Cualquier crónica de la Inquisición puede tener
distintos temas simultáneos, algunos más prominentes
que otros. Te ofrecemos algunos ejemplos.
Venganza
La venganza es un motivo de muchos mortales
para convertirse en cazadores de brujas, pero en última instancia, está condenado al fracaso. No importa
cuántos Vástagos sean enviados a la Muerte Definitiva, los seres queridos no volverán nunca. Sin embargo,
hasta los mortales que se unen a la Sociedad por los
más nobles y puros motivos, pueden sentirse tentados
de buscar venganza en alguna ocasión, particularmente tras la muerte de algún amigo o camarada.
Se anima a los Narradores a crear escenarios en
los que el deseo de venganza pueda hacerse tan abrumador que todo lo demás (incluyendo la actitud más
usual de un Inquisidor) sea ignorado. ¿Hasta qué
punto puede buscar venganza un personaje? ¿Puede
un Inquisidor volverse más inhumano que su presa
simplemente por satisfacer su deseo de venganza?
Seducción
El peligro de la seducción es un tema común en la
literatura cristiana. La clave no está en la seducción
del cuerpo (que por sí misma puede ser un interesante
elemento de la historia) sino en la del espíritu. Más
de un Provincial o Censor ha rechazado su llamada a
favor del encanto del poder. ¿Pueden ser igualmente
tentados los personajes, y a qué precio? ¿Qué podría
ganar un Inquisidor sucumbiendo a la tentación, y
cómo puede hacerlo?
¿Y qué pasa si se le ofrece alivio de sus más profundos temores y deseos? ¿Cuánta gente caza vampiros
sólo por miedo a su poder, y qué harían si de repente
se les ofrece ese poder a ellos? ¿Puede ser seducido un
Inquisidor hasta el punto de comprometer sus principios?
Cazadores Cazados
La relación entre los Inquisidores y lo sobrenatural (particularmente los Vástagos) es un ciclo sin fin
de cazadores y cazados: los Vástagos se encuentran
convertidos en el blanco de un auto-da-fe, y los Inquisidores se ganan la enemistad de una cuadrilla, y los
papeles de cazador y presa están cambiando continuamente a medida que cada bando aprende alternativamente a odiar y temer al otro. Éste es un tema común
en muchas crónicas de la Inquisición. Cuanto mayor
sea la frecuencia de los cambios de papel, más tensión
habrá en la vida de los Inquisidores: la suya no es una
vida fácil, y no siempre consiguen el papel que desean
interpretar.
Condena y Redención
Independientemente de los motivos personales, la
participación constante y activa en Autos de Fe está
destinada a afectar el alma del Inquisidor: ¿cuántos
asesinatos, por posiblemente justificables que sean,
puede cometer antes de darse cuenta de que gran parte de su propia humanidad ha sido sacrificada? ¿Puede
haber vampiros inocentes? ¿Actúa la Sociedad impulsada por un prejuicio teológicamente impuesto? ¿Es
malvado un hombre lobo sólo por ser un hombre lobo?
Muchos Inquisidores se han planteado estas cuestiones.
¿Qué pasa si un Inquisidor (o todo un cenáculo)
sopesa estas cuestiones y decide que hay algo equivocado en la Sociedad? ¿Es que hay seres sobrenaturales
en el mundo, pero que no pueden ser tan fácilmente identificados como le gusta creer a la Inquisición?
¿Empezará a actuar en contra de la Sociedad, o intentará reformarla desde dentro? ¿Se volverá más selectivo en su caza, empezando a buscar verdaderas pruebas
de la existencia del mal? ¿Lavará algo de todo esto la
sangre de sus manos?
En última instancia, deberías preguntarte quién
está siendo redimido... los habitantes sobrenaturales
del Mundo de Tinieblas, los Inquisidores individualmente o la Sociedad misma.
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