El Infierno de los Pecadores Cabeza Abajo

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Este dominio desafía cualquier descripción: dependiendo del punto de vista, es el reino más inteligente del Yomi o el más loco, ideado por las más enferma de las mentes. El tiempo y el espacio están invertidos; la sensación y el pensamiento se mezclan. Los minutos pasan como una eternidad y los milenios se acaban en un parpadeo. Se trata de un lugar donde el tormento apacigua y el fracaso produce sensaciones de diversión y gozo. En este infierno los débiles permanecen y sólo los fuertes perecen, lo que es blando y suave corta, y los objetos afilados resultan cómodos. Un Kuei-jin podría caer desde una gran altura sin ningún efecto mientras que otro podría quedar destruido por una caída tonta en terreno blando.

Los imprudentes asumen que éste es un reino como todos los demás en los que han estado, pero enseguida aprenden que no es así. Los que acaban de llegar se vuelven locos debido a que sus sentidos empiezan a desordenarse. Sólo hacen falta unos cuantos segundos para que las almas empiecen a ver olores, oler sonidos y escuchar visiones. Esto, combinado con el hecho de que cruzar una meseta puede destrozar tu cuerpo como si se tratase de un millón de cuchillas, significa que no hay mucho de lo que preguntarse sobre los pocos que se aventuran muy lejos en este reino. Para hacer las cosas peor, las estancias prolongadas también comienzan a afectar las emociones. Las almas empiezan a odiar a aquellos que les han ayudado y a amar a aquellos que les han causado daño, a temer a los indefensos y a resistirse a huir frente a una destrucción casi segura. Los nativos de este lugar tienen poco problema respecto a los extraños que les ataquen; incluso los más débiles pueden resultar más peligrosos que un ejército de los más fuertes.

Los shen cautivos aquí descubren que sus poderes no funcionan como deberían: cuanto más potente sea una de sus capacidades, más débil y más difícil se hará ejercerla. Un maestro espadachín se verá incapaz de sostener una espada, y una criatura de fuerza legendaria será incapaz de mantenerse en pie. Nadie se ha encontrado jamás con el Rey Yama, pero debe tratarse de un ser imposible de comprender de una forma racional. Como quiera que sea, se cree que nunca ha dejado este lugar. El infierno no está desequilibrado ni hacia el Yin ni hacia el Yang, pero eso representa poco consuelo para las almas atrapadas. Los demás soberanos infernales no se aventuran en este lugar y se rumorea que temen su naturaleza. Con buena razón: cuando inviertes la naturaleza de un dios oscuro, ¿no queda un niño inocente y educado? Ninguno desea arriesgar su candidatura para el trono de Emperador Demonio averiguando la veracidad de tal proposición.

Sobrevivir a la Locura

La mejor forma de evitar ser destruido por el Infierno de los Pecadores Cabeza Abajo es no adentrarse en él. Si uno no puede evitarlo, la única salvación es el equilibrio. Cuanto más equilibrado sea uno, menos le afectará este reino. Si el Yin y el Yang, y el Hun y el P'o de un ser se contrarrestan entre sí, podrá superar los efectos debilitantes durante más tiempo que alguien desequilibrado. Sin embargo, a menos que una persona se encuentre realmente iluminada, habiendo alcanzado una vida de equilibrio perfecto y armonía, se verá forzada a sucumbir finalmente o tendrá que marcharse. Siendo ese el caso, Se sabe que al menos un Arhat dejó el Reino Medio por este infierno después de proclamar que el mundo físico era "el gordo vientre de la locura".

Lugares de Importancia

Los Cruces de Caminos

Para la mayoría de los que llegan a este infierno, los Cruces de Caminos yacen cerca de los puntos de entrada al lugar. Por lo general, un alma llega a esos lugares después de entrar en el dominio, pero no antes de haber recorrido un cierto trecho. Se trata de cuatro sendas formando un ángulo recto unas con otras. Después de unas horas, el viajero es incapaz de recordar qué dirección tomó o dónde se encuentra, e incluso de distinguir hacia qué punto cardinal está encarado. Las almas quedan fascinadas por el simple indicador de direcciones y padecen la más intensa sensación de estar perdidos que hayan podido conocer. Algunos, particularmente desafortunados, se han vuelto locos sólo a causa de este lugar, aunque la mayoría son capaces de soportar un poco más.

Habitantes

Los habitantes de este reino son tan misteriosos como el propio Rey Yama que lo rige. Son imperceptibles a los sentidos normales: uno sería capaz de ver su olor u oír sus caras, pero pocos son aquellos que pueden procesar tales destellos de información alienígena en una imagen que pueda ser concebida por una mente racional. Esos demonios no tocan las formas físicas de aquellos a quienes atormentan, sino que embrujan sus mentes. Aumentan las sensaciones de terror y zozobra en los fuertes, y conducen a los débiles hacia actos de arrogancia y crueldad. Gracias al cielo, los habitantes del dominio rara vez pasan al Reino Medio; aunque no es seguro si esto se debe a su propia elección o si son incapaces de sobrevivir fuera de su propio espacio altamente especializado.
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