Cuando un antiguo y un Príncipe de Bambú entran en conflicto directo, el antiguo casi siempre trata de llevar la lucha a una zona donde la Muralla sea particularmente baja, buscando emplear cualesquiera aliados místicos de que disponga. Si el Príncipe de Bambú se deja atraer a tal combate, su destrucción está casi asegurada, pues el antiguo casi con total certeza tiene más Chi, Disciplinas más potentes y más experiencia batiéndose contra otros Kuei-jin. Es poco probable que el Príncipe de Bambú haya dominado una Disciplina por encima del tercer nivel, mas un mandarín con sólo un par de Disciplinas de nivel cinco puede usar Chi dos veces más rápido que él. En una región en la que la Muralla sea baja, el poder del mandarín supone una excelente oportunidad de doblegar cualquier truco tecnológico que el Mono Corredor pueda usar.
Algunos antiguos intentan extender su ventaja más allá llevando el conflicto al mundo espiritual. Una vez allí, no solo tienen acceso a aquellos aliados espirituales que han adquirido con el paso de los siglos, sino que su enemigo casi con total seguridad estará desorientado por el cambio de terreno. Pocos Takeouji tienen un auténtico conocimiento de los mundos Yun y Yang. Algunos antiguos se sirven de esta oportunidad para recompensar a los espíritus que los ayudan, sacrificando a su oponente para ellos tras ganar la batalla. Este nefando acto destruye por completo al Kuei-jin en cuestión. La ejecución de tal acción basta para ser declarado akuma. No obstante, muchos antiguos no consideran a los Kuei-jin gente verdadera hasta que han alcanzado el estatus de jina.
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