Kamakura (Japón Oriental)

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La ciudad de Kamakura, situada entre la bahía del mismo nombre y los acantilados de Kiridoshi, parece pacífica y serena. Sin embargo, por debajo de su reposada superficie, la ciudad es un puño apretado preparado para golpear y ese puño pertenece a Minamoto-no-Yoritomo.

Yoritomo, el primer shogun de Japón, se afincó en Kamakura tras la guerra Gempei. La ciudad estaba extraordinariamente situada en términos de defensa. Los enemigos que se acercasen por mar encontrarían la entrada al puerto taponada por Wakaejima, una isla artificial hecha de roca dentada; los enemigos que se acercasen por tierra tendrían que atravesar estrechos senderos excavados en los acantilados de piedra, visibles perfectamente desde plataformas labradas en el acantilado para acomodar a los defensores de Kamakura. Yoritomo dejó claro que estaba en Kamakura para quedarse cuando trasladó el templo ancestral de su familia, el Tsurugaoka Hachimangu. El pueblo dejó paso al shogun Minamoto. Wakamiya Oji, el camino que conduce directamente desde Hachimangu hasta el mar, se convirtió rápidamente en la calle principal de la nueva ciudad de Kamakura. Los Samurái, los leales a Yoritomo y los que visitan la ciudad debido a los negocios del shogun, adoraban a la deidad guardiana de los guerreros samurái en el Shinto y las ceremonias budistas del santuario.

Hace tres años, los constructores terminaron la estructura principal del nuevo santuario de Yoritomo, el templo Yokufuji. Éste, hermosamente rodeado de estanques, jardines y extensos terrenos, fue construido para proporcionar reposo a las almas de los guerreros caídos. En sus cuidados del templo, el shogun quemó incienso en honor de su hermano, Minamoto-Yoshitsune, así como los muchos otros que murieron junto a él, luchando en las provincias del norte. En respuesta, el espíritu de su hermano fue a vivir al templo Yokufuji, pero no en reposo.

Los Muertos Sin Reposo

El fantasma de Yoshitsune estaba furioso. Su hermano, ahora convertido en shogun, había envidiado sus victorias militares de su hermano durante toda la guerra Gempei. Fue Yoshitsune, no Yoritomo el que llevó a los guerreros de la familia Taira al mar, y por ello, Yoritotno envió hombres a asesinar a su hermano. Fracasaron. Aunque huyó al norte con su mujer e hijos, Yoritomo lo encontró y lo mandó matar. Yoshitsune dio a su mujer y sus hijos una muerte misericordiosa, y después realizó el seppuku. Encontrar su alma en menos de cinco años atada al templo Yokufuji por el engaño de su hermano era más de lo que podía soportar. El fantasma de Yoshitsune llenaba los espacios del templo Yokufuji de malestar a fuerza de odio incontenible. Tras buscar a otros entre los muertos que, tuviesen motivos para odiar a su hermano, reunió a samuráis difuntos de varias familias: Fujikawa, Taira, Yasuda, Minamoto. Todos ellos murieron como resultado de la envidia y la arrogancia de Yoritomo. Varios de ellos habían obtenido la fortuna de poder volver a sus propios cuerpos.

Esta reunión fue peligrosa, ya que el aura palpable y creciente de oscuridad que rodeaba al templo Yokufuji asustaba a los habitantes de la zona, que aumentaron sus sacrificios para intentar aplacar a los espíritus furiosos. Lo que es más significativo es que cualquier población de wraiths japoneses podría atraer la atención del Emperador de Jade de las Fuentes Amarillas. Finalmente, esta "rebelión de los muertos" no podía dejar de llamar la atención de los propios campeones no-muertos del shogun.

Los gaki del uji Bishamon japonés se dividieron violentamente respecto a la guerra Gempei y su resultado. Al igual que los samuráis mortales, los Bishamon lucharon en ambos bandos, enfrentándose en campos oscuros y resbaladizos de sangre cuando los ejércitos humanos se veían a retirarse a descansar al llegar la noche. Para los samuráis Bishamon aliados de los Taira, Minamoto-no-Yoritomo era una mala semilla que se habría destruido durante la niñez, si no fuese por la misericordia de la familia Taira. Que un hombre cometiese actos tan deshonrosos llevando el título de shogun era una desgracia para todo el imperio japonés. Para los partidarios de los Minamoto, Yoritomo es el heredero y un legado de conquistas militares que ha demostrado su fuerza y habilidad al conseguir la posición que ostenta. Los shogun deben ser despiadados en la defensa del imperio.

A espaldas de todos, Yoritomo ha reunido una guardia sobrenatural alrededor de Kamakura, un wu entero de partidarios de su Bishamon. Bajo el liderazgo de Miura Yasutami, el wu de la Noche más Negra ha jurado proteger al shogun de sus enemigos sobrenaturales. Se mantienen ocultos en las sombras por necesidad, pero cuentan con recipientes cuidadosamente colocados en el séquito de Yoritomo. Por supuesto, por la noche nunca pierden de vista al shogun. El wu guardián ha tenido escaramuzas con los rebeldes seguidores de Yohsitsune, pero ambos bandos prefieren sobrevivir para poder luchar otra noche. Los defensores de Yoritomo no pueden protegerle totalmente de sus perseguidores fantasmales, ya que, incluso con la Visión Fantasmal, los hábiles wraiths son difíciles de detectar.

Pesadillas del Shogun

Para Yoritomo, la presión no deja de acrecentarse. La gran presencia sobrenatural que le rodea empieza a ser imposible de ignorar. Oye voces que le hablan en la oscuridad, murmurando maldiciones e imprecaciones. Hay sombras negrísimas que bailan en sus muros de papel cuando no hay luz, y divisa figuras que desaparecen en cuanto gira la cabeza. Yoritomo, paranoico por naturaleza, se ha ido volviendo cada vez más irracional, castigando a ministros y samuráis por ofensas imaginarias. Ha continuado construyendo templos en Kamakura para intentar remediar la situación, sin lograr resultado alguno. Ha empleado a monjes budistas y sintoístas para exorcizar a los demonios que le persiguen, amenazando con ejecutar a los que fracasen. Todos han fracasado. Los ciudadanos de Kamakura permanecen silenciosos y respetuosos, eludiendo la residencia del shogun para evitar provocar su ira.

En este momento, el wu Bishamon no sabe quiénes son los asaltantes de Yoritomo, sólo que deben protegerle de una malvada fuerza sobrenatural por el bien del imperio. En caso de que Miura Yasutami supiera que los insurgentes tienen a la cabeza a Yoshitsune, el hombre que llevó a los Minamoto a la victoria, así como las circunstancias de su muerte, el equilibrio del poder en Kamakura cambiaría de forma decisiva.
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