Chongqing: La Corte de Hueso

Incluso para sus contrapartidas del Quincunx, la Corte de Hueso sigue siendo un misterio. Con su cuartel general establecido en la relativamente pequeña e inclasificable ciudad oriental de Chongqing, esta Corte se erige como cuerpo gubernamental de algunas de las regiones más rurales de China. Y aún a pesar de su aislamiento del frenesí de los otros centros de supremacía Catayanos, muchos más cosmopolitas, la Corte de Hueso disfruta de una irreprochable posición entre las Cinco Augustas Cortes.

Mientras las Cortes de Sangre, Carne y de la Llama se preocupan por prepararse lo mejor posible para afrontar la inminente Edad del Pesar, los wu emparentados con la más oriental de las Cortes buscan regresar a los caminos de los ancianos. Algunos wu de la Corte de Hueso han asumido la responsabilidad de recuperar los artefactos sagrados y enseñanzas perdidas durante la destrucción del Monte Meru y la diáspora de los Wan Xian durante la Tercera Edad. Numerosos fragmentos de textos apócrifos Catayanos hablan de poderosos talismanes, obras de arte y epístolas originales de la era de Meru supuestamente escritas por autores Wan Xian. Los detalles sobre la localización (por no decir la existencia) de estos amuletos sagrados son imprecisos. Incluso los Kuei-jin comprometidos en la recuperación de tan renombrados artefactos cruzan obstinadamente el Reino Medio de un lado a otro en su búsqueda, desandando los sagrados caminos que recorrieron las primeras generaciones de Wan Xian. Muchos ancestros recompensarían abundantemente a los miembros de cualquier wu que desenterraran por casualidad alguno de estos objetos de poder mágico y espiritual.

Sin embargo, la persecución de amuletos y escritos perdidos es una preocupación secundaria para la Corte de Hueso. La terea que la Corte considera más importante es le descubrimiento de un camino de vuelta hacia los antiquísimos lugares santos de la cima del Monte Meru, la montaña sagrada de los Catayanos, situada en las profundidades de la cordillera del Tíbet. Como descendientes convencidos de la Corte del Tigre Blanco (una de las tres Cortes Imperiales originales que se reunieron en el Concilio de Dragones), los Kuei-jin leales a la Corte de Chongqing consideran que es su obligación continuar con la búsqueda del Tigre Blanco para encontrar el modo de regresar a las verdaderas tierras natales del Pueblo Demonio.

Los peculiares poderes de los miembros de la Corte de Hueso reflejan tales obligaciones autoimpuestas. Manteniendo una estrecha comunicación con las áreas vírgenes y salvajes, los Kuei-jin de esta Corte creen permanecer incorruptos por las aceleradas decadencia y descomposición presentes en los emplazamientos de las otras Augustas Cortes, como es el caso de Pekín, Shanghái y Hong Kong. La relativa "pureza" de los Catayanos asentados en el oeste (al menos así lo cree la Corte de Chongqing) garantiza a estos Kuei-jin el éxito en última instancia de la recuperación de la montaña sagrada de los Wan Xian.

La Corte de Hueso tiene tanta confianza en su inevitable regreso al Monte Meru, y tan convencidos sus miembros de su singular habilidad para reabrir el camino de retorno a los santos lugares, que el diálogo entre el Ancestro de Hueso y sus pares del Quincunx sobre el acceso a la región permanece totalmente estancado. El Ancestro de Hueso argumenta que la amenaza de la infiltración de Cainitas en el área requiere un férreo control de la región, uno como sólo la Corte de Hueso puede ejercer. Los demás Ancestros de las Cinco Augustas Cortes demuestran un abierto escepticismo sobre las advertencias de la Corte de Chongqing y mandan espías periódicamente a la región con la esperanza de descubrir las verdaderas actividades de los wu de la Corte de Hueso. Sin embargo, ninguno de estos grupos de reconocimiento ha regresado aún al este.