Algunos de los temas presentados en la Quinta Edad adoptan rasgos distintos en el escenario de la Cuarta Edad. En esta sección se analiza uno por uno y se ofrecen algunos temas exclusivos de esta época.
Equilibrio contra Desequilibrio
Los Wan Kuei de la Cuarta Edad lo tienen algo más fácil para mantener el equilibrio interno que sus sucesores de la Quinta Edad. En todo caso, se enfrentan a tentaciones más fuertes de balance y estancamiento mental, porque las sociedades en las que viven aún no se han derrumbado bajo el peso de las presiones externas. El emperador mantiene el orden la mayor parte del tiempo, y las instituciones que preservan la tradición funcionan tan bien como siempre. Las grandes purgas de la cortes y la aparición del Quincunx son acontecimientos futuros y sólo existen como sueños perturbadores para los profetas.
La aceptación general de lo sobrenatural por parte de los mortales permite a los Wan Kuei gozar de mayor ámbito para actuar a sus anchas. Los Wan Kuei de una región aislada pueden hacerse pasar por dioses verdaderos y entregarse a pasiones oscuras durante años hasta que llegue la justicia, si es que llega alguna vez. Contra estos comportamientos licenciosos, las grandes cortes intensifican sus exigencias de armonía. Los extremos se alimentan el uno al otro. Al final, estas tensiones alimentan el terreno para las tragedias posteriores.
Tradición contra Usos Nuevos
En toda crónica que incluya ideas innovadoras en la Cuarta Edad probablemente habrá interacciones con los mortales y shen occidentales. No hay mucha materia en el ámbito de las innovaciones sociales en China y las tierras colindantes, más que la improvisación contra las dificultades. La tradición asiática afirma que todo aquello de algún valor lo descubrieron originariamente los sabios antiguos, con quienes no pueden compararse los demás. Un occidental que aparezca con un técnica o una idea de algún valor no puede haberla inventado él mismo. O es descendiente de alguna versión original asiática o es una baratija menos valiosa de lo que parece. La idea de que los extranjeros realmente aparezcan con objetos que sean de algún valor para los asiáticos no se asentará hasta varios siglos más tarde.
Las mayores luchas de la Cuarta Edad son las de unas filosofías contra otras. ¿Debería el emperador apoyar algún esfuerzo por parte de eruditos de hacer otra gran síntesis de las ideas de Confucio para poder gobernar de un modo más virtuoso, o debería adoptar la idea legalista de la arbitrariedad y la ley establecida? ¿Al asentarse unos colonos más allá de la frontera, deberían llevar consigo sus antiguos santuarios o deberían adoptar los dioses de la nueva tierra? ¿Deberían imponer los jefes militares las costumbres de los conquistadores a los habitantes de los territorios ocupados, o debería dejárseles a su propia ignorancia, incapaces de nada mejor? Estos son los asuntos que
dividen a los mortales y shen que debaten cómo gobernar.
El Grupo contra el Individuo
Los Wan Kuei de la Cuarta Edad ejercen un poder temporal sobre los mortales, si lo deciden así. Todas las filosofías principales y religiones populares hacen concesiones a los gobernantes en circunstancias "inusuales". Los ayudantes mortales ayudan a cubrir las inseguridades de sus superiores, motivados por cualquier cosa, desde el ansia egoísta de poder hasta la creencia de que los Wan Kuei realmente gobiernan mejor que los mortales. De este modo, la cuestión de si se debe tomar parte en la sociedad, como uno mismo o disfrazado, o si se debe optar por las búsquedas personales, tiene consecuencias importantes.
Las cortes no se inmiscuyen directamente en el gobierno de los mortales, pero los ancestros aconsejan a los Wan Kuei que deciden adoptar el poder. Los riesgos son formidables: es muy difícil avanzar en el Dharma en medio del clamor de los asuntos de los mortales. Por otra parte, hay algunos pasos de Dharma que no se pueden dar en solitario. Los ermitaños, así como los reyes, se enfrentan al balance en caso de vincularse demasiado a un rol social.
Los personajes que decidan participar de las instituciones mortales se enfrentan a pocos de los peligros de las épocas posteriores. Los Shih y otros cazadores en potencia sólo atacan cuando detectan un abuso horrendo de los poderes sobrenaturales. Los cuentos populares preparan a las gentes, con historias de reyes y sacerdotes que provienen de planos misteriosos más allá del mundo. Desgraciadamente, la mayoría de los gobernantes no humanos terminan mal, al predisponerlos el orgullo y la falta de preocupación para una decadencia final. Los Wan Kuei suficientemente autocríticos se retiran del poder cuando notan las primeras señales de engaño personal, pero, más o menos por definición, es difícil detectar la ceguera en uno mismo. Las críticas de sus compañeros tampoco ayudan siempre, ya que siempre hay lugar para atribuir un consejo a la envidia o la ambición en vez de a una preocupación sincera. La iluminación del Dharma se concentra principalmente en el interior del individuo, y es muy incompatible con la vida diaria.
En realidad, es más fácil ostentar el poder en la sociedad mortal que simplemente mezclarse como una persona más. Con el tiempo, todos los Wan Kuei terminan revelando su naturaleza, deliberadamente o accidentalmente. Los mortales tienden a pensar que un Wan Kuei que se oculte entre ellos intenta hacerles daño más que si éste revela su condición especial y busca su obediencia. Después de todo, un Wan Kuei justo puede ser un magistrado estupendo, que ejecute sus propias sentencias además de usar sus poderes para desvelar la verdad. Un sacerdote Wan Kuei muy dedicado posee la ventaja exclusiva de poder hablar con los espíritus en sus territorios nativos. Estas cosas son extrañas, pero no necesariamente temibles en el sentido en que lo es una vida "normal" ocultada deliberadamente.
Redención contra Condenación
Los Wan Kuei se encuentran en el filo entre la redención o la condenación y no "suelen darse cuenta de la dimensión total de su situación. Después de milenios de trabajo, poseen conocimientos fiables con los que conquistar sus debilidades interiores y ganarse el favor del cielo. Las sociedades que les rodean les reciben con pocas preguntas. Al igual que sus predecesores hicieron hace mucho tiempo, se preparan para echarlo todo a perder con su indulgencia. Este es un momento en el que la Rueda de las Edades puede girar en un sentido o en el otro, y los Wan Kuei en conjunto contribuirán a que el mundo tome el camino del pesar.
¿Está predestinado el Ciclo de las Edades? ¿Se puede alterar? Los sabios discuten esta cuestión, y frente al silencio de la Augusta Personalidad, no hay modo de saberlo con seguridad. El destino es una buena excusa para justificar los errores de uno. Sin embargo, el destino existe realmente, e impulsa a las almas de todo tipo de acuerdo con unas directrices que los participantes nunca conocerán.
La deuda de karma devuelve a los Wan Kuei al mundo. Esta les arrastra hacia actos de ceguera y, hacia la iluminación. Debería quedar claro lo que se debe hacer y lo que se debe evitar, pero pocos Wan Kuei lo llegan a comprender. El sol ha podrido los cadáveres de muchos Wan Kuei que siguieron su propia voluntad como única guía de comportamiento. Escogieron la condenación, o, al menos, rechazaron la salvación.
Muchos Wan Kuei, tras enfrentarse a la verdad del infierno una vez, prefieren no volver más. Aceptan el hecho de su existencia porque deben y simplemente deciden no cuestionarse lo que esta implica. Un rechazo fuerte anima a los Van Kuei a convertirse en nuevos señores demoníacos, mientras que un rechazo más pasivo deja a los Wan Kuei vulnerables a las manipulaciones de otros Wan Kuei más activos. Por otra parte, si se acepta con demasiado celo la idea de la deuda de karma, es fácil para un Wan Kuei decidir que todas las cosas y los seres persiguen sus respectivos destinos, Los Reyes Yama gozan tremendamente de todo el sufrimiento creado por este tipo de incautos. ¿Existe esperanza para los Wan Kuei, ya sea en el cielo, la tierra o el infierno? Sí. La iluminación es real. El dominio sobre las limitaciones y el progreso de uno mismo hacia la verdad puede existir. Sin embargo, el camino es largo y duro, y muchos caen al recorrerlo. En el hueco entre la posibilidad y la realidad probable, surge la tragedia.
Mayor y Menor
Todas las sociedades de la Cuarta Edad aceptan una jerarquía social en la que el liderazgo es una cuestión de verdad moral tanto como de experiencia política. Los príncipes prevalecen porque el cielo desea que las almas inferiores se sometan a las superiores. Sólo los lunáticos y visionarios sugieren lo contrario, y la sociedad los rechaza a ambos. Los Wan Kuei participan en su propia jerarquía, así como en las pirámides sociales que determinan la vida mortal.
En teoría, todas las cortes Wan Kuei elevan a las posiciones de liderazgo a los Wan Kuei más perceptivos y avanzaos espiritualmente. En la práctica, la corrupción se cobra sus víctimas. Los conspiradores ambiciosos obtienen los lugares que por derecho, pertenecen a los Wan Kuei menos brutales y decididos. Una vez establecido, un líder de moralidad disoluta puede hacer avanzar a muchos de sus amigos. A finales de la Cuarta Edad, esto sucede con frecuencia, y cortes enteras suelen caer en la oscuridad. A lo largo del proceso, las injusticias menores se acumulan en un número suficiente como para poder destrozar a todas las cortes antiguas en mayor o menor grado.
Para jugar al juego de la política Wan Kuei hay que ser cuidadoso. Los Wan Kuei jóvenes que creen que la labia y las demostraciones impresionantes de Chi les garantizarán una posición elevada, se enfrentan a duros correctivos. Los conspiradores inteligentes deben comenzar identificando a antiguos que deseen utilizar a alumnos de moral flexible, e ir abriéndose paso por sí mismos. Recuerda que algunos Wan Kuei ven con mucha claridad, y que puede haber una purga en cualquier momento. Los aspirantes a conspiradores deben estar preparados para rendir cuentas por sus acciones. Recuerda que una de las mejores explicaciones es la verdad. Si se llevan a cabo algunas acciones genuinamente bondadosas y se contribuye a la marcha de los Wan Kuei hacia la armonía perfecta y el dominio, se pueden cubrir muchos pecados.
El Cambio de Edad
El momento exacto del cambio de edad es deliberadamente inconcreto. Los acontecimientos clave del cambio sólo quedan claros vistos retrospectivamente. Como Narrador, esto te da la oportunidad de decidir qué fecha le viene mejor para tu crónica. La Edad puede cambiar en 1197 o puede tardar siglos en cambiar. Puede ser un cambio repentino o un proceso progresivo en el que distintas cortes (o individuos) se "corrompan" mucho antes que el resto. Una vez que hayas pensado en un momento, por supuesto, debes ocultar la verdad tanto como puedas bajo capas de especulación y controversia entre personajes. Los jugadores nunca deberían estar seguros de esta clase de cosas, al menos no hasta que avancen mucho en la crónica.
Una crónica que se centre en el cambio de edad debería evocar cierto fatalismo. Los personajes se enfrentan al hecho tangible de que el mundo se aleja del sueño de armonía del propio creador. Ya decidan dejarse arrastrar hacia la oscuridad o intentar detenerla, no cabe duda de que el Ciclo de la historia se acerca. Seas cuales sean las victorias de los personajes en su búsqueda de la iluminación, se acercan fracasos mayores.
Los personajes pueden contarse entre las pocas voces de sabiduría en una corte corrupta y decadente. Puede que formen parte de una corte en la que las verdades antiguas aún gocen de respeto y se unan a otros Wan Kuei antiguos contra los horrores que se presenten. Puede que intenten apartarse de la sociedad Wan Kuei para promover sus objetivos, malvados o no, entre los mortales. El cambio de edad los afecta a todos. La decadencia del mundo antes o después alcanzará el interior de sus propias almas, como se discute en la mecánica del juego para el cambio de edad. Dentro de un orden, da igual su postura al respecto, van a tener que enfrentarse a ello de todas formas.
Esto no significa que no haya espacio para la esperanza. Puedes decidir que los personajes se anticipen al cambio de edad o incluso que lo eviten de algún modo (aunque esto tal vez es demasiado épico para un juego de terror). Lo más plausible es que los personajes obtengan victorias personales frente a la degradación universal. En una corte que se desmorone, el preservar algunas tradiciones, acabar con los akuma y sembrar las semillas del futuro renacimiento son victorias importantes.
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