El Foso de Hierro y Sal

En el Reino Medio la tierra es fuente de vida, nutre las plantas que alimentan a los seres y proporciona la base para todas las cosas bajo el Cielo. Eso no es cierto en este infierno. Se trata del dominio del Rey Yama Wu Hua, que lo administra de una forma que aprobarían los grandes señores feudales del oeste. Aquellos que trabajan aquí lo hacen bajo la falsa esperanza de que, a través del trabajo duro, podrán ascender en el escalafón y, un día, ser liberados de su sufrimiento. Esos inocentes están, por supuesto, en un grave error, pero eso no les aleja de intentarlo. El foso parece ser una abertura, enfermiza y blanca, en la tierra del paisaje infernal, dominado por una serie de espiras de hierro.

Cuando uno la inspecciona de cerca, se da cuenta que la tierra es sal pura y que la enorme fosa no parece tener fondo. Enormes piezas de hierro nacen desde distintas profundidades. Las almas atrapadas aquí trabajan en las minas de sal buscando tesoros que nunca encontrarán, bajo el látigo de los crueles e injustos capataces. Tales criaturas se deleitan encontrando excusas para pinchar o fustigar a aquellos a su cargo, simplemente porque la sal del foso quema e inflama las heridas. Las ciudadelas de hierro, que albergan a esos desafortunados que trabajan para Wu Hua, son lugares de decadencia y depravación. Las almas rotan interminablemente entre el trabajo en las minas y el de esclavos en las ciudadelas. Muchos mineros ven este cambio como algo deseable pero, inevitablemente, todo alma que es escogida descubre que no es el caso.

Según unas retorcidas nociones de Feng Shui de Wu Hua, hay seis ciudadelas, localizadas de forma equidistante a cada nivel de la fosa. Nadie sabe cuántos niveles tiene la mina, pero se sospecha que el número es infinito. El efecto óptico de esta disposición hace que la abertura parezca una enorme fauce, si se la mira desde arriba; con cada aguja semejando un rancio diente de hierro. A los obreros no se les permite llevar ropa cuando trabajan, dejándoles desprotegidos ante las duras condiciones del Foso. A las almas que son particularmente útiles (como las que informan sobre sus compañeros, o que ayudan a los capataces a convencer a los mineros para que trabajen en las ciudadelas), se les permite llevar unos pocos harapos. Los prisioneros que cubren su cuerpo de esta forma son envidiados y odiados por los demás.

Las Ciudadelas de Hierro están diseñadas según una jerarquía inversa: cuanto más elevado sea el nivel en el que trabajas menor será tu posición. Se comenta que la fortaleza de Wu Hua está localizada en el fondo teórico de la fosa, aunque hay muy pocos que la hayan visto. En los enormes capiteles situados sobre las agujas de cada ciudadela, yacen empalados los cuerpos de los fracasados y los traidores. Aquellos que están en las más altas son los que han cometido ofensas menores. Se dice que Wu Hua rodea su fortaleza con restos podridos de los que le han fallado de forma imperdonable. El paisaje del Foso es inmutable y estéril. No es un lugar de impresión o disgusto, sino un infierno de opresión silenciosa, que dirige las almas de los atormentados aquí a paso agonizante.

Lugares de Importancia

La Ciudadela de Wu Hua

Al final de la enorme mina de sal yace la fortaleza de Wu Hua. Es una ciudad de hierro, rodeada por seis enormes agujas espinosas donde están clavados cientos de cuerpos. En la distancia, pueden apreciarse hogueras verdes y crepitantes. En su frío fulgor pueden apreciarse destellos de grotescos rituales y torturas obscenas. El óxido de las paredes hace parecer que todo el lugar está sangrado. El palacio central es un gran misterio: solamente el Rey Yama y sus más fieles servidores habitan aquí. Incluso los visitantes más honrados son recibidos en los niveles superiores del Foso. Qué es lo que pasa realmente en este sanctasanctórum se desconoce, pero los gritos de los torturados pueden oírse levemente desde varios niveles de la superficie.

El Burdel de Hierro

Entre los pisos intermedios de este infierno, en la sexta ciudadela del duodécimo nivel, un alma apurada puede encontrar el Burdel de Hierro. Este enorme edificio es un lugar de perversión grotesca. Entre sus muros los prisioneros trabajan para satisfacer los deseos oscuros de los sirvientes de Wu Hua. Algunos lo hacen porque no pueden soportar la labor en las minas y otros como un respiro temporal del látigo y espadas de los capataces. En realidad, las almas que trabajan aquí son tratadas peor que cualquier otra en el dominio, y su sufrimiento alimenta el infierno de forma más generosa que diez mil atormentados con picos y palas, porque es mucho más personal.

Hay ocasiones en que el Rey Yama hace una sesión de reclutamiento entre la plantilla del burdel. Esos nuevos agentes suelen ser los que han soportado trabajar aquí durante un tiempo, pero que aún tienen una chispa de independencia. Sin embargo, sólo hace falta "una chispa": aquellos que se aferren a la individualidad serán nuevamente enviados a trabajos deshumanizados.

Habitantes

Los sirvientes de Wu Hua son una cuidadosa mezcla de akuma, espectros que ha logrado seducir para que abandonen a Yu Huang, y otros demonios. Su elite se compone de las primeras almas que trajo bajo su control hace siglos. La mayoría de esas cosas han olvidado que una vez fueron humanos. La estructura burocrática del Rey Yama ha sido diseñada sobre la base de la cultura China de los primeros tiempos: a los sirvientes obedientes se les premia con el ascenso y con regalos; los desobedientes son castigados y, finalmente, destruidos. Cualquier criatura que haya ascendido por esos retorcidos escalafones será, sin duda, alguien de gran infamia y astucia, por lo que debería ser tratado con cuidado.