Así que estaba vigilando el templo, y allí estaba Hinegi, en el jardín de roca, meditando. No podría haber estado más quieto si estuviese muerto. Nada de viento. Ninguna distracción. Podría haber recortado su estúpido moño y haberle dado entre los ojos antes de que tuviese una oportunidad para decir Zen, cuando vi a un condenado bakemono brotar de entre las rocas como un grasiento ciempiés. No sé cómo Hinegi no lo oyó, pero aquel bastardo debía haber estado a cinco metros de distancia, y no parecía realmente sólido.
Iba a dejarle que eliminara a Hinegi (después de lo que le hizo a Kyonusuke, vaya que si lo merecía) pero Kuso, no sabía si continuaría sólido, y de ninguna manera iba a dejar que uno de esos hijos de puta escapase. Tuve que disparar tres veces, justo entre los ojos (entre los cinco ojos) pero aquella mierda cayó. Por supuesto, para cuando el bakemono estaba esparcido por las rocas, Hinegi había escapado como el perro que es. Oh, bueno, agujerearé s trasero la próxima vez".
Por ciegos, obstinados en el pasado, totalmente estúpidos y bovinos que los dame-sama puedan ser, los Príncipes de Bambú intentan recordar que sólo son obstáculos. Los Reyes Yama son los verdaderos enemigos de todo el Reino Medio. La postura oficial Takeouji es que si un Kuei-jin ha de decidir entre eliminar a un demonio o a un dame-sama, debería ir detrás del demonio. Claro está, si el eunuco está trabajando para los Reyes Yama, debería matarlos a ambos.
Nadie sabe de qué forma los Takeouji hacen caso a esta regla, puesto que se preocupan más de seguir la pista de los dame-sama que de sí mismos. Es fácil considerar a un eunuco odiado aliado de los Reyes Yama, y afirmar que un antiguo es akuma brinda una magnífica justificación para descargar una salva doble de perdigones entre sus ojos. Aunque los Príncipes de Bambú están tratando de hacer del Reino Medio un lugar mejor, sólo son Kuei-jin, y hace falta mucho más que buenas intenciones para arrastrarse fuera de los Mil Infiernos. Así y todo, los Príncipes de Bambú consideran a todos los demonios sus enemigos y los combaten con todos los recursos de los que disponen. Luchan contra los akuma incluso si ello fuerza a dejar en segundo plano su labor para reformar la sociedad Kuei-jin. Después de todo, sería una auténtica estupidez derrotar a los eunucos sólo para entregar el lugar a los demonios.
La Campana de Zhi Bo
De vuelta en la Cuarta Edad, un general llamado Zhi Bo quiso invadir el reino de la Montaña de Yao, más necesitaba construir un camino hacia él para introducir a su ejército. Ordenó a sus herreros que forjaran una enorme campana, que dejó luego al lado de un sendero próximo a la frontera de Yao. Al ir de patrulla, el Rey de Yao descubrió la campana y decidió llevársela. Pese a las objeciones de sus consejeros, ordenó construir un camino para trasladar la campana hasta su reino. Nueve días después de que el rey moviera la campana, Zhi Bo condujo a su ejército camino arriba y destruyó Yao.
Siempre que es posible, los Takeouji tratan de conseguir que los dame-sama hagan el trabajo por ellos. Si son akuma de la ciudad, es más fácil y seguro hacer que las cortes lo sepan y los destruyan que emprender la tarea ellos mismos. Esto no sólo resuelve el problema, sino que mantiene a los eunucos ocupados. A veces este plan sale al revés y la corte encarga a los Príncipes de Bambú el manejo de la situación, pero tales son los caminos del joss. Existen asimismo ciertas circunstancias en las que los Takeouji simplemente no confían en los antiguos para que se ocupen debidamente. Es improbable que un ichimi haga que los Bishamon locales se encarguen de un vertedero de desperdicios nucleares: los antiguos sólo empeorarían las cosas. Podrían, no obstante, hacer que los antiguos se enteren de quién estaba causando la contaminación del Chi local mientras se ocupa del desperdicio real.
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