Muchas Artes requieren que se pase algo de tiempo en meditación, sin recibir molestias. Esto implica, generalmente, que el Kuei-jin necesita un lugar relativamente seguro, estar libre de interrupciones de otras criaturas, y un cierto grado de protección física, ya sea un lugar sombrío bajo un árbol o un encierro dentro de un templo hogareño. También es importante un foco para concentrarse: gestos, posturas, cánticos o katas, son generalmente de ayuda para la meditación.
Ninguna de esas cosas, son fáciles en los Mil Infiernos. Toda clase de otros seres, desde demonios a akuma hasta almas atormentadas llenan cada uno de los reinos, solamente buscando algo nuevo a lo que atormentar. La finalidad de un infierno, después de todo, es el castigo y sentarse en una posición segura a meditar no conduce, para las Mentes infernales, a dicho fin. Incluso si los residentes no encuentran al Kuei-jin e interrumpen su meditación el propio ambiente de muchos de los reinos es distracción suficiente por sí misma. Esquirlas de cristal que soplan en los fuertes vientos, calor e insoportables atmósferas de presión tienden a hacer difícil la concentración, por decir poco.
Desde el punto de vista del juego, la dificultad para la meditación en uno de los Mil Infiernos se incrementa en dos, a menos que el sujeto posea un rango de cuatro o mayor en la Habilidad: Meditación. Cuando es así, la dificultad para conseguir la calma será de +1. Sólo los bodhisattvas más experimentados (cinco puntos o más) son lo suficientemente disciplinados para ignorar todas las distracciones y meditar normalmente en los Mil Infiernos.
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