La mayoría de los chinos siguen los dictados de Confucio, mi señor. Entre ellos se impone la piedad filial: el deber de un hijo para con sus padres. Este continúa incluso después de la muerte. Los eruditos confucianos suelen tener claro que la acción correcta para un hijo devoto al morir su padre es realizar un funeral en el campo. Los funerales, cuando tienen lugar, suelen ser de gran envergadura y se suelen derrochar muchos recursos en ellos. Suelen provocar la bancarrota en las familias más pobres.
Los budistas, sin embargo, animan a los pobres a incinerar los cuerpos de sus ancestros difuntos. La cremación es más barata, y se dice que un budista iluminado cuyo cuerpo sea consumido por las llamas tiene más oportunidades de pasar a la mano derecha de Buda y alcanzar el nirvana. Aquí en Linan hay un templo budista que conserva un gran horno crematorio que utilizan los budistas devotos para disponer adecuadamente de los restos mortales de sus ancestros.
Tal vez no sea ninguna sorpresa el que los Wan Kuei se interesen por este conflicto. Aunque a veces oigo rumores que afirman lo contrario, creo que un cuerpo convertido en ceniza no resulta muy útil para un Catayano al retornar de la muerte. Un humano que sea lo suficientemente malvado como para volver de la muerte sin duda se merece no tener un cuerpo al que volver. No sabemos con certeza lo que sucede a lo que retornan de Yomi Wan para encontrarse con un simple montoncito de cenizas. Tal vez estén condenados a caminar como fantasmas. Los eruditos de la corte de mi señor lo sabrán mejor, pero yo no soy más que un humilde ignorante de la materia. Sí sabemos que los Wan Kuei que existen en Linan apoyan a los Confucianos, como harán seguramente en todas partes, y animan a los humanos a enterrar "honorablemente" a sus muertos, incluso si esto les cuesta todos sus ahorros.
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