Una fanática austriaca llamada Ingrid Bauer, apodada “Dama de Hierro”, ascendió a Gran Inquisidora en
1998 y comenzó una auténtica cruzada contra nuestra
especie. Incluso antes de que el ejército estadounidense
entrara en el negocio de la Inquisición, las tropas de
choque del Gladius Dei de Bauer quemaban un refugio
tras otro con napalm, rituales de autos de fe que pretendían tanto edificar la moral social como debilitarnos.
Bauer reactivó los viejos contactos de la Guerra Fría de
la Entidad con la CIA y el ejército estadounidense mediante los equipos de intermediarios italianos y polacos
de la OTAN. Cuando la NSA y la IAO descubrieron
nuestro rastro, los activos de Bauer ya estaban situados
para guiarlos para que así pudieran entenderlo.
Los estadounidenses pagaron los esfuerzos de
Bauer por diez, proporcionando a la Sociedad de San
Leopoldo material de grado militar (especialmente,
granadas termobáricas propulsadas por cohetes e
instrumental óptico de detección de masa) y algunos
millones extraoficiales para el cepillo. Ahora Bauer podía marginar o comprar a las facciones opositoras de la
Sociedad y dedicarla por completo a poner en marcha
y coordinar la Segunda Inquisición.
Poco después de su nombramiento, el papa Benedicto XVI sometió a la Sociedad de Leopoldo al control del
Vaticano, la recanonizó y cuidadosamente la reintegró
en la Entidad y la Iglesia. Formalmente, ahora existe
como una prelatura personal y se ha convertido en la
Sociedad de San Leopoldo, el santo patrón de Austria
(la designación retroactiva debe de haberle proporcionado cierta satisfacción a Bauer). Su obispo ha dirigido
toda la Entidad desde 2007. En cuanto a las operaciones,
el Gladius Dei actúa como el Grupo de Operaciones
Especiales de la Entidad (ESOG). Antes, la Entidad se
dedicaba principalmente a la inteligencia convencional
y usaba a la CIA y otros agentes extraoficiales para la
acción directa, pero la incorporación del Gladius Dei
a sus filas le ha dado al Vaticano verdadera capacidad
de llevar a cabo operaciones encubiertas. A diferencia
del resto de la Entidad, pero al igual que el Opus Dei
(a través del cual los Leopoldinos y la Entidad suelen
trabajar y con el que suelen colaborar), la Sociedad de
San Leopoldo puede iniciar a miembros laicos y femeninos, aunque ahora sus más altos ministros provinciales
pertenecen al clero católico.
Puede que el papa Benedicto dimitiese en 2013 para
proteger la Sociedad de sus enemigos en la Curia y
otras partes, o puede que lo hiciera para servir a tiempo
completo como su verdadero obispo, dejando a Bauer
el control operativo. Desde 2005, el ESOG ha reclutado
no sólo a lo mejor de la Guardia Suiza, sino a católicos
de otras unidades de fuerzas especiales de élite de todo
el mundo, y los ha desplegado en la vanguardia de las
cruzadas del SI. Los aún más radicales teúrgos, operativos poco ortodoxos, y otras balas perdidas de la vieja Sociedad de Leopoldo se han convertido en el núcleo del
Equipo X (o Equipo 10 para las audiencias más seculares) del ESOG, una fuerza de reacción rápida que opera
fuera del Vaticano. Armados con una ordenación hipermoderna, una fe ardiente y los registros de ochocientos
años de caza, la Sociedad controlada por la Entidad es el
espinazo de la Segunda Inquisición. Debe ser quebrada
para que los Vástagos sobrevivan.
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