Antes de la Segunda Edad no existía el Mundo Yomi. Los mundos del Yin y el Yang estaban equilibrados y los Diez Mil Infiernos se encontraban en armonía. La Augusta Personalidad de Jade todavía administraba orden al mundo y los Reyes Yama apenas se podían distinguir de los demás tiranos insignificantes de los mundos Yin y Yang. En esa anciana edad aún no eran mas que niños terribles a los que se le había otorgado el control de los más profundos agujeros del mundo, existiendo en pequeñas islas de pesadilla y corrupción concentradas. Se les había dado la escoria consolidada del reino Medio, la placenta y los deshechos, las regiones corruptas que habían sido dejadas de lado por la creación confusa del universo y, en resultado se sentían menospreciados. 
La Augusta Personalidad de Jade dio el nombre de "Reinos" a esos pequeños feudos y a todos les dio el título de "Reyes Yama" como si estuviera intentando burlarse. Estaban furiosos, pero mantuvieron sus temperamentos a raya, por miedo a que les fuese arrebatado incluso eso poco que tenían.
La Augusta Personalidad de Jade delegó en esos Reyes Yama la tarea de instruir y rehabilitar a las almas descarriadas del Reino Medio y ellos aceptaron el cometido con toda la gentileza de la que fueron capaces, pero todo lo que hacían por dar más de lo que requería la tarea encomendada sólo servía para que la Augusta Personalidad de Jade centrase su atención en otros asuntos celestiales. Abandonados a sus propios asuntos, los Reyes Yama se dieron cuenta de que el sufrimiento de los demás iba a convertirse en su diversión, su belleza y su consuelo.
El fin de la armonía y de la génesis del Mundo Yomi llegó cuando uno de los Reyes Yama más venial (todos afirman poseer la distinción de considerarse ese notorio Primero, aunque, por lo general, las leyendas le dan "credibilidad" a una de las Reinas Yama de inclinación Yang) aprendió que el Chi que se corrompía por acción de potentes emociones negativas era más fácil de consumir que aquél que provenía de pensamientos calmados y alegres. Armado con este conocimiento se sobrealimentó de la energía Cercana a los lugares donde el tapiz del Mundo Yang había sido manchado por un gran dolor u odio; los demás soberanos infernales comenzaron a preocuparse ante esta "ventaja injusta" y comenzaron a espiar al Primero con curiosidad inclemente. La espiada trató de quedarse con el conocimiento para su disfrute exclusivo, pero incluso entonces no había poder suficiente bajo el cielo capaz de evadir el escrutinio de nueve (o más) Reyes Yama por mucho tiempo.
Se dice que un sirviente del Primero, Liao-chuh Kung, bautizado por los estudiosos como La Oscuridad Errante, les reveló a los otros soberanos el secreto de la consunción del Chi corrupto a cambio de un vasto poder en el Reino Medio y, aunque inicialmente encontró el poder que se le había prometido intoxicante, el paso de los años evadiendo las trampas y tormentos de su antiguo señor le hicieron amargado y vengativo. Sabiendo lo que el cielo pedía de los Reyes Yama, y viendo cómo éstos habían sobrepasado sus deberes, buscó una forma de expulsarlos para siempre del Reino Medio. La Oscuridad Errante aprovechaba avariciosamente cualquier oportunidad de minar los trabajos de cualquier Rey Yama.
Una vez todos los soberanos supieron que podían consumir una cantidad casi ilimitada de Chi siempre que esta se viera producida a partir del dolor o la rabia, buscaron reinos del Mundo Yang para mancharlos con tales emanaciones. Encontraron cavidades que ardían con Chi adecuado para su recolección. También hallaron que ninguno de los Reinos Espirituales de las tierras de Occidente era accesible para ellos. A pesar de lo mucho que lo intentaron, de los mantras que entonaron y los rituales que hicieron, no consiguieron afectar en absoluto las tierras del oeste. Al principio los Reyes Yama se encolerizaron más allá de ninguna comprensión, pero después de observar a los nómadas del desierto y a los bárbaros llenos de vello occidentales decidieron que la pérdida no era tan grande.
En el curso de su búsqueda quedó claro para ellos que, así como la agricultura era mucho más eficiente que la caza o el acopio, resultaba mucho más sencillo cultivar el dolor y la rabia que buscarlos, y pusieron en marcha una nueva y oscura campaña. Empezaron una agresiva política que consistía en subvertir a los habitantes del Reino Medio, incitando a los humanos y a los shen por igual para que creasen más infortunio del que alimentarse. Allá donde hubiera estabilidad, ellos la socavaban; donde había una chispa de agresividad la abanicaban para convertirla en violencia; donde reinaba la armonía, los Reyes Yama plantaban el descontento, el aburrimiento y la codicia. Encaminaron repetidamente los sucesos humanos hacia consecuencias negativas para recolectar el delicioso Chi producido por la agonía y la malicia. Experimentando con los odiados humanos, los Reyes Yama más jóvenes descubrieron que la energía corrupta desplegaba un "sabor" diferente dependiendo de su origen, ya fuera la guerra, la enfermedad, la tortura u otra atrocidad. Seduciendo a aquellos primeros mortales para que realizaran actos de violencia, lujuria o codicia, empezaron a combinar los sabores de la corrupción produciendo sinfonías de atrocidad. Inundaron reinos enteros con Chi nocivo, hasta el momento en que la miseria y el odio saturaban la esencia espiritual de la región: entonces se daban un festín y dejaban tras de sí una tierra baldía espiritualmente yerma.
Mientras la Augusta Personalidad de Jade atendía los asuntos del Cielo, los Reyes Yama levantaron jardines enteros de miseria. Se alimentaron de ambigú de odiados y sufridores, haciéndose más glotones y malevolentes a costa del dolor ajeno. Con cada gran hambruna, guerra o epidemia que hacían florecer, se hacían más poderosos y rebeldes respecto al Cielo.
La discordia se extendió por los mundos espirituales a medida que los soberanos infernales engullían cantidades de Chi inconcebibles hasta la fecha. Ciudades enteras se ahogaron en la energía corrupta resultante de una guerra u otra gran atrocidad, que atraía a su vez a los voraces señores cuya presencia, como era de esperar, no hacía nada por aliviar el sufrimiento que había provocado su interés. Muchos de los señores del Yomi simplemente rivalizaban por encontrar qué límite tenían sus apetitos (si es que existía alguno), devorando cualquier Chi corrupto que podían encontrar. Reinos enteros del Mundo Yang fueron absorbidos y libados hasta quedar secos antes de que la Augusta Personalidad de Jade advirtiera lo que había sucedido. Lleno de ira, asignó a los Wan Xian para cazar a los sirvientes y agents provocateurs de los Reyes Yama en el Reino Medio, impidiendo que desestabilizaran aún más el ciclo.
Los reinos que los señores demoníacos habían desestabilizado ya no se encontraban en armonía con el resto del Mundo Yang. Ningún espíritu era capaz de penetrar en esas regiones corruptas sin caer presa de sus inclinaciones más oscuras. No teniendo Chi de ninguna clase, las resonancias de esas regiones eran una tabula rasa y los Reyes Yama ejercieron su poder sobre ellas. En un acopio de osadía sin precedentes contra la Augusta Personalidad de Jade y los Wan Xian arrogantes se atrevieron a dejar de lado sus destructivas guerras y realizaron la primera (y, según algunos, la más grande) muestra de poder arrancando esos reinos muertos del Mundo Yang y llevándoselos a sus propios y retorcidos reinos de pesadilla. Allí trabajaron sobre ellos, les dieron forma y combinaron sus despojos hasta que las tierras de su propiedad y las que habían robado se fundieron en un reino, nuevo por completo, que no se encontraba ni sobre ni bajo el Reino Medio pero que era continuo a él, empalmando con todos los grandes centros de corrupción y decadencia. A este retorcido lugar lo bautizaron como Yomi.
Los Reyes Yama estaban triunfantes. Era indudable que éste era el verdadero comienzo de su reinado eterno y que el Cielo pronto comenzaría a temblar ante sus pasos. La Augusta Personalidad de Jade no lo percibió así. Como acto de insolencia, robar los reinos corruptos era un fracaso. Los dragones del Cielo pronto los habrían deshecho a modo de precaución celestial, pero los Reyes Yama, henchidos con Chi Yang y carentes de subterfugio y control, actuaron de forma irreflexiva revelando a la Augusta Personalidad de lo que eran capaces mientras que, simultáneamente, gastaban grandes cantidades de su nuevo poder. Se alzaron expuestos, pero desafiantes, ante la Augusta Personalidad, y la única cosa en la que coinciden las tres crónicas que nombran el suceso es la sonrisa inefable que había en su rostro al volverles la espalda para siempre.
Debilitados a causa de sus gratuitos despliegues, los Reyes Yama se encontraban de nuevo famélicos. Exploraron el Reino Medio buscando mortales que tentar y seducir para que realizasen imprudentes actos que dieran atrocidades, corrupción y malicia como resultado. Podían encontrarse crédulos predispuestos por todas partes, pero los Diez Mil Inmortales se interponían a cada paso. Tan pronto como un Rey Yama intentaba manipular a un consejero, los Wan Xian olían la corrupción del mortal y exponían al peón como lo que era. Impedían de forma eficiente que los soberanos infernales usasen a los humanos como instrumentos con los que corromper el Chi y robar más tierras del Mundo Yang. Los Reyes Yama golpearon una y otra vez, en China, en Japón, en el Tíbet, entregando más y más poder a los mortales de débil voluntad, al tiempo que se desesperaban por satisfacer sus enormes apetitos. Todo intento era frustrado por los Wan Xian, y la furia de los Reyes Yama crecía. Pronunciaron ristras de maldiciones sobre los Wan Xian, soñaron abominables tormentos para ellos y declararon miles de pequeñas guerras. Pero, sin sirvientes en el mundo físico, no podían hacer otra cosa que gritar, enfurecerse y amenazar. Con el tiempo se silenciaron y la paz retornó al Reino Medio.
Los Wan Xian, que ya no se encontraban directamente informados por la Augusta Personalidad de Jade, asumieron que sus enemigos habían aceptado finalmente su papel en el orden celestial. Mientras que aún se encargaban de buscar a mortales influenciables, la mayoría de los Diez Mil inmortales se volvió perezosa y dirigió sus atenciones a otros asuntos de menor elevación.
Mientras tanto, los Reyes Yama no habían abandonado sino que simplemente habían viajado en tropel al Mundo Yin. Wu Hua, el Rey Yama que había establecido su Fosa de Sal y Hierro en las Tierras de los Muertos Sin Descanso, descubrió que las atrocidades cometidas en el Reino Medio para corromper al Mundo Yang aún hacían eco en el Laberinto que se encontraba bajo las Fuentes Amarillas. Muchas de las víctimas de las guerras y hambrunas que habían causado restaban ahora confusas con Chi Yin corrupto. Rabiaban y revivían sus odiadas vidas escondiéndose en túneles cambiantes bajo el Gran Pozo de No Ser. Los actos malvados inspirados por los Reyes Yama aún generaban Chi corrupto, aunque se trataba del frío y oscuro Chi del Mundo Yin.
Sabiendo que podrían ser descubiertos y castigados si no eran cautelosos los Reyes Yama se escondieron como gusanos en un capullo de rosa en las regiones del Mundo Yin donde la desesperación y la malicia tensaban el Tapiz. Allí, alimentándose de la noluz del Olvido, los Reyes Yama olvidaron a los odiados Wan Xian por completo mientras devoraban un segundo cultivo de Chi del mismo grano malevolente. Lo que prosiguió fue un frenesí alimenticio comparable al primero: absorbieron permanentemente la energía de los salones del Palacio de Jade que iban corrompiendo previamente. Cuando el acto de profanación fue descubierto ya habían engordado de nuevo con la energía robada.
Por segunda vez en la historia conocida, los Reyes Yama cooperaron para arrancar las tierras Yin que habían adulterado del resto de las Fuentes Amarillas, para consolidarlas con el Yomi que habían comenzado hace décadas. Lo que habían sido en su día tierras Yang se vieron obligadas a fundirse con las que en su tiempo fueron tierras Yin. La única cosa que los reinos compartían era su estado baldío y su corrupción, y eso sólo se convirtió en la esencia del Mundo Yomi.
El comienzo de la Cuarta Edad fue testigo de una gran victoria para los señores demoníacos: los Wan Xian que les habían detenido a cada paso durante la Era de las Leyendas se habían corrompido ellos mismos. Uno de los Wan Xian de la India distante llamado Mahanaga Visparakni cayó bajo el llamado de uno de los encantos ilusorios de Tou Mou, que tiró con fuerza de su P'o como si se tratase de una marioneta. Convencido de que estaba obedeciendo el mandato del Cielo, se convirtió en el primer traidor entre los inmortales y a tratar a los humanos que estaban bajo su protección como si fueran su reserva particular de Chi. Convenció rápidamente a los otros Wan Xian sobreconfiados que su papel en el Reino Medio era el de señor de la guerra o divino representante-regente de la Augusta Personalidad de Jade y no de un perro de presa que cuenta historias. Con el tiempo, Mahanaga Visparakni fue etiquetado de akuma y destruido, pero no antes de que inexorables demandas de poder le hubieran llevado a cometer atrocidades que se harían legendarias. Tou Mou se hizo con su alma inmediatamente y el primer akuma ha estado sujeto a la caricia abrasiva de la Reina Yama desde entonces.
La corrupción creció ampliamente entre los Wan Xian. En lugar de defender el Reino Medio de las depravaciones
de los Reyes Yama se dedicaron a luchar entre ellos, colocando asertos sobre pequeños imperios y drenando la esencia Chi de pueblos enteros de mortales para poder hacerlo. La Augusta Personalidad de Jade vio esta profanación y se enfadó. El castigo del Cielo, cuando llegó, no resultó ser suave en ningún modo, y cuando hubo acabado los Diez Mil Inmortales ya no se interponían en el camino de los Reyes Yama. Al contrario, ahora éstos disponían de acceso directo al P'o de los Wan Kuei. Casi como si hubiera intentado ayudarles, la Augusta Personalidad de Jade había quitado de en medio al enemigo más odiado de los demonios y, a cambio, les había proporcionado su mejor utensilio en el Reino Medio. Los Reyes Yama se regodeaban.
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