Los Shinma

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Los Shinma aceptaron el castigo de la Augusta Personalidad de Jade de la mejor manera que cabía esperar. Inclinando la cabeza ante el peso de la gran responsabilidad que recaía sobre ellos, se pusieron manos a la obra inmediatamente, sanado las heridas de la tierra y contestando a las oraciones de las multitudes afligidas por las depredaciones de los Wan Xian. Tanto los nobles kamuii como los plebeyos Hirayanu, se hicieron cargo del pesar de los mortales de un modo bastante literal, al verse obligados a habitar los cuerpos demasiado abundantes de los mortales a punto de morir, tal y como había ordenado la Augusta Personalidad de Jade.

Encerrados bajo sus nuevas envolturas, y asediados por todas partes por enemigos antiguos capaces de sentir la debilidad, así como por nuevos oponentes desesperados por subsistir, los Shinma lucharon siempre por desempeñar en primer lugar su misión. Esto les costó caro: aunque los hsien no morían al ser destruido su cuerpo físico, sus recuerdos y motivaciones se perdían casi siempre al adoptar otra forma humana. Con cada destrucción menor de forma sobrevenía otra pérdida incalculable de preciosos recuerdos, y otro hsien quedaba incapaz de recordar los días glorioso de la Segunda y la Tercera Edad. Lo que es peor, un hsien que pierda toda su energía muere realmente. Cuando las propias energías de su alma se ven absorbidas, no hay retomo. Hubo otros entre los hsien que abandonaron sus deberes, dirigiéndose a los Reyes Yama en busca de protección, reproduciendo la caída de los Diez Mil Inmortales. Los Shinma, convencidos de que el castigo proveniente de la Augusta Personalidad de Jade era justo, se aferraron a sus convicciones y siguieron con sus tareas, a pesar de que tantos de los suyos fuesen destruidos para siempre por las garras, los dientes y la magia de otros shen.

La fe de los Shinma se vio recompensada, al menos en parte, cuando el espíritu mono Hanuman pudo vislumbrar los secretos del universo mediante las enseñanzas de un monje Taoísta vagabundo. Aprovechando astutamente su suerte, el Rey Mono consiguió colarse en el Palacio Celestial y se hizo con todos los secretos que los Shinma necesitaban para sobrevivir. Todos los hsien, a pesar de seguir siendo criaturas espirituales incluso estando encerrados en sus envolturas mortales, sufrieron un importante desequilibrio de Chi. Esto les dejó casi indefensos contra los ataques realizados con Chi opuesto. Los secretos descubiertos por Hanuman les permitieron incorporar parte de su Chi opuesto, Yin o Yang en la esencia de su propio ser. Además de esta táctica básica de supervivencia, que dominaron rápidamente por pura necesidad, Hanuman hizo llegar a las manos de los eruditos Shinma las semillas de lo que habría de convertirse en el Tao Te Hsien, una habilidad nueva que permitía controlar a las fuerzas del universo en bruto. Resulta increíblemente difícil dominar estas fuerzas, pero es una posibilidad de retomar al cielo, cuando no a las propias Cortes Celestiales.

La nobleza y la plebe Shinma representan y encarnan a los cinco elementos, un kwannon-jin kamuii (término hsien para estirpe), y un kwannon-jin hirayanu para cada elemento. Los hou-chi y los fu hsi, los hirayanu serpiente, están alineados con la madera: Los chu-ih-vu y los tanuki, los tejones, representan el metal. Los chu jung y nyan, los hirayanu gatos, poseen el poder del fuego. Los komuko y hanumen (llamados así en honor del Rey Mono) representan la tierra. Los suijen y heng po, los hirayanu carpa, son los guardianes del agua. La naturaleza elemental de los hsien es la base de sus técnicas mágicas más corrientes.

Cada una de las Wu Tan, las Cinco Alquimias, pertenece a un elemento clásico: tierra, fuego, metal, agua o madera. Para afectar a una combinación de elementos hace falta cierto grado de habilidad con cada una. Las Alquimias Elementales no controlan simplemente la manifestación física de los elementos. También tienen poder sobre las representaciones simbólicas, ya sean los habitantes de los mundos espirituales o las almas elementales de los humanos o shen. Las virtudes del alma se corresponden con los elementos: la tierra como sabiduría, la madera como autocontrol, el fuego como decoro, el metal como honestidad y al agua como fe. En todos los usos del Wu Tan, se usa Chi Yin para los efectos destructivos. Por ejemplo, se usaría Chi Yin en conjunción con Alquimia de Fuego para apagar llamas, mientras que para encender un fuego se necesitaría Chi Yang, aunque fuese con el propósito de hacer daño, por ejemplo, quemando a un enemigo.

Aunque los Shinma podían concentrar un gran poder, individualmente sólo alcanzan cotas tan elevadas muy de vez en cuando. Los Shinma tienen tareas que desempeñar, que a menudo hacen peligrar su integridad física o les ponen en contacto con otros shen. Sus cuerpos humanos son frágiles, y ya no pueden recorrer el Reino Medio bajo sus formas celestiales. Cada muerte sucesiva significa hacer borrón y cuenta nueva, con lo que el hisien debe esforzarse de nuevo por comprender cuál es su lugar en el universo. La nobleza kamuii suele involucrarse directamente en los Ministerios Elementales Celestiales, continuando con sus cargos tras siglos de exilio. Ya no pueden dar órdenes a los plebeyos impunemente. A no ser que un noble sea muy poderoso, debe tratar a los hirayanu como socios de honor a los que simplemente se les da mejor hacer el trabajo sucio y están dispuestos a ello. Fuera de la Burocracia Celestial, ha habido otros que han escogido un método más individualista y preventivo de proteger al mundo natural y al humano, viajando por el campo como guerreros y monjes itinerantes o adoptado pueblos que vigilar sin necesidad de órdenes desde arriba. Como grupo, los Shinma siguen siendo conscientes de su lugar bajo los cielos y luchan por desempeñar ese papel con desigual éxito.

Hay más de media docena de cortes menores dentro de la propia corte Shinma. Los individuos se unen a una o a más cortes dependiendo de su filosofía y sus conexiones personales. Las maquinaciones de estas cortes son arcanas y sutiles, y los miembros menos poderosos probablemente no tengan ni idea de qué planes se están desarrollando o de cuáles son los objetivos de sus líderes. Los humanos rara vez suele implicarse en estos planes, y resulta mucho más inusual el que impliquen a otros shen voluntariamente. No es raro que los Wan Kuei intenten usar los enfrentamientos moderados de las cortes Shinma para sus propios fines. Los Shinma están comprensiblemente preocupados por los Wan Kuei. Los mayores de entre los Diez Mil Demonios antaño denunciaron el mandato divino y ocasionaron la separación del mundo espiritual del Reino Medio. Los más jóvenes de ellos a menudo son feroces, crueles, insensibles o directamente monstruos. Los Shinma exterminan a los chih-mei sin titubear, mantienen a los Wan Kuei jóvenes a una distancia prudente y ven mal (y no con poco miedo) a los antiguos que datan del tiempo del cambio de Edad. La confianza entre Shinma y Wan Kuei, como el jade más precioso, es extremadamente rara y exquisita. También es fácil de romper.
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