La facción de las Gárgolas conocida como
Mesiánicos, Observadores o Vigilantes, es una especie de
religión o secta extendida dentro de la línea de sangre,
con tintes milenaristas y apocalípticos. Aunque es un
grupo minoritario, posiblemente con no más de 20-30
miembros en todo el mundo ha tenido importantes
repercusiones y ha conseguido una fama muy superior a
su número.
Tras la rebelión de las Gárgolas en 1476 y la
desaparición de Virstania, muchas de las Gárgolas libres
trasladaron su lealtad a Ferox, que había jugado un papel
esencial en el estallido de la revuelta.
Antes de ser Abrazado por las Gárgolas, Ferox
había trabajado para los vampiros infiltrado en la Iglesia,
había leído muchos textos sagrados distintos y se había
convertido en un devoto creyente. La sangre de las
Gárgolas alteró sus recuerdos. Medio trastornado, Ferox
llegó a la conclusión de que era uno de los ángeles caídos
del cielo y que debía redimirse junto con los que habían
caído con él. De esta forma inició un culto entre las filas
de las Gárgolas, a las que consideró Grigori
(“Vigilantes”), frente a los demás clanes vampíricos,
engendrados por Satán, y especialmente los Nosferatu, a
los que consideraba los líderes de los demonios y hacia
los que engendró un odio fanático, posiblemente
impulsado como otras Gárgolas por el odio instintivo que
algunas desarrollaban hacia los clanes a partir de los que
habían sido creadas.
El culto de los Mesiánicos reunió bastantes
creyentes, preparándose para la guerra contra los demás
clanes durante la Gehenna. Según las creencias de Ferox
la Gehenna es el Apocalipsis mencionado en la Biblia.
Junto otras seis Gárgolas Ferox organizó un consejo,
cuyos miembros se proclamaron los siete ángeles de los
últimos días que romperán los sellos y traerán las señales
que anunciarán el regreso de Cristo.
A lo largo de los siglos los Vigilantes han
mantenido un contacto frecuente con la Iglesia, buscando
hombres y mujeres santos que reclutar a su causa.
Algunas Gárgolas pasaron a formar parte del culto sin
compartir las creencias, simplemente para protegerse,
pero Ferox considera que todas las Gárgolas pueden
salvarse simplemente siguiendo su guía.
Los Mesiánicos rechazan cometer diablerie bajo
ningún concepto, pues no quieren que la corrupción de
los demonios invada sus venas. Si alguno de ellos
infringe esta prohibición es eliminado de inmediato.
También suelen perdonar a los neonatos de otros clanes
con los que se encuentran, pues consideran que la
redención todavía es posible para ellos y pueden alejarse
de Satán si colaboran con el culto.
Debido a su reducido número, la Camarilla
ignoró en gran medida a los Mesiánicos frente a otras
amenazas mayores como el Sabbat, aunque a lo largo de
los siglos algunos Justicar y especialmente los Tremere,
segaron las filas de los seguidores de Ferox, que serían
reverenciados como mártires por sus compañeros.
Sin
embargo el culto experimentó un renacimiento durante el
siglo XX, junto al resto de las Gárgolas, y cuando la
Camarilla creó la Lista Roja para poner especial énfasis
en los enemigos más problemáticos, el clan Nosferatu
reclamó la cabeza de Ferox, deseando venganza por las
bajas que había sufrido durante siglos.
Las renovadas cacerías contra los Mesiánicos,
realizadas especialmente por los Justicar Nosferatu y sus
arcontes, obligaron a Ferox y sus seguidores a actuar con
mayor discreción para continuar extendiendo sus
creencias y preparándose para las Noches Finales.
Actualmente las bandadas de Vigilantes se mueven
discretamente y el propio Ferox viaja de forma periódica
de ciudad en ciudad para evitar ser descubierto. Al
mismo tiempo sus creyentes han comenzado a
dispersarse, infiltrándose en las diversas facciones de
Gárgolas al margen de su secta y preparándose para
golpear en el momento que su líder disponga.
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