los rayes anarquistas suelen contar con música a todo volumen, recipientes cortados con alcohol o drogas, un puñado de muñecas de sangré “vírgenes” y cualquier otra depravación imaginable. Estas fiestas no son sutiles, ya que esto lo dejan para los salones.

Un raye es una fiesta donde vale todo y de la que todos los asistentes están dispuestos a regresar a casa con unas cuantas cicatrices de más. Estas fiestas suelen llevarse a cabo en lugares aislados: puertos, almacenes, túneles de metro abandonados, incluso en cocheras de autobuses. Se tienen noticias de que algunos rayes organizados en lugares al abrigo de la luz solar han durado varias noches en las que los Vástagos se han sumido en letargo durante el día para levantarse de nuevo al anochecer y seguir con la fiesta. Como podría sospecharse, la “causa” es poco más que una excusa para organizar una fiesta (aunque dejan el recipiente para los donativos a la entrada de la puerta, no suele pasar mucho tiempo antes de que su contenido pase a formar parte de los bolsillos de algún anarquista o sea robado por algún sinvergüenza). Al final, aunque a nadie le importa demasiado, se trata de pasar un buen rato para olvidarse de las luchas políticas que colorean gran parte de la existencia de estos Vástagos.
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