La Sociedad de Leopoldo no comparte todas las creencias de su progenitor de la época medieval; en el actual mundo de ecumenismo y diversidad, ‘herejía’ no es ya una palabra alarmante para la Sociedad. Es deber de la Iglesia combatir la herejía dentro de sus filas, mientras la Sociedad de Leopoldo protege a esas filas de las maléficas influencias que podrían controlar o incluso destruir tanto a la iglesia como a la humanidad. Resulta muy fácil decir sencillamente que la Sociedad de Leopoldo ‘teme lo que no comprende’. Es una grosera subestimación de su misión, su celo y sus motivos. La Sociedad comprende lo que necesita comprender: los vampiros nos controlan y apenas nos conceden más valor que al ganado, los hombres lobo nos aterrorizan y nos destrozan, los fantasmas nos hechizan e incluso poseen.
Aunque la Sociedad tiene sus prejuicios (¿y qué grupo, mortal o no, carece de ellos?), no puede ser culpada por temer a lo sobrenatural. La Sociedad de Leopoldo debe ser recordada siempre a la luz de su misión: es la defensora del pueblo de Dios, protegiéndole de los ataques del enemigo. Los Inquisidores no luchan por terreno, ni por poder político, ni siquiera por el derecho a controlar las creencias de otros: luchan por preservar la misma alma del mundo cristiano, creado en la gloria de Dios. La Sociedad no está cegada por la ignorancia; en todo caso, tiene puestas unas anteojeras ideológicas. Por lo demás, tiene una amplia perspectiva, con miras e la Parousia y el cumplimiento de su misión. Solo puede ser comprendida a la luz de esta misión.
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