Los Daityas y los Shinma no son muy diferentes desde la perspectiva de los Wan Kuei. Aún en los asuntos que más preocupan a los hsien, seria difícil estar más en desacuerdo. Los Daityas abandonaron sus tareas en el caos que siguió al castigo por parte de la Augusta Personalidad de Jade. Tanto nobles como plebeyos, consideraron injusto este castigo, y creyeron defectuoso el juicio de la Augusta Personalidad. Como creador de los Diez Mil Inmortales, tenía la responsabilidad de vigilar sus acciones. Un gobernante justo hubiese detectado el comienzo de la caída de los inmortales, y si él no lo hizo, ya no se le puede llamar sabio. En caso de verlo, un gobernante benévolo hubiese intercedido. Él, ciertamente, no lo hizo, y decenas de miles sufrieron como resultado. Del mismo modo que un emperador humano es responsable del bienestar de sus súbditos (su recompensa se debe a la virtud y a la sabiduría del emperador, y su sufrimiento a la imprudencia y la codicia de éste), la Augusta Personalidad también debería ser responsable del bienestar de toda creación. De este modo, el castigar a los hsien, las Gentes Feroces y a los virtuosos de entre los Wan Xian por su propia ceguera es injusto en el mejor de los casos, y en el peor... La misma tierra temblaba bajo el peso de las acusaciones.
Con el fervor filosófico no bastó para proteger a los Daityas de sus enemigos dispersos por el Reino Medio. Al igual que todos los hsien atrapados en el mundo físico, los Daityas sufrían un grave desequilibrio espiritual, y eran presa fácil para criaturas de Yin y Yang equilibrados. En sus desesperación, los Daityas y otros hsien desolados se dirigieron a los Reyes Yama en busca de protección. Se alcanzaron acuerdos y se sellaron tratos. A medida que el poder corrupto de los Reyes Yama comenzaba a retorcerse a través de los espíritus de los hsien, muchos comenzaron a sentirse incapaces de pagar un coste tan alto por su supervivencia. Prefiriendo morir antes que servir a los Reyes Yama en una parodia grotesca de su condición anterior, se deshicieron de los dones demoníacos y cancelaron la transacción. Con esto se ganaron la ira eterna de los reyes y las reinas de los infiernos.
A diferencia de los Shinma, que tomaron las frutas robadas de los cielos por un espíritu mono como protección, los Daityas lucharon por encontrar un modo de protegerse mediante sus propios esfuerzos. Cuando su supervivencia parecía en peligro, lograron finalmente dominar el arte del Equilibrio Chi, lo que les permitió obtener Chi Yin y Yang mediante sus espíritus en caso de necesidad.
Una vez que la supervivencia dejó de ser una preocupación inmediata, los Daityas que quedaban se reunieron para decidir qué hacer. Los Shinma, que se habían convertido en sus enemigos, ya habían exigido par así la posesión de las zonas salvajes y poco pobladas. Los Daityas se establecieron en las ciudades. Decididos a no servir al cielo ni al infierno, siguieron su propio camino entre los humanos, caminando entre ellos como dioses. Los adoradores de los templos y santuarios de las ciudades les proporcionaban Chi más que suficiente. Protegiendo a la gente y contestando a sus plegarias se aseguraron que continuase el flujo de Chi. Los Daityas menos inclinados a enfrentarse estoicamente a los humanos, admitieron sentir simpatía por ellos que habían luchado por su supervivencia de un modo tan valeroso y desesperado como los hsien.
Una vez establecido su objetivo, los Daityas se concentraron en obtener el poder temporal. Sus métodos eran de poco gusto por necesidad. Un Daityas con la buena fortuna suficiente par penetrar en el cuerpo de un noble o de un rico mercader agonizante se establecería firmemente en la personalidad del muerto. A continuación, de forma sigilosa y asesina invitaría a otros Daityas a unirse a la familia con los cuerpos de los parientes recientemente asesinados. Una vez cumplida esta sangrienta tarea de generaciones, los asuntos iban sobre ruedas. Los miembros humanos de las familias adoptadas por los Daityas conocían la fuente de seis importantes riquezas, y debían ir voluntariosamente al matadero cuando el cuerpo del tatarabuelo fuese demasiado frágil como para contener al benefactor semi-divino.
Otros Daityas, los más capaces de recordar sus identidades entre un cuerpo y otro, lucharon con más ahínco por el poder. Los hsien escogieron como objetivos a ministros, concubinas imperiales, príncipes u otros individuos de alto rango. Acecharon, asesinaron y adoptaron los cuerpos de sus recipientes escogidos. Esto siempre resultó peligroso, ya que el tiempo de movimiento del alma es de vital importancia e imposible de calcular, y unos individuos tan poderosos no solían ir sin acompañamiento. Sin embargo, las recompensas en caso de tener éxito valían la pena. Los Daityas nunca Obtuvieron el trono imperial de China, pero tampoco les ha faltado nunca un representante en las cortes imperiales.
La fuerte presencia de los Daityas en las ciudades del reino Medio inevitablemente los ha hecho entrar en conflicto con los Wan Kuei. No tienen motivos de disputa con los diez Mil Demonios. Consideran que los Wan Kuei jóvenes han sido tratados injustamente por parte de la Augusta Personalidad de Jade, al igual que lo fueron los hsien. Siempre aparecen luchas de poder siempre aparecen cuando los Wan Kuei escogen como cabeza de turco a algún miembro de las familias de los Daityas, cuando los Daityas asesinan a una marioneta de los Wan Kuei y ocupan su posición, y cuando los Daityas contestan a las plegarias de los que se encuentran en conflicto con los Wan Kuei. Cuando los líderes Daityas y Wan Kuei de una ciudad no son capaces de ponerse de acuerdo para no interferir en los asuntos del otro, los ciudadanos sufren terriblemente hasta que termina la Guerra Clandestina.
La disensión entre los propios Daityas se extiende. Ahora que el poder temporal parece permanentemente asegurado, ciertas facciones pequeñas aunque elocuentes están proponiendo un objetivo nuevo. El emperador del Reino Medio no puede sentarse cómodamente en el trono tras perder el Mandato del Cielo. El Mandato pasa a otro, que lo derrocará. Estos Daityas creen que el Mandato de los Cielos ahora se encuentra en manos de los hsien, y que es necesario derrocar a la Augusta Personalidad de Jade. Están preparados para hacer la guerra al cielo y para aplastar los planes de los Reyes Yama, como exige el propio universo.
Mecánica de los Daityas
Para simular el tipo de equilibrio de los Daityas, usa la Disciplina Wan Kuei del Equilibrio, aplicando el siguiente cambio: como los Daityas almacenan Yugen (Chi no diferenciado) y no Chi Yin y Yang por separado, el primer nivel de Equilibrio permite a los hsien cambiar sus virtudes Chi permanente sin que sea necesario el tiempo de activación de tres rondas que se menciona. El jugador tira por Astucia + Meditación, y por cada éxito puede cambiar un punto. El efecto dura un número de turnos igual al número de éxitos. Los Daityas mantienen sus afiliaciones elementales. Sus nobles y plebeyos aún se alienan con los cinco elementos. El Wu Tan que usan es indistinguible del que usan los Shinma, salvo por el mayor erudito de los Taoístas (consultar la breve explica¬ción sobre las Cinco Alquimias en el cuadro anterior sobre los Shinma y el Wu Tan).
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