Inoue vivió la vida académica. Trabajando bajo la mirada de maestros lingüistas tales como Tsujimura, Mizutani y Suzuki, Inoue logró cierto grado de reconocimiento por sus teorías sobre el desarrollo del Nihon-go: el lenguaje japonés. Nunca fue tan reconocida como sus compañeros masculinos, claro está, y aquello sencillamente no era justo. La disparidad de crédito la movió a comenzar a investigar el movimiento feminista japonés cuando fue muerta por un conductor borracho.
Tras su Segundo Aliento, Inoue fue traída a la Corte Bishamon, donde casi consiguió que la mataran al instante a causa de su fracaso en mostrar lo que algunos miembros de la corte sentían como debido respeto. Una vez mas, era frenada por una sociedad represiva y dominada por el hombre, en la que se esperaba de ella que hiciese bien su trabajo y apreciase sin ironía la ocasional migaja de elogio que se dignaban arrojar a su paso.
Quiso la fortuna que uno de los mandarines se diese cuenta de su erudición y la pusiera a trabajar en la biblioteca de la corte. En lugar de prestar atención obediente a las palabras de su sifu, no obstante, Inoue comenzó a buscar a otros gaki modernos; no podía creer que todos los demás jóvenes Kuei-jin tolerasen de buena gana estas anacrónicas tonterías. A los Takeouji les costó meses determinar que era inofensiva y contactar con ella. Luego, después de varios meses más de preparación, a ella le costó menos de una hora desaparecer de la biblioteca de la corte con más de una docena de sus más sagrados textos.
En la actualidad Inoue goza de todo el reconocimiento que podía desear: los Príncipes de Bambú de Shinjuku no manifiestan sino admiración hacia sus habilidades lingüísticas... y los Bishamon la han declarado akuma y han puesto un alto precio a su cabeza. Inoue sigue molestándose cuando la gente la llama Príncipe de Bambú en lugar de Princesa, pero la emoción que el desafío etimológico del kaja representa vuelve sus réplicas relativamente corteses por ahora. Además, Inoue ha visto su atención atraída por la copia del Libro Rojo del Puente de Hierro que tantos problemas ha causado a los ordenadores. Hay algo en los escritos del poeta loco que la llama, aunque no sabe a dónde conducirá esa llamada.
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