Yen-Lo: El Primero de los Caídos

Aunque pocos creen que fue Yen-Lo el primero de los Reyes Yama que aprendió cómo destilar Chi a partir del sufrimiento, son pocos también los que discuten que fue el primero de los señores del Yomi en caer presa de sus rivales. La Augusta Personalidad de Jade creó a Yen-Lo como un poderoso espíritu del equilibrio, proporcionándole el control de las energías Yin y Yang. Era un exacto, aunque justo, regente de sus dominios. Incluso aquellos que le despreciaban admitían que había un honor retorcido en sus acciones. Cuando llegaba la hora de castigar el desequilibrio, se aseguraba de que la pena fuera acorde con la transgresión, y nunca utilizó la crueldad de forma excesiva. En los extraños casos en los que un alma que no era totalmente infame llegaba a sus dominios, la guiaba fuera de ellos. Si esos espíritus eran arrojados al infierno de uno de sus cohortes, nunca admitiría tal hecho. De la misma manera, se oponía a las maquinaciones de los otros Reyes Yama cuando buscaban robar más Reinos Espirituales o corromperlos. Tal acción caía bien lejos de sus deberes bajo el Cielo.

Como ministro de la Augusta Personalidad de Jade, se le ordenó que crease un reino sólo para castigar a los muertos, y que pudieran aprender las lecciones antes de su próxima reencarnación. En cierta forma, Yen-Lo fue el primer regente de un pequeño dominio en el centro de donde más tarde crecería el Yomi. Era, quizá, el más benigno de todos los Reyes Yama, y permitió a otros seres de gran poder crear allí sus propios reinos de castigo cuando el flujo de almas se tornó demasiado grande para el sólo. No tomaba nota de dónde se situaban esos reinos espirituales y, cuando los otros Reyes Yama engordaron por las almas y la corrupción que habían cosechado, se negó a reconocer la incorrección de tales acciones mientras se mantenía centrado en su propio sentido del deber. Siempre se comportaba como un sirviente del cielo y los Wan Xian nunca necesitaron corregirle, ya que sus actos eran absolutamente justos. Inevitablemente, fue este sentido del Honor el que le hizo vulnerable a las maquinaciones de los otros Reyes Yama. Mientras que él se consideraba un sirviente del equilibrio kármico, sus compañeros le veían como un idiota y una obstrucción en su búsqueda de más poder. A pesar de sus diferencias, todos se pusieron de acuerdo en que, sin la oposición y adherencia obstinada de Yen-Lo a ideales de tiempos de honor pasados de moda, todos los reinos se inundarían con las almas malvadas de aquellos a quien torturar.

Está escrito que Emma-o planeó el asalto el palacio de esta entidad del equilibrio. La misma Rangda, aún bella por entonces, se introdujo en el dominio llevando con ella enormes marabuntas de gusanos hambrientos, y una sífilis agonizante de almas. El mismo Daimyo de la Oscuridad abusó de Yen-Lo y lo eliminó, junto a su archivero P'a kun, con una espada de Yin puro. Debido a que Rangda había guiado la muerte de Yen-Lo hasta su Infierno de los Gusanos que te Comen Vivo, Emma-o esperaba que el poder del dominio sería suyo, como ejecutor del antiguo señor. Sin embargo, todo el poder de Yen-Lo, ministro de cielo, guardián del equilibrio y castigador kármico, recayó, como él quería, sobre el alma de una sabia mujer y santa del budismo. Ama Odashu, el alma de la rectitud. El Daimyo fue afligido, inmediatamente, debido a que el Reino en sí le atacó y empezó a chupar el icor de sus venas. Los mismos gusanos de Rangda se volvieron en su contra, consumiendo la sustancia de su cuerpo y retorciendo dicho poder, limpiando el dominio. Los dos casi fueron destruidos antes de que pudieran escapar a sus fortalezas.

En un acto nunca antes presenciado, Ama Odashu forjó una muralla de fisuras alrededor de su reino para que ninguno de los otros Reyes Yama pudiera entrar o espiar. A este lugar, localizado en el mismo corazón del Yomi, van a parar los espíritus de algunos compasivos, o los de aquellos que, de alguna forma, languidecen en algún otro lugar de los 1000 Infiernos. Emma-o quiere desesperadamente convertirse en Emperador Demonio para poder abrir este reino y devorar su contenido como si de un huevo se tratara. Las torturas que ha planeado para Ama Odashu serán legendarias incluso en el marco de la Sexta Edad.

Yen-Lo era el epítome de la justicia fría e imparcial. No se preocupaba por las almas de aquellos a quien castigaba, ni tampoco se deleitaba con su sufrimiento en su dominio. No era misericordioso, ni cruel. Ninguna súplica consiguió mediatizar su juicio. Sólo se preocupaba por el fin superior al que servía como Ministro del Cielo y reverenciaba el principio del equilibrio: se aseguró de que la misión encomendada se cumpliría, a pesar de su destrucción. Generalmente aparecía como un anciano chino cubierto de jade. Bajo esta forma los ojos le brillaban con el fuego infernal y su mirada podía desnudar los espejismos y las mentiras. Sin importar su apariencia, su comportamiento siempre era el de un magistrado.

Los retratos y representaciones del desaparecido Yen-Lo pueden encontrarse en los profundos lugares del Yomi, quizá como recordatorio a los otros Reyes Yama de que ellos también son vulnerables.
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