De cara horrible y formas monstruosas, le rogó a un moldeador de carne Tzimisce que destruyera su etérea belleza para que el arcángel dejara de desearlo. Mediante ese sacrificio, Paul se eliminó a sí mismo como obstáculo para la ascensión de Miguel a la gloria, y por ello los Nephilim lo consideran un mártir en espíritu, la renuncia definitiva de su naturaleza terrena de esteta. Su compañero de prole, es el presbítero Pakourianis, también llamado “la Paloma”, un Cainita perpetuamente infantil que se desespera por su incapacidad de aprender a volar, de forma que pueda seguir a su Sire a los Cielos. Sus meditaciones atemperan su angustia, pero el vuelo de pájaros, Gárgolas Tremere y otras cosas aladas lo fascina. Los Nephilim mantienen en secreto su verdadero nombre y sus liturgias para que los herejes latinos no interfieran. Se comunican unos con otros a través de la ciudad mediante cartas codificadas marcadas con su sello: un humanoide estilizado con alas y colmillos, adecuado para quienes un día ascenderán como ángeles vampíricos. Todos proceden del linaje Toreador y comienzan en la Senda del Arcángel del Camino del Cielo. Si la Línea de Sangre producirá Chiquillos de su mismo tipo es algo que aún debe comprobarse.
Apodos: Mártires (para los ajenos), Chiquillos del Arcángel.
Disciplinas: Auspex, Quimerismo, Presencia.
Debilidad: Los Nephilim se ven afectados por una profunda ansia, un anhelo, del toque de un Sire difunto al que nunca conocerán en la carne. El Cielo no es un lugar, sino un ángel con cara de vampiro, y ellos sólo existen para unirse a él. Ser encontrado indigno es anatema. La dificultad de base de las tiradas que se hacen cuando un Chiquillo del Arcángel peca contra su Senda es de 7 y no de 6, y perder un punto en su Senda causa un incremento de +1 a la dificultad de todas las acciones que emprende durante todo el siguiente capítulo. Un Nephilim que apostata sufre el aumento en la dificultad en todas las ocasiones hasta que comienza a seguir otro Camino o gana un punto en la Senda del Arcángel. Sin embargo, no se incrementa la dificultad de las tiradas de pecado de ningún otro Camino.
Cita: "Oh, Sire, envíanos tu Canción y condúcenos a la salvación. Sé testigo de la reunión de tu sangre. Con tus alas ascendemos. Con tu bendición morimos."
Senda del Arcángel
Los Nephilim son los principales devotos de la Senda del Arcángel, pero no los únicos. Otros Toreador que hasta ahora han eludido el bautizo en esa secta siguen recordando de todas formas a su divino patrón y todavía intentan emularlo silenciosamente. Vanitas extranjeros llegan a Constantinopla, encuentran irresistible el trágico romance del arcángel y siguen su senda a causa de la fascinación. Cainitas de otros Clanes que eran leales a Miguel o a una de sus familias herederas o quienes están muy entregados a la Iglesia pero buscan inspiración vampírica en ella siguen esta Senda cuando se les acaba la paciencia y buscan un ejemplo que dar ellos mismos.
El agresivo proselitismo de los Nephilim caza a otros con su capacidad de mostrarse como mensajeros verdaderamente divinos. Seguir los pasos de Miguel significa actuar como musa y pastor para todos, y como mártir, si es necesario. Como seguidores del Camino del Cielo, los fieles del arcángel ven a Miguel como el elevado Cristo de los Condenados y creen que los vampiros deben jugar el papel de ángeles para el rebaño mortal. Algunos creen, incluso, que todos los ángeles eran vampiros y Miguel el ejemplo más prominente. Virtudes: Conciencia y Autocontrol. Aura: Melancolía. Se aplican modificadores a un Chiquillo del Arcángel siempre que su gran pérdida y su gran añoranza puedan causar una reacción, o cuando sea relevante ser considerado un mártir.
Pecados contra el Arcángel
Puntuación | Pecado Mínimo | Razonamiento |
10 | Caer en cualquier tentación | La verdadera catarsis purga toda las pasiones. |
9 | Dejar pasar un día sin realizar ningún trabajo creativo | En el arte iluminamos la verdad. |
8 | Dar la espalda a quienes necesitan inspiración | El trabajo de un ángel es guiar a quienes están perdidos. |
7 | Rechazar realizar un sacrificio menor | Despojarse de las cosas mundanas acerca a la divinidad. |
6 | Dejar que otros Toreador languidezcan por no estar bautizados | Todos somos elegidos de Miguel. |
5 | Dejar pasar una semana sin realizar ningún trabajo creativo | El arte es la forma en la que el alma adora. |
4 | Caer en las tentaciones de la carne | Mediante la catarsis renunciamos a las pasiones de la carne. |
3 | Abandonar a cualquier que esté a tu cargo | Debemos ganarnos la adoración del rebaño. |
2 | Sucumbir ante la Bestia, como en el Frenesí | En primer lugar y ante todo, la catarsis nos libra de nuestros impulsos más bajos. |
1 | Rechazar realizar un gran sacrificio | Seguimos el ejemplo de Miguel en todas las cosas. |
[NdT: Este adjetivo es un poco difícil de traducir. Según los diccionarios, se diría que lo que pone en el original hace referencia al emperador Constantino, entonces tendría que haber sido “constantiniana”. Por el texto, parece referirse a la ciudad y tendría que haber sido “constantinopolitana”. No sé si hay en el libro otro personaje que se llame Constantino o qué puede ser esto si no, o si directamente está mal escrito, así que lo he dejado como lo que parece en inglés, un adjetivo inventado.]
Mi Chiquillo, te aseguro que todos los relatos que has oído sobre esta cautivadora ciudad son rigurosamente ciertos. La noche pasada estaba contemplando la belleza del Gran Bazar y allí encontré un pequeño cubil en el que colgaban tapices, en el que una de nuestro Clan me suplicó que me uniese a lo que llamó “la Ensoñación Constantina”. Una milanesa, ya sabes, no uno de los nativos. ¡He oído que los Toreador griegos sufren una terrible maldición de locura! Lamento no haberlos visto todavía. Linternas azules iluminaban el cubil y el humo del incienso se elevaba como una niebla espesa. Mi anfitriona me invitó a disfrutar la compañía de un rebaño meticulosamente seleccionado que tomaba cualquier sustancia placentera imaginable; los sirvientes traían opio, qat, hachís, belladona, mandrágora y otras creaciones propias que no me eran familiares. Bellos muchachos danzaban para nuestro disfrute y un tañedor de ud interpretaba música exquisita para excitar el oído. A medianoche, una serie de campanadas nos indicó que comenzásemos a alimentarnos, y no te puedes imaginar la euforia. Jamás he encontrado una seducción de los sentidos semejante, y me temo que nunca volveré a hacerlo. Aquello no era simple Vitae, sino un néctar sublime que me hipnotizó por completo.
Fue entonces que vi por primera vez la auténtica Constantinopla, el paraíso tocado por la mano de Dios que resuena en los versos de las trobairitz. La mano de Dios… sentí su sabor, entonces, en la sangre de esos helenos, y lloré. Una vez nos alimentamos todos, las campanadas sonaron de nuevo y nuestra anfitriona nos condujo a los lugares más cautivadores de la ciudad para mostrárnoslos. Te juro que el telón del tiempo se partió para nosotros. Vi el Sueño que añoran pintado en oro y plata ante mis ojos. Miramos a los gladiadores luchar para divertirnos, corrimos con los aurigas sintiendo el azote del viento en nuestras caras y escuchamos los evocadores himnos vespertinos de los Ghouls en Santa Sofía. Gozamos de la belleza de vibrantes estatuas y mosaicos y probamos las mercancías más prohibidas del bazar. Galanteamos en los jardines privados de las villas romanas y nos maravillamos ante las tonalidades de la seda siria.
Mientras la noche pasaba y veíamos cómo el pasado se desvanecía, buscamos consuelo en los brazos en los brazos de los demás por la gran pérdida que sufrimos. Camino en la noche desde hace siglos, y nunca he sentido un vacío tal. Mi anfitriona abre sus puertas cada noche y escoge con ojo experto de entre los mortales y Cainitas que se reúnen en el Gran Bazar. Entre los de nuestra clase había de muchos Clanes; nunca habría pensado ver a un bruto Gangrel sollozando en los brazos de un hechicero Tremere, pero tal es el poder del Sueño Constantino. Rezo porque tu camino te traiga aquí algún día y rezo para que te abras paso tambaleándote a través de la joya escondida del Gran Bazar como lo hice yo.
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